Peter Bart fue Director Ejecutivo en la Paramount Pictures durante ocho años. Periodista de profesión y con una promisoria carrera en el diario The New York Times, el joven profesional se aventuró en la industria del cine. Lo anterior fue posible gracias a la insistencia de su amigo Robert Evans, quien se convirtió en uno de los productores más importantes del estudio propiedad del conglomerado empresarial Gulf + Western. En poco más de 200 páginas, Bart reconstruye cómo fue el proceso creativo de algunas de las películas más emblemáticas de la década del 70´, periodo posterior al colapso del sistema de estudios tradicionales. La metodología relacionada a la puesta en marcha de proyectos fílmicos estaba cambiando y los nuevos líderes ahora eran cineastas con una voz y un estilo autoral propio.
La influencia de la mafia, las rivalidades entre productores y directores, las dificultades financieras para sacar proyectos adelante, los egos e inseguridades de las grandes estrellas, los nuevos talentos y la necesidad de conectar con los intereses de un público más incrédulo, crítico y seducido por diversos movimientos sociales sustentan anécdotas increíbles, absurdas y poco ortodoxas. Con una exquisita precisión y hábil pluma, Bart elabora uno de los relatos más fascinantes sobre la industria hollywoodense. Poco a poco el lector se adentra en las confabulaciones, misterios y excentricidades de un ambiente que en cierta medida siempre ha sido uno de los motores económicos de Estados Unidos y del rubro de la entretención a nivel mundial.
Actualmente, las corporaciones fílmicas funcionan casi como una empresa, en la cual hay diversos departamentos, cuyas decisiones son sometidas a consejos en los que participan un sinfín de especialistas. En cambio, en la Paramount de fines de los 60´ e inicios de los 70´ la mayoría de las decisiones se tomaban según corazonadas o bien por caprichos. Bart describe la figura de Charlie Bluhdort, quien fue la cabeza del estudio por más de 15 años, como un sujeto que era capaz de anteponer criterios personales por sobre los netamente artísticos, situación que produjo descalabros tales como “Darling Lili” y “La Ciudad Sin Nombre”, musicales exentos de química entre sus protagonistas y, sobre todo, de sentido. Es en dicho momento en que la figura de Robert Evans adquiere una mayor connotación no sin antes haberse enfrentado a conspiraciones de poder entre otros líderes del estudio.
Peter Bart con gran entusiasmo describe la encrucijada de la Paramount, cuando los accionistas de la Gulf + Western que controlaban el estudio desde el año 1966 deseaban dar marcha atrás a este proyecto producto de una seguidilla de fracasos financieros en la gran pantalla. Lo que evitó dicha situación es digno de una película. Con mucha astucia Robert Evans elaboró un video introductorio en el cual daba cuenta sobre el momento único que estaba experimentando la Paramount, el cual se iniciaba con el próximo estreno de “Love Story”. A esa altura dicha película apenas contaba con un par de escenas, pero también en el horizonte se podían apreciar otros potentes proyectos, entre ellos, “Harold and Maude”, “Amenaza en la Sombra” y “El Padrino”. Bart narra como aquel video propagandístico logró conmover a los inversionistas de la Gulf + Western hasta el punto de retirar las amenazas. En vez de ello, cada uno de los presentes en aquella exhibición se convenció que la Paramount iba a ser un estudio que iba apostar por el desarrollo de obras nunca antes vista en la industria y con una característica única que incluía la visión de una camada de nuevos cineastas que traían consigo otras preocupaciones e intereses sociales, lo que significaba un nuevo punto de conexión con jóvenes audiencias.
Infamous Players relata cómo se experimentó una nueva etapa, una que hizo posible la producción de películas que no proporcionaban mucha seguridad respecto de futuros resultados en boleterías. La selección del casting en torno a un filme con recursos casi independientes (“Love Story”), la transgresora historia sobre un romance entre un joven obsesionado con la muerte y una anciana (“Harold and Maude”), la obstinación por colocar a Marlon Brando como el patriarca de una familia de mafiosos italianos (“El Padrino”), la realización de películas de corte documental que se transformaron en acontecimientos sociales y de corte político que denunciaban a los poderes fácticos de EE.UU. (“Woodstock” y “The Parallax View”), proyectos que daban el reconocimiento tardío a estrellas de la talla de John Wayne (“True Grit”), la aparición de nuevas estrellas que iban a modificar la forma de hacer cine (Warren Beaty, Robert Redford y Clint Eastwood), nuevos directores que exigían el corte final de sus producciones (Francis Ford Copolla y Roman Polanski) y cintas que se despojaban de clásicos criterios fílmicos para sustituirlos por la posibilidad de vincular al cine con otros negocios tales como la moda (“El Gran Gatsby”) son comentarios e historias apasionadas y en las que Peter Bart fue protagonista clave.
Pero en Infamous Players también hay espacio, y bastante, para los excesos relacionados al consumo de drogas, prostitución, engaños, desfalcos financieros, criterios anticuados de la censura y profundos vínculos de productores con la mafia. También se puede apreciar el peligroso carácter de estrellas como Frank Sinatra y de otras que simplemente no consiguieron trascender. Hollywood es un oasis de extravagancia y también de locuras difíciles de comprender, aspecto que Bart desentraña desde una perspectiva crítica, pero también con cierto afecto, nostalgia y humor. Lo más interesante de sus experiencias y recuerdos que se describen en Infamous Players está en que la idealización de una tierra de fortunas y fama cohabita, de manera inherente, con las envidias y celos que de alguna extraña manera también fueron catalizadores de las películas citadas. Sin ello, como espectadores probablemente nunca hubiésemos tenido la experiencia de odiseas del calibre de “El Padrino” y “Chinatown”.
Infamous Players debiera ser un libro básico en la formación de cineastas, cinéfilos y periodistas fílmicos porque describe una época que nunca se volverá a repetir en la industria del cine, y que logró cimentar parte del mainstream fílmico moderno. También es un documento que devuelve el valor y aporte de personas como Evans y Bart, quienes a pesar de los excesos, se atrevieron a imponer una nueva visión en cuanto a lo que implica hacer cine y en la conexión con los nuevos espectadores.
Peter Bart, quien también fue director de la reconocida revista de espectáculos Variety, redactó un libro fascinante, de rápida y amena lectura sobre los inicios de algunos de los capítulos fílmicos que dieron origen a relevantes películas que son parte de nuestra memoria colectiva y popular. Además, esta obra representa un valioso material educativo de carácter cinematográfico, cuyas películas descritas son obligatorias para quienes se autodenominan cinéfilos o bien de aquellos que desean conocer y deslumbrarse por el buen cine. Se recomienda ver de manera previa las siguientes películas para dimensionar el valor y trascendencia de las anécdotas relatadas por Peter Bart en su libro: “El Padrino I y II”, “Chinatown”, “Paper Moon”, “Harold and Maude”, “The Parallax View”, “Amenaza en la Sombra”, “True Grit”, “El Bebe de Rosemary”, “El Gran Gatsby”, “La Pareja Dispareja”, “Love Story”, “Marathon Man” y “Woodstock”.
Nombre: Infamous Players
Autor: Peter Bart.
Editorial: T&B editores (probablemente la mejor editorial española dedicada a libros sobre cine en el mundo).
¿Dónde adquirir Infamous Players? En librería Antártica y en Amazon.com