En la historia del cine hay directores con una nutrida filmografía de más de 15 o 20 títulos. Sin embargo, sólo un puñado de sus filmes logran adjudicarse los adjetivos de grandioso, haciéndolos merecedores de un lugar en las reseñas sobre filmes que son esenciales. William Friedkin llamó la atención de Hollywood en 1971 con Contacto en Francia, película sobre la obsesión del policía Popeye Doyle (Gene Hackman) por atrapar a una especie de “zar” de las drogas en el rostro y sobriedad de Fernando Rey. Friedkin obtuvo todos los premios necesarios para consolidarse, con justa razón, como un cineasta serio y con nuevas ideas, ya que Contacto en Francia rompió el molde en torno a las historias de detectives y crimen organizado. Su estética documental, la suciedad de las calles de Nueva York y el protagonismo de un representante de la ley malas pulgas y mal hablado coincidió con otras obras del mismo género (Harry, El Sucio) que consiguieron empatizar con una época en que se peleaba por las libertades civiles y en la que se solía poner en duda la eficiencia y el uso excesivo de la fuerza policiaca.

Friedkin se perfilaba como un gran director, pensamiento que tomó más fuerza con su incursión en el cine de terror con El Exorcista (1973). Suspenso a través de una historia bien hilada, escenas polémicas por uso reiterativo de violencia verbal y la idea de una fuerza demoniaca que atribula a una niña inocente remecieron al mundo. El género de terror sobrenatural nunca fue el mismo, ya que se establecieron nuevos estándares estéticos y visuales. Friedkin tenía el mundo a sus pies, además de poder controlar y decidir qué tipo de cine quería hacer, de qué, con quién y cuándo. Sorcerer (1977), una actualización de El Salario del Miedo de Henri-Georges Clouzot, fue el maldito proyecto que finalmente integró los anhelos, la rabia creativa y la megalomanía de Friedkin, una muy famosa entre las productoras y cineastas de los años 70´. El proyecto fue un fracaso, si bien se trató de una hermosa obra sobre la locura con guiños a cierto cine experimental y documental. Esta es una película a ser redescubierta que en Espectador Errante comentaremos en otra ocasión.


Posteriormente, llegaron los años ochenta, una década con altos y muchos bajos en la carrera de Friedkin. Cruising con Al Pacino fue un filme demasiado arriesgado y polémico que no pudo cuajar ni en la crítica y menos entre los espectadores. Entre tanta desesperación y algunos trabajos como el videoclip de la canción Self Control de Laura Branigan hicieron que Friedkin se transformara en una sombra de sí mismo, pero la redención estaba cerca.

Vivir y Morir en Los Ángeles (1985) es una de las obras que mejor proyectan la estética excesiva y visual de los años ochenta. Fue un filme arriesgado protagonizado por actores que en aquella época sólo eran promesas, entre ellos, William L. Petersen y Willem Dafoe. Friedkin tiró literalmente toda la carne a la parrilla con escenas que destacan por su violencia, la colorida fotografía de Robby Müller (colaborador recurrente de cineastas como Jim Jarmusch y Lars von Trier) y la música y sintetizadores omnipresentes de la banda Wang Chung. El talento del cineasta se puede apreciar en su reconocida preocupación por los encuadres, una escena de persecución en auto que impresiona por su veracidad (sin efectos digitales y sólo gracias al apoyo de dobles de acción) y la utilización de silencios. Es un filme atípico en estructura, excesivo y también una especie de desmitificación de la ciudad de Los Ángeles en donde todo es artificial. Las palmeras muestran a esta metrópolis como un oasis que no se sustenta en las estrellas de cine, sino en la corrupción y en el intercambio de dinero en torno a la comercialización de drogas.

La historia del filme es sencilla y directa. Aquí lo que importa es el interés de un miembro del Servicio Secreto preocupado por atrapar a un lacónico falsificador interpretado por Dafoe. Es interesante mencionar que el protagonista es William L. Petersen, quien un año más tarde lideró Manhunter, filme clave en la filmografía de Michael Mann (Heat) y la primera historia en la que aparece Hannibal Lecter. Petersen se perfilaba como un gran héroe de acción, pero algunas malas decisiones lo relegaron a roles secundarios hasta que recuperó la popularidad con su protagonismo en la serie CSI: Las Vegas en el papel de Gil Grissom.

William Friedkin fue un poco más lejos con Vivir y Morir en Los Ángeles, ya que al final del filme decide prescindir de su protagonista en un guiño directo a la estructura narrativa de Psicosis de Alfred Hitchcock. Es una decisión audaz y todavía sigue siéndolo, ya que una obra de este tipo en la actualidad sería imposible de filmar. Sin duda, el detective Richard Chance (Petersen) es un pariente más sofisticado de Popeye Doyle. Se rige por sus reglas, a la vez que se trata de un adicto al peligro. Los paralelismos de Vivir y Morir en Los Ángeles con Contacto en Francia son evidentes, pero el primero va más lejos al hacer de su estética kisch otro personaje.

La primera vez que vi a Gene Hackman en Contacto en Francia quedé impresionado por su realismo, su lenguaje y su honestidad, en especial, en la efectividad de una ley desbordada de matices. Cuando vi Vivir y Morir en Los Ángeles pensé en las mismas ideas, pero siempre teniendo presente la desilusión de un director al que Hollywood le ha dado la espalda en varias ocasiones.

Friedkin es y ha sido un cineasta irregular con propuestas infumables como The Guardian (1990) y otros logros recientes como la hipnótica Killer Joe, con un irreverente Matthew McConaughey en la piel de un asesino a sueldo. En más de 50 años de carrera ha conformado una filmografía que reitera ideas sobre el deseo, la lujuria, el control, la falta de moralidad y la megalomanía que también es reflejo de su vida como creador.

Vivir y Morir en Los Ángeles es una película sobre la falta de límites y en donde sólo importa seguir adelante, ya sea para evadir la ley o bien para complacer instintos sexuales y de control. Friedkin elaboró su gran obra maestra de los años ochenta, un filme que sin duda se citará cuando el cineasta ya no esté entre nosotros.

Título: Vivir y Morir en Los Ángeles / Director: William Friedkin / Intérpretes: William L. Petersen, Willem Dafoe, John Pankow, Debra Feuer, Darlanne Fluegel, Dean Stockwell y Robert Downey Sr. / Año: 1985.