El Chacal de Nahueltoro continúa siendo una de las “vacas sagradas” del nuevo cine chileno, aquella denominación que se patentó en medio de críticos y espectadores en el Festival de Cine de Viña del Mar de 1969. Sin embargo, los grandes momentos de la cinematografía mundial son muy parecidos a los que se retratan en los libros de historia. De alguna manera, las fechas deben ser consideradas como un referente, es decir, un espacio tiempo para identificar y asociar otros valores y atributos. La obra de Littin fue parte de una triada integrada por los Tres Tristes Tigres de Raúl Ruiz y Valparaíso, mi Amor de Aldo Francia, filmes que se estrenaron en un momento en que la audiencia latinoamericana anhelaba y quería un cambio social como los que sucedían en Europa o en hitos como la Primavera de Praga, y que también se remonta a los ecos de la Nouvelle Vague de Francia y, en menor medida, en el Free Cinema de Inglaterra[1]. El sello Nuevo Cine Chileno en El Chacal de Nahueltoro se originó por los factores y escenarios sociales señalados, si bien se trató de un filme que también fue producto de una evolución idiosincrática natural y que adquiere nuevas connotaciones luego de más de 45 años desde su estreno.
Incluso, dejando la historia y la conmoción que se produjo en el Festival de Cine de Viña del 69´ a un lado, todavía es posible distinguir ciertas características que hacen a El Chacal de Nahueltoro un filme actual y llamativo. Es muy común que los críticos de cine atribuyan en algunas películas el rótulo del “buen envejecimiento”, si bien poco o nada se suele explicar aquella frase. Entonces, ¿cuáles son las razones que hacen de El Chacal (…) un filme que ha mantenido su fuerza y que persiste en encantar a nuevas audiencias? En lo técnico se trata de un trabajo innovador a nivel de montaje, al mostrar las alternancias de la malograda vida de Jorge Del Carmen Valenzuela Torres, en particular al dividir la obra en la reconstrucción de un crimen verídico, mientras que la segunda parte se centra en la rehabilitación de un criminal. A ello se suma el desarrollo de un relato que no disimula referencias directas al cine documental junto con la exacerbación del plano sonoro como una extensión de la vida rural analfabeta del campo chileno. Los efectos de sonido son exagerados, lo que proporciona un sentido de reforzamiento de la realidad y, por ende, una mayor identificación del espectador con la historia.
Cada país tiene algún filme que redefinió el arte audiovisual, llevándolo hacia nuevas posibilidades. En Estados Unidos fue El Ciudadano Kane de Welles, en Brasil fue Dios y el Diablo en la Tierra del Sol de Rocha, en Inglaterra fue Lawrence de Arabia de Lean y en Suecia fue Fresas Salvajes de Bergman. En Chile fue El Chacal de Nahueltoro (junto a las obras citadas de Ruiz y Francia). Littin creó un trabajo integral en donde cada elemento desempeñó un rol clave y al servicio de la historia, desde aquellos enigmáticos créditos que finalmente representan a la turba deseosa de linchar al Chacal y que es parte de un fenómeno social que en Chile es muy común frente a desastres naturales y a crímenes que suelen ser abordados por la coyuntura nacional. La experiencia de los créditos sigue la tradición de artistas como Saul Bass en sus trabajos con Hitchcock, y en donde los títulos son una extensión del filme, de su historia y de sus protagonistas.
En 1968 el compositor Jerry Goldsmith innovó en el género de ciencia ficción con el score de El Planeta de los Simios. Se trató de piezas atonales y erráticas dirigidas a reforzar la idea de un Charlton Heston atrapado en medio de un lugar ajeno y en donde los simios eran la raza superior. Aquel desconcierto de la obra de Goldsmith también se puede apreciar en el score compuesto por Sergio Ortega para El Chacal (…), el cual permite al espectador intuir el carácter errático de Jorge Del Carmen Valenzuela Torres, además de su proceso de desvalorización como ser humano, y que finalmente se concreta en un acto salvaje, ignorante y también deliberado.
El estilo visual de El Chacal de Nahueltoro exhibe una estética de la miseria que todavía es posible identificar en el ámbito rural del Chile de hoy. Se trata de una sensación de despoblamiento y desamparo, es decir, una clara extensión del propio abandono de Jorge Del Carmen Valenzuela Torres, la que sólo se fractura en las escenas de una turba aún más salvaje y primitiva que el propio protagonista. El Chacal, en su aspecto formal, se construye a partir de la carencia infantil y adulta por medio de relatos episódicos en la primera mitad del filme, los que son raccontos que se originan a partir de la escena de la reconstitución del crimen del protagonista.
