La visibilidad del mundo latino en el Hollywood clásico de la década del 40 y 50 fue una realidad limitada y circunscrita principalmente a México. Intérpretes como Anthony Quinn, Fernando Lamas (una excepción por tratarse de un actor argentino), Dolores del Río, Pedro Armendáriz, Ricardo Montalbán y Rita Moreno fueron reconocidos por sus roles y consiguieron trabajar con importantes directores como David Lean (Quinn en Lawrence de Arabia), John Ford (Armendáriz en Fuerte Apache) o Robert Wise (Moreno en Amor Sin Barreras). Sin embargo, estos ejemplos fueron aislados, a la vez que los espectadores estadounidenses seguían viendo a Latinoamérica como una locación exótica, lejana y, en cierta medida, romántica y aventurera. Dicho paradigma ha cambiado bastante en las últimas dos décadas, si bien los actores y actrices de procedencia latina suelen ser reducidos a representaciones arquetípicas de individuos subordinados, alcohólicos o de militares tiranos de ademanes que promueven la idea de excentricidad.

La concepción de una Latinoamérica hundida en su miseria económica, en el caos político y en el analfabetismo social fue un fenómeno recurrente en los años 50´, 60´ y 70´. La “política del gran garrote”[1] y la visión de un territorio conflictivo y plagado de golpes de estado proliferó durante las administraciones de los Presidentes norteamericanos Johnson, Nixon, Ford y Carter, quienes fomentaron la idea de la “política exterior del patio trasero” en la cual el continente americano (con excepción de Canadá) era donde se “ganaba” la Guerra Fría -sumado al frente asiático- contra el comunismo y el lugar idóneo para la explotación de recursos naturales. La visión europea también consideraba al mundo latino como un espacio ajeno, pero entendido como un resabio del imperialismo y del colonialismo a partir de aquellos conquistadores que decidieron aventurarse en el nuevo mundo.

En medio de este panorama el documental “Agarrando Pueblo” de Luis Ospina y Carlos Mayolo surgió como una respuesta crítica sobre esta coartada realidad de la sociedad latinoamericana, una que se transformó en una caricatura de sí misma. Esta obra ironizó sobre la concepción extranjera del sur del continente americano al adoptar elementos de la comedia negra y al elaborar una sátira acerca de la precariedad. ¿Acaso en el año de su estreno -1978- este filme fue una respuesta concreta a la monocromática idea de la miseria latina popularizada por norteamericanos y europeos?

El teórico Jean Breschand en El Documental, La Otra Cara del Cine señala que la diferencia entre un paisaje filmado en una ficción y uno filmado en un documental es mínima, ya que sólo se trata de un tema de encuadre, duración y de forma, pero en ningún caso de naturaleza. Incluso va un poco más lejos al plantear que el cine que se origina en una faceta documental implica interrogarse sobre la realidad frente a la cámara, es decir, la elección de un eje de reflexión, el cual supone una reinvención del cine al hacer visible algo que había permanecido inadvertido en nuestro mundo. “Agarrando Pueblo” reinventa el cine documental y lo transforma en un mockumentary[2] al falsificar y deconstruir una nueva realidad, ya que se trata de la filmación de “Los Vampiros de la Pobreza”, pieza documental por encargo de la televisión alemana sobre la miseria latinoamericana.


“Agarrando Pueblo” es una falacia deliberada que en un primer visionado parece una anécdota sin mayor trascendencia. Sin embargo, es mucho más que dicha idea, ya que muestra una situación social que suele ser tergiversada por los extranjeros. Se trata de una crítica deliberada contra arquetipos reduccionistas -el alcohólico, el loco, el pordiosero, el vagabundo- con los que se identifica al “pueblo” latinoamericano en medio de una sociedad subdesarrollada.

