Las películas sobre deportes para que sean medianamente efectivas tienen que considerar los siguientes elementos: un deporte popular, un equipo de jóvenes que sea diverso en intereses y con algunas problemáticas propias de la adolescencia, una historia de superación desconocida en el contexto de un pueblo o comunidad que le ha tocado enfrentar la adversidad, un entrenador que viene de vuelta dispuesto a utilizar métodos de entrenamiento poco ortodoxos, y un sinfín de escenas emotivas que hablan del trabajo en equipo en torno a la confianza, liderazgo, lealtad y la necesidad de trascender por medio de un deporte que inspira a otras personas.

El cine deportivo se conecta directamente con la pasión de hombres y mujeres que representan historias sobre el esfuerzo, y que usualmente se originan en el más absoluto anonimato. Sin embargo, gracias al entrenamiento y la comprensión de algunos aprendizajes sociales y personales los protagonistas logran alcanzar fama y el reconocimiento de ciudadanos que se identifican con las historias de superación.

David Anspaugh es un cineasta discreto, cuya filmografía suele sustentarse en la dirección de actores y, usualmente, en historias deportivas. Sus películas más destacadas han sido Rudy, filme basado en la historia real de Daniel “Rudy” Ruettiger interpretado por Sean Astin, quien contra todo pronóstico consiguió jugar fútbol americano para la Universidad de Notre Dame. El guion estuvo a cargo de Angelo Pizzo, también autor de Hoosiers. Esta obra -también basada en hechos reales- es uno de los trabajos más célebres del cine deportivo estadounidense, junto a otros exponentes como The Pride of the Yankees (Sam Wood, 1942), Toro Salvaje (Martin Scorsese, 1980), Rocky (John G. Avildsen, 1976), The Hustler (Robert Rossen, 1961) o la estupenda y algo olvidada Slap Shot (George Roy Hill, 1977).

Hoosiers apasiona por su sencillez al ritmo de uno de los scores más brillantes e inspirados de Jerry Goldsmith (quien también realizó un notable trabajo en la citada Rudy). El elenco está correcto en sus roles, si bien los momentos de mayor lucimiento son para Gene Hackman y Dennis Hopper, cuya actuación fue nominada al Oscar como Mejor Actor Secundario en 1986 (el mismo año de su excéntrico y notable rol de Frank Booth en Terciopelo Azul de David Lynch). En el filme es recurrente la idea de un grupo de muchachos provenientes del campo estadounidense y que en la cancha de básquetbol tienen la oportunidad de alcanzar lo mejor de sí mismos. Un aspecto interesante es que el cineasta David Anspaugh evita recurrir al melodrama innecesario. En cambio, privilegia la acción en la cancha, los pases, los puntos de cada partido gracias a las estrategias de juego y la emoción de un pueblo, cuyas discretas ambiciones se ven reflejadas en la pasión de jóvenes deportistas.

En este comentario no puedo dejar de mencionar el trabajo de Gene Hackman, intérprete lamentablemente retirado del cine hace más de una década. En Hoosiers impone su voz y presencia física, a la vez que muestra la pasión por un deporte que en cierta forma lo ha dejado en la soledad. Su vida es la cancha, además de los jugadores que se “alimentan” de las tácticas de un hombre curtido que en el campo busca la redención a su pasado. Hackman podía ser violento en pantalla (Contacto en Francia), desalmado y burlesco (Marea Roja, Los Imperdonables), y también un sujeto contenido y sensible (Batallón 21) o totalmente cínico (Mississippi en Llamas). Su papel en Hoosiers, el entrenador Norman Dale, es probablemente uno de sus momentos interpretativos más entrañables.

Hoosiers es entretenimiento puro y directo. En ningún caso es una reflexión filosófica sobre las dinámicas humanas que se establecen sobre el deporte, si bien gracias a secuencias bien logradas transmite la dosis de suspenso y adrenalina necesaria para comprender lo que suele haber en juego en una cancha de básquetbol o de cualquier tipo. Estamos ante el tipo de películas que “levantan el espíritu” de los espectadores, independiente si son fanáticos del deporte o no. Sin duda, un notable ejemplo de esos filmes ochenteros de los que quedamos “enganchados” cuando miramos televisión.

Título original: Hoosiers (también conocida como Hoosiers: más que ídolos o Best Shot) / Director: David Anspaught / Intérpretes: Gene Hackman, Dennis Hopper y Barbara Hershey / Año: 1986.