El Chacal de Nahueltoro es una película vigente, ya que denuncia la falta de responsabilidad de ciertos estamentos de la sociedad chilena ante escenarios que son complejos de abordar y comprender, fenómeno que hoy persiste en casos emblemáticos como lo que sucede en el Servicio Nacional de Menores, en el atropello de un peatón por Martín Larraín o en la golpiza mortal contra Daniel Zamudio. Littin planteó inquietudes sociales que están detrás de la historia abusiva en la infancia de un asesino, finalmente de un sujeto que pudo rehabilitarse y educarse en la cárcel, pero que a la vez habla de una sociedad chilena, cuyos estamentos suelen subsistir entre la transferencia de responsabilidades.
En 2003 la pena de muerte fue derogada por el ex Presidente Ricardo Lagos, poniendo término a una práctica que se inició en el Chile del siglo XIX. Lo anterior demuestra otro valor del filme de Littin al tensionar y contraponer en los espectadores paradigmas sociales, y que también se discutieron en otros casos célebres como el de los psicópatas de Viña del Mar a mediados de los ochenta o en el Caso Calama en 1981. Con El Chacal de Nahueltoro, Littin denunció las contradicciones de una sociedad avocada a la búsqueda de culpables y que en los sesenta poco o nada se cuestionaba el sistema penitenciario chileno o la falta de desarrollo social por medio de instituciones y organismos deficientes.
En Evolución en Libertad: El Cine Chileno de Fines de los Sesenta, Verónica Cortínez y Manfred Engelbert señalan que el cine latinoamericano de dicha década se construyó a partir de una rebeldía social y la necesidad de innovar el lenguaje cinematográfico, siempre teniendo presente la técnica como una herramienta al servicio de una idea. Littin ha desarrollado una filmografía en la que se pueden identificar sus intereses políticos y sociales, característica que está presente en su primer largometraje. El Chacal de Nahueltoro contiene y defiende muchas ideas de carácter social, si bien su éxito como pieza audiovisual radica en que se conforma a partir de diversos géneros (policial, documental, y biográfico) y en los que se puede apreciar una técnica que fue transgresora y al servicio de la historia. Se trata de un filme que busca interpelar al espectador, para que éste cuestione problemáticas que persisten en la calle, en los medios de prensa y en instituciones como la Iglesia Católica.
El capellán interpretado por Héctor Noguera representa la neutralidad desde una posición de observación totalmente pasiva, Marcelo Romo encarna el estilo inquisidor de los medios de comunicación y Luis Alarcón representa al burócrata que simplemente busca el cumplimiento de las leyes. Littin mostró en estos personajes una extensión de algunos estamentos de la sociedad Latinoamericana de los sesenta, y que finalmente eran parte de un establishment agotado en ideas y en principios.
En Breve Historia del Cine Chileno de Jacqueline Mouesca y Carlos Orellana se menciona una cita de Littin en la cual señala que El Chacal de Nahueltoro es la historia de un asesino que se convierte en “ciudadano”, y que después de su construcción como un nuevo ser humano es asesinado por los crímenes que cometió cuando era un campesino vagabundo, alcohólico e ignorante. Dicha dualidad es la principal crítica que expone el filme. Interpela al espectador, quien no duda en repudiar la barbarie de El Chacal, si bien después logra empatizar con la humanidad de un hombre reformado y que detrás de los barrotes espera su trágica e inevitable ejecución, siempre en silencio, resignado y sin rencor.
El Chacal de Nahueltoro es un cine comprometido con la realidad, independiente de su melodrama y frialdad. Se trata de una obra que se debe abordar “sin chistar porque sería feo”.
[1] En IF… de Lindsay Anderson se puede apreciar temáticas que preocupaban al cine británico y que se relacionan con el cuestionamiento a la autoridad y el exceso de disciplina, fenómeno que también se experimentó en Latinoamérica a fines de los 60´ y en la década del 70´.
BIBLIOGRAFÍA
- Cortínez, Verónica / Engelbert, Manfred. Evolución en libertad: El cine chileno de fines de los sesenta. Editorial Cuarto Propio. 2014.
- Mouesca, Jacqueline / Orellana, Carlos. Breve Historia del Cine Chileno. Desde sus orígenes hasta nuestros días. Ediciones Lom. 2010.
- Bass, Jennifer / Kirkham, Pat. Saul Bass: Una Vida en Películas y Diseño. Laurence King Publishing. 2011.
- Carmona, Luis Miguel. Música & Cine. Las Grandes Colaboraciones entre Director y Compositor. T&B Editores. 2012.
FILMOGRAFÍA
- El Chacal de Hahueltoro, Miguel Littin, 1968
- Tres Tristes Tigres, Raúl Ruiz, 1968
- Valparaíso, Mi Amor, Aldo Francia, 1968
- El Planeta de los Simios, Franklin J. Schaffner. 1968
- IF…, Lindsay Anderson, 1968