Los chilenos nos horrorizamos en los 80` y primeros años de los 90` cada vez que transmitían El Día Después, película realizada para la televisión estadounidense que mostraba cómo los residentes de una pequeña ciudad del este de Kansas colapsan ante el ataque de bombas nucleares. El filme, dirigido por Nicholas Meyer (Star Trek, La Ira de Khan) ponía en imágenes el peor de los miedos de la Guerra Fría que era la destrucción de la civilización a partir del intercambio de misiles entre Estados Unidos y la Unión Soviética. A pesar de la crudeza de esta cinta, aquí nos interesa hablar de un