En su aspecto formal se percibe la desesperación de sus autores por grabar imágenes sin responder a causalidades y sin la necesidad de desentrañar las historias de quienes son documentados. El propio título “Agarrando Pueblo” proyecta una determinada violencia, la que se sustenta en el registro inmediato y manipulador. En South of The Border, down Mexico´s Way. El Cine Latinoamericano y Hollywood, Carlos Monsiváis se refirió al concepto de “Americanización” en donde se transmite la idea conceptual de lo que es y debe ser Estados Unidos y sus símbolos. Es así, que podemos ver que “lo latino” también responde a un paradigma construido por norteamericanos y europeos. Entonces, América Latina vendría siendo las figuras referenciales denunciadas por Ospina y Mayolo en su documental. Lo anterior en espacios públicos sucios y caóticos, lo que también puede extrapolarse a la idea de “barriada” en medio de la ciudad.

Otro aspecto interesante que se aprecia en “Agarrando Pueblo” es la sensación de desdén entre los falsos realizadores. Estos nunca plantean el desarrollo del documental que están produciendo con criterios basados en una investigación. Al contrario, persiste en estos personajes una ausencia total de acuciosidad. No hay análisis y menos puntos de vista o una reflexión academicista o a nivel estadístico. Nada se contrasta, lo que parece ser una crítica solapada a quienes realizan documentales desde Europa o Estados Unidos. De este modo, el filme se posiciona como una denuncia ante discursos vacíos y retóricos sobre una “realidad latinoamericana” que no es tal, sino mucho más compleja.


La prueba de casting de los actores que representarán a una familia indigente -a través de un intencionado plano fijo- muestra un engaño que al parecer es recurrente en las producciones extranjeras y, lo que es peor, hecho por los propios latinos a través de un trabajo que es por encargo. En esta característica no sólo se aprecia una crítica a los realizadores extranjeros, sino también cierta complicidad de los cineastas latinos que por diversos motivos nunca han objetado este reduccionismo social. Dicha parquedad es acompañada por el empleo de la estética de lo mundano o lo feo de manera meditada y recurrente. En “Agarrando Pueblo” no hay cabida para el progreso de Latinoamérica. En vez de ello, se privilegian tomas que realzan la periferia y el desorden antiestético de la calle. Los encuadres de la cámara persisten en filmar a individuos que viven en la pobreza en medio de un contexto que los ignora y margina.

Paulo Antonio Paranaguá en Tradición y modernidad en el cine de América Latina destaca la influencia del neorrealismo italiano en el cine de América Latina, si bien a la influencia de dicho movimiento se le debe agregar la característica de una cinematografía latinoamericana sustentada en el subdesarrollo. “Agarrando Pueblo”, y gracias al lenguaje visual del género documental, hace aún más patente el ambiente de miseria. Sus imágenes parecen clichés sociales, sobre todo, cuando se toma como ejemplo a un limosnero sentado en la calle. También tenemos la imagen de los niños bañándose en una pileta -entendido como la preconcepción de un mundo latino sin acceso a servicios de agua potable- y la mediagua en un sitio eriazo en donde supuestamente vive una familia que está dispuesta a tener nuevos hijos, independiente de su situación económica. Esta idea es aún más brutal por tratarse de un convencionalismo o paradigma recurrente en extranjeros y, sobre todo, en turistas europeos, quienes observan al latino y al indígena como una raza ignorante y poco consciente de su realidad, y que usualmente no se cuestiona la intención de tener hijos en una realidad socio cultural limitada.

Ospina y Mayolo manipulan estas ideas, las que también proliferan en la elite social latinoamericana, independiente si esta ha tenido contacto, relación o formación en países de Europa. Además, en el documental se evidencia la molestia y cansancio de un pueblo que no teme en denunciar la explotación de “los gringos”.

En otro aspecto formal, la alternancia entre blanco y negro no es una decisión arbitraria. El proceso de producción de “Agarrando Pueblo” es monocromático, pero el registro de la población que vive en la miseria periférica es en colores. Aquí se denuncia la realidad empaquetada que se exporta de Latinoamérica hacia Estados Unidos y Europa, haciendo que la pobreza tenga una mayor intensidad. Esta insinuación adquiere nuevos significados en las escenas finales, en donde un supuesto sociólogo o investigador (interpretado por un actor) señala que el “corolario o conclusión es inevitable”. A través de este discurso -que también utiliza el término de “gigantesca masa humana” -se busca mostrar una Latinoamérica incapacitada para salir de su situación o estatus de subdesarrollo, y en cuyos espacios prolifera la miseria. Esta visión, que de por sí es bastante sombría, adquiere nuevos significados cuando se incluye en el discurso hablado de extranjeros que miran a países como Venezuela, Colombia, Bolivia, Perú, Chile o Ecuador como zonas geográficas sin remedio o sin posibilidad de revertir una situación de carácter histórico y, en cierta medida, el resultado de un proceso evolutivo tardío.

Finalmente, la escena final del loco no es más que la verbalización de la verdadera intención de los cineastas, y que se puede entender como una crítica a la intromisión extranjera -a nivel audiovisual, cultural y económico-, cuyo efecto provoca la risa de televidentes o espectadores. La reacción del supuesto loco es violenta, lo que tiene por propósito mover al espectador de su zona de confort. Es una reacción que irrumpe ante la pasividad de la audiencia. Busca que ésta sea protagonista y que se cuestione este tipo de documentales de carácter etnográfico y tercermundista. Al ver esta escena es imposible no referirse a The Thin Blue Line de Errol Morris, quien presentó los hechos y la investigación de un condenado a muerte, pero que posteriormente consigue liberarse de su sentencia (gracias a la confesión en audio de otro sospechoso). En dicha obra se revirtió un caso, a la vez que en el espectador se produce el cuestionamiento sobre lo que se está visualizando, independiente de si se trata de un documental. “Agarrando Pueblo”, al igual que la obra de Morris, busca interpelar al espectador. Cuestiona el paradigma foráneo sobre la cosmovisión de una Latinoamérica que no es tal, el cual se sustenta en la exageración y en el artificio.

El cineasta y crítico de cine Sergio Wolf denuncia que la noción de “cine latinoamericano” corresponde a un concepto pensado y patentado por Estados Unidos y Europa. Lo anterior se puede explicar en la continua insistencia de los continentes señalados en calificar y cuantificar realidades en torno a parámetros y modelos preconcebidos. Esta falta de identidad ha sido una característica permanente en la cultura latina, y para la cual se suelen adoptar términos y definiciones foráneas. Pareciera ser que otros delimitan o precisan lo que es nuestra historia y sociabilidad. Esta ausencia de identidad está arraigada a cada imagen de “Agarrando Pueblo”, lo que convierte a esta obra en un precedente de la emancipación audiovisual latinoamericana en años posteriores a 1978. La obra de Ospina y Mayolo continúa vigente, ya que cuestiona en el espectador preconcepciones sobre Latinoamérica que todavía persisten y preocupan.

[1] En la primera década del siglo XX el Presidente Theodore Roosevelt promulgó el Corolario de 1904, documento que también fue conocido como la Política de Gran Garrote o Big Stick. Este texto afirmaba que EE.UU. podía intervenir en países latinoamericanos o del Caribe en caso que estos amenazarán los derechos o propiedades de ciudadanos o empresas estadounidenses.

[2] Documental falso o burla que suele imitar las características del cine documental en una obra de ficción. Ejemplos destacados de este estilo son los filmes Zelig (1983) de Woody Allen, This is Spinal Tap (1984) de Rob Reiner e Incidente en el Lago Ness (2004) de Zak Penn. Dicha obra se centraba en un accidentado documental sobre el monstruo del Lago Ness dirigido por Werner Herzog. 

BIBLIOGRAFÍA

  • Paranaguá, Pablo Antonio. “Preámbulo”, “Deslindes”. Tradición y modernidad en el cine de América Latina. Madrid: Fondo de Cultura Económica de España. 2003.
  • Monsivái, Carlos. “South of The Border, down Mexico´s Way. El Cine Latinoamericano y Hollywood”. Editorial Anagrama. 2000.
  • Bongers, Wolfgang. “Primas del Cine Latinoamericano”. Santiago. Cuarto Propio. 2012.
  • Breschand, Jean. “El Documental. La Otra Cara del Cine”. Editorial Paidós. 2004.

FILMOGRAFÍA

  • Agarrando Pueblo, Carlos Mayolo y Luis Ospina, 1978
  • The Thin Blue Line, Errol Morris, 1988
  • Incidente en el Lago Ness, Zak Penn, 2004
  • Zelig, Woody Allen, 1983
  • This is Spinal Tap, Rob Reiner, 1984