Hay películas que maduran al igual que una buena manzana. Toman tiempo y muchas dosis de reflexión, y esto es posible a que hay directores que comprenden que el cine no es una fábrica de salchichas, sino una plataforma para registrar en imágenes ideas novedosas y con algo que decir.

La directora australiana Jennifer Kent pertenece a dicho grupo y debuta con pulso y carácter a través de un filme de terror psicológico que bien podría haber sido más de lo mismo. En vez de ello, la cineasta escenificó en pantalla una película perturbadora en lo que dice y, sobre todo, en lo que insinúa.

The Babadook es la historia de una madre frustrada (notable Essie Davis) y la de un hijo inquieto que nació el día en que su padre pasó a mejor vida en un accidente de tránsito. La muerte de un ser querido condiciona la trágica realidad en torno a un colchón de rabia y desidia. Madre y retoño pasan sus días en una casa carente de familiaridad, a la vez que en la primera surgen sentimientos como el rencor y el desengaño. Es en dicho ambiente en donde germina Babadook, oscuro personaje de un libro de cuentos que comienza a desestabilizar el amor no tan incondicional de una madre hacia su hijo.

The Babadook también es una idea o sentimiento que poco se comenta de la paternidad, ya sea por pudor o miedo al rechazo de la sociedad, y que pertenece al ámbito del odio que un padre puede o podría expresar hacia un hijo. La moralidad del cine ha impedido profundizar en torno a dicho concepto, si bien el género de terror, por sus características y percepciones, es el ámbito más plausible para ahondar en la rabia que pueden llegar a sentir los padres hacia su descendencia.

La astucia de The Babadook está en que prescinde de lugares comunes. Aquí no hay grandes efectos especiales o monstruos inexplicables, sino más bien pequeños hechos que en su conjunto producen un terrible pavor antes ideas moralmente indebidas, tanto en hechos como en simples pensamientos.

La rabia que puede llegar a sentir una madre por su hijo es de por sí una idea horripilante. Por lo tanto, sustentar un filme sobre aquella premisa y la posibilidad de un acto vengativo carente de cualquier atisbo de humanidad es garantía absoluta de interés. La experiencia de The Babadook enfrentará, sin duda, a más de algún espectador ante recuerdos en torno a niños cargantes, propios o de conocidos, que tienen la capacidad para sacar de quicio a cualquier ser humano, incluso a quienes son más pacientes.

La dinámica entre el dúo protagonista es inocente, pero también despiadada. A ello se deben agregar los demonios de nuestra propia alma como una forma de comprender lo inexplicable, además de la presencia de la genuina maldad y sus efectos. Estos pueden ser imperceptibles al principio y apenas verse reflejados en sombras, ruidos e inquietudes como las que enfrenta la protagonista. Probablemente, la sombra que vemos en un pasillo o la silueta en un rincón de nuestra habitación no es más que la manifestación inconsciente de nuestra endeble naturaleza. Somos sujetos sometidos a nuestras pasiones y de las cuales tenemos que prestar más atención. En caso contrario, The Babadook, a través de una palabra o de una simple mirada, entrará en nosotros con los peores y más despreciables resultados.

La cineasta Jennifer Kent demuestra que las mujeres tienen mucho que decir gracias a su sensibilidad en el género de terror, lo que hace por medio de una obra que le debe mucho al expresionismo alemán, en particular a referentes como El Gabinete del Dr. Caligari. La ópera prima de esta actriz convertida en directora no es fácil de digerir, si bien es una película que en su sencillez técnica y en su profundidad narrativa es increíblemente cautivadora. The Babadook no dejará a ningún espectador indiferente.

Título original: The Babadook / Director: Jennifer Kent / Intérpretes: Essie Davis, Noah Wiseman y Daniel Henshall / Año: 2014