Alfonso (Jaime McManus) es un guionista ajeno a los afectos, ignora a su hijo, prefiere el uso de pocas palabras y, finalmente, es un hijo desapegado de su padre. Su desconexión con los demás lo ha llevado hacia una suerte de aislamiento personal, en donde hermana, novia y jefe implican molestias y diálogos innecesarios. También es un sujeto frustrado, que vive traicionándose a sí mismo en lo laboral y que puede llegar a ser muy hiriente a partir de sus omisiones y comentarios. Este statu quo se entorpece y cambia cada vez que está con Jesús (Tomás Vidiella), un padre en el epílogo de la vida producto del alzheimer, enfermedad que habla de una desconexión cognitiva y física. Alfonso y Jesús es la historia de muchos progenitores y vástagos que no se entienden porque están en diferentes sintonías, si bien llega un punto en el cual una situación extraordinaria comienza a modificar paradigmas junto con estrechar las distancias.

El debut en cine del realizador y guionista Rodrigo Bacigalupe proporciona el intimismo que a veces se echa de menos en el cine chileno. En La Memoria de mi Padre el diálogo y la economía de recursos son sus principales sustentos. Bacigalupe tiene talento de sobra en la dirección de actores en torno a una visión audiovisual que privilegia los silencios y la elegancia en los movimientos de cámara. Sus intereses corresponden a la de un cineasta clasicista con especial atención en la composición de los encuadres, siempre dando espacio a la interacción corporal de sus protagonistas. En el filme hay melodrama, pero sin la necesidad de recurrir a golpes de efecto narrativos innecesarios. El valor de esta obra está en su veracidad, al exponer situaciones tan difíciles como la que puede enfrentar un hijo al hacerse cargo de su padre. Alfonso tiene trancas familiares a partir del resentimiento hacia el egoísmo de su progenitor, el que también se hereda. Los efectos de enfermedades como el alzheimer son brutales, dejando de paso la frustración, el desconcierto, la pena y el intercambio de roles. La vida de Jesús se infantiliza, mientras que la de su hijo madura.

Al ver las imágenes de La Memoria de mi Padre es imposible no remitirse a otros filmes, entre ellos, Gente como Uno, Los Hermanos Savage y Dad. Estas son obras que profundizan sobre las relaciones afectivas a nivel familiar, dejando en evidencia que los niños nunca olvidan los aciertos y equivocaciones de los padres. También muestran la inhumanidad de la vejez, la que en forma implacable suele borrar recuerdos. En Dad, Ted Danson era un hijo que por una situación puntual se reencontraba con su padre interpretado por un soberbio Jack Lemmon. En el filme también se trataba la idea de la degeneración física y sus efectos por medio de innumerables escenas emotivas. Sin embargo, la película tenía un tratamiento televisivo en forma y en alcance. En La Memoria de mi Padre, Vidiella no tiene nada que envidiar a Lemmon. Su interpretación es acertada, haciendo que el espectador se conmueva cada vez que aparece en escena. La química con McManus es innegable, quien también es un actor de carácter con la capacidad de asumir el rol de protagonista.

Es cierto que La Memoria de Mi padre es una historia que en apariencia podrá parecer un relato ya visto. Sin embargo, su ritmo, su utilización de los espacios, su trabajo interpretativo y su claridad argumental demuestra que una historia -si cuenta con una visión autoral- puede mostrarse como algo nuevo, distinto y muy efectivo. Rodrigo Bacigalupe tiene oficio y un cariño innegable por los personajes que escribe.

La cinematografía chilena continuamente habla de la memoria política, cultural y social, lo que es positivo para la conformación de una identidad visual y para la internacionalización de nuestros cineastas. La Memoria de mi Padre va un poco más lejos porque a pesar de ser más intimista, también ahonda en la memoria individual y familiar, en esos pequeños conflictos que finalmente provocan una sensación de caos en la vida, y que de una u otra forma muestra cómo es el chileno desconectado en lo afectivo en una sociedad demasiado hiperconectada. La ópera prima de Bacigalupe es muy atingente a nuestros tiempos en donde padres e hijos desde la adversidad y la decepción vuelven a valorarse y a quererse. La Memoria de mi Padre emociona, duele y sorprende por su complejidad disfrazada de aparente simpleza. Mención aparte para María Izquierdo, quien con apenas unos minutos en pantalla demuestra su enorme versatilidad.

Nombre original: La Memoria de mi Padre (My Father`s Memory) / Director: Rodrigo Bacigalupe / Intérpretes: Jaime McManus, Tomás Vidiella, María Izquierdo, Romina Mena, Tamara Tello, Marcial Tagle, Mireya Sotoconil, Luz Jiménez y Agustín Ibáñez / Año: 2017.