Varios portales de cine, fanáticos y críticos han hablado hasta el cansancio del último capítulo de saga sobre la fuerza que creó George Lucas hace más de 40 años. Estaba renuente en hablar sobre Star Wars The Last Jedi y no por desprecio. Al contrario, soy un ávido seguidor de este tipo de aventuras espaciales, en especial de Star Trek. Sin embargo, me parecía aburrido decir lo mismo, es decir, si se logró o no el objetivo de hacer una buena entrega de la franquicia. Casi todos han analizado si se respetó o no el sentir de la trilogía original. También están los comentarios sobre Mark Hamill, quien señaló algo molesto que su Luke Skywalker era cualquier cosa, pero menos la nobleza y espíritu de superación que dejó allá en 1983 con El Regreso del Jedi. También están los lateros comentarios sobre quién hizo un cameo en el filme, además de las mil y una teorías sobre Kylo Ren o Snoke, los malvados de turno.
El punto anterior es el que me interesa y muestra la debilidad más grande de esta saga y también de la segunda trilogía que Lucas dirigió entre 1999 y 2005: la ausencia de un buen villano. Star Wars versiones 1977, 1980 y 1983 tenían la poderosa y enigmática presencia de Darth Vader, un hombre máquina enmascarado, siempre en color negro y con la sugerente voz del actor afroamericano James Earl Jones. Me atrevería a decir que uno de los grandes sustentos de la saga espacial, de su trascendencia universal y cultural, está en la figura del villano. Darth Vader era un personaje ruin y pragmático, quien detrás de su máscara negra representaba la esencia del mal, además del conflicto paternal del que ya todos sabemos. Como público nos fascinamos con las historias de princesas, nuevas galaxias, personajes exóticos, efectos especiales y un jovencito sin nada que perder que decide dar un salto de fe junto con abrazar una creencia que habla sobre el balance, vida y muerte. Estos elementos eran muy potentes para el año 1977, pero mucho más la figura de Vader, el malo que todos deseaban ver y comprender.
Con Star Wars The Last Jedi, el cineasta Rian Johnson (Looper) modifica algunos paradigmas y va más lejos con una estructura narrativa más jugada, pero algo confusa en algunas partes. El filme tiene escenas de batallas espaciales que son sublimes, pero algo falla y eso es la imperiosa necesidad de mostrar muchas cosas, de atiborrar la película con demasiados elementos. Star Wars El Despertar de la Fuerza de J. J. Abrams era un poco más anodina y en comparación con la segunda parte de la tercera trilogía era menos compleja (recordar que el filme de Abrams fue un remake solapado de Star Wars A New Hope). Por tal motivo, el filme de Johnson en varias de sus escenas es lo que se estaba esperando. Aun así, se trata de una película imperfecta y lo más triste es que su resultado es un poco olvidadizo. Cuando vi el filme en el cine me entretuve y mucho, pero al cabo de una semana casi se me olvidó la experiencia, lo que difiere de la primera vez que vi en VHS El Imperio Contraataca, cuyo recuerdo todavía permanece en mi mente.
El gran problema de la obra de Johnson, y de toda esta nueva saga, es que los villanos son un niño que juega a ser hombre, un general sobreactuado y un anciano digitalizado. Adam Driver es un tremendo actor que ha demostrado su versatilidad en filmes como Paterson de Jim Jarmusch, pero con Kylo Ren hace lo que puede. Esto también se debe al criterio comercial que hay detrás con un estudio como Disney, el que usualmente blanquea todo, ya sea por criterios de marketing o bien por esa notoria necesidad de hacer todo masivo. En 1977, el imperio de Vader era mucho más temible con referencias evidentes al Tercer Reich de Hitler. También estaba la figura de Peter Cushing, tremendo actor inglés que brilló bajo el alero de los estudios Hammer junto a Christopher Lee, y que con su sola presencia como Grand Moff Tarkin en Star Wars transmite miedo y la sensación de poder.
Star Wars The Last Jedi carece de la fuerza de los filmes de la trilogía original de George Lucas, quien también dio palos de ciego con la segunda trilogía por su excesiva digitalización y plasticidad. Es cierto el filme de Johnson se esfuerza, pero también cuando el chicle se estira demasiado se nota el resultado, que en este caso es demasiado calculado, frío y letal como la Estrella de la Muerte. Considerar que no todo está perdido porque el spin off Rogue One: Una Historia de Star Wars hasta la fecha ha sido el filme más redondo de la nueva apuesta de Disney, superando a referencias como El Regreso del Jedi. ¿Por qué esta obra tuvo un mayor impacto? Porque tenía un protagónico femenino con matices. La actriz Felicity Jones está hecha para grandes papeles y aquí se notó por desplante, por su conflicto paternal y por carisma. Este filme tuvo esencia y alcance, además de un sentimiento fatalista poco usual en un blockbuster. Casi todos los protagonistas mueren y los villanos fueron bien representados por el ambicioso Orson Krennic (Ben Mendelsohn) junto con un curioso y efectivo Peter Cushing digitalizado y el propio Darth Vader. En la obra se produjo una unión natural con la trilogía original que finalmente pudo conectar a nuevas generaciones con las de hace 30 y 40 años.
Star Wars The Last Jedi tiene escenas notables y momentos que se engrandecen gracias a las interpretaciones de Mark Hamill (aunque no estuviese de acuerdo con su rol), Laura Dern y uno de los últimos testimoniales de Carrie Fisher en pantalla. Estoy seguro que me compraré la edición especial en Blu Ray y la disfrutaré bastante, pero también tengo claro que después revisaré de nuevo El Imperio Contraataca o Rogue One para buscar y tratar de descifrar lo que no había en los filmes de J. J. Abrams y de Rian Johnson. Tengo claro la primera conclusión: su endeble presencia del mal.
Título original: Star Wars The Last Jedi (Star Wars Los Últimos Jedi) / Director: Rian Johnson / Intérpretes: Mark Hamill, Daisy Ridley, John Bodega, Carrie Fisher, Adam Driver, Oscar Isaac, Andy Serkis, Lupita Nyong`o, Domhall Gleeson, Anthony Daniels, Gwendoline Christie, Laura Dern, Kelly Marie Tran, Benicio Del Toro y Frank Oz / Año: 2017.