Tiburón (1975) puso a Steven Spielberg en el escenario cinematográfico internacional, además de haber modificado la relación entre espectadores y cines a través de la masificación de los blockbusters. Sin embargo, el primer paso del director en el cine no fue con el filme sobre un gigante escualo asesino y tampoco con Loca Evasión (The Sugarland Express, 1974), filme centrado en la huida de una convicta interpretada por Goldie Hawn. El primer paso de Spielberg en 35 milímetros se produjo a partir de sus incursiones en televisión, en shows como Columbo y Galería Nocturna. Su talento detrás de cámaras fue reconocido por sus pares en cuestión de meses hasta que le encargaron una película para la televisión llamada El Diablo sobre Ruedas o Duelo (Duel, 1971), la que se basó en un relato corto de Richard Matheson, célebre autor de corte fantástico con obras como Soy Legenda, La Caja y La leyenda de la mansión del infierno. En el primer largometraje del director de Jurassic Park un automovilista (Dennis Weaver) es acosado por un horrible camión oxidado.
Duelo se convirtió en el primer filme de Spielberg, ya que se trató de una obra muy innovadora a nivel visual, con evidentes guiños al cine de Alfred Hitchcock y que además fue dirigida por un joven con apenas 25 años. El éxito y calidad del filme llevó a Spielberg a Europa, en donde se exhibió en 35 milímetros, resultado que también sucedió en algunos autocines de Estados Unidos. Por tal motivo, muchos seguidores de Spielberg consideran a Duelo como su primer trabajo para cine, independiente de su fortuita llegada a dicho medio.
¿Qué hace de Duelo un filme tan poco convencional y una proeza de carácter visual? Se trata de una obra que se sustentó en una cuidada puesta en escena por medio de la utilización de storyboards y pocos recursos. Spielberg apenas tuvo un par de semanas para rodarla. En el filme se pueden apreciar todos los principios hitchkoneanos sobre acción y reacción, además del manejo del suspenso. Weaver interpreta a David Mann, un hombre tan corriente e insípido como su nombre. En las pocas escenas de diálogo nos percatamos que se trata de un hombre que usualmente no se impone, a la vez que es tímido y da todo por sentado. Aquel estilo de vida termina abruptamente a partir de una provocación vial, la que inmediatamente nos identifica como espectadores. Todos hemos sido conductores y hemos peleado en la carretera con otros automovilistas, pero qué pasa cuando nos topamos con alguien que supuestamente es iracundo e imprevisible. Spielberg utiliza la idea del hombre corriente sometido a una situación extraordinaria, la que le enseñará una lección sobre sí mismo, a la vez que lo conducirá a la rabia solapada que ha conservado durante años.
Duelo es un placer en cuanto al manejo de cámaras. Es un ejercicio acerca de cómo narrar y planificar escenas. En ocasiones se parece a un manual para quien desee saber sobre montaje y ritmo visual. Steven Spielberg utilizó varias cámaras en torno a dos protagonistas mecánicos. El primero es el automóvil de color rojo de Mann, el que destaca en medio del paisaje monocromático de montañas y llanuras. Es la sangre de un conductor acechado por lo que parece ser una fuerza sobrehumana. El segundo es el antagonista de la historia, un camión cisterna oxidado, con rostro casi humano y con patentes en su parte frontal que dan cuenta de otros David Mann que no tuvieron tanta suerte en la carretera. Spielberg fue muy astuto porque nunca quiso mostrar al hombre detrás del volante del camión. En vez de ello, prefirió jugar con la imaginación del espectador, haciendo aún más enigmático aquel transporte de 18 ruedas.
En Duelo la frustración y desesperación son permanentes. He conocido personas que han sentido una tremenda angustia al ver la película porque todos hemos sido conductores y el posible acecho de un loco en la autopista es algo posible. Dennis Weaver (McCloud, Sed de Mal) se luce en el filme, en especial, porque se trata de una interpretación física. En la escena del café exhibe su justificada paranoia, cansancio y terror. Por eso, cuando lo vemos montado en su frágil auto sólo podemos sentir una empatía indeleble. Es la presa que es acechada por lo desconocido. Incluso, no hay nada peor que no saber las motivaciones de quien me está provocando daño. Dicho desconocimiento alimenta la incertidumbre a lo largo de todo la película, haciendo de su historia una pesadilla que es continua, como la carretera.
Duelo fue un filme para la televisión que se convirtió en un experimento de ensayo y error para su autor. Spielberg trabajó ideas que después profundizó en Tiburón, al igual que el sentido de espectacularidad presente en su filmografía. Duelo es una obra sobre la angustia, el desconcierto y las posibilidades de la imagen sin necesidad de recurrir a diálogos o explicaciones irrisorias. En la actualidad, Steven Spielberg sigue siendo el rey midas del cine estadounidense, además de un referente cinematográfico a nivel mundial. Sin embargo, sus últimos filmes han perdido algo de aquel encanto y rebeldía de sus primeros años como autor. Duelo nos permite ver como espectadores cómo era aquel joven de 25 años, con hambre e ideas cinematográficas desenfadadas, elegantes e innovadoras.
Título original: Duel / Director: Steven Spielberg / Intérpretes: Dennis Weaver, Jacqueline Scott, Lucille Benson y Eddie Firestone / Año: 1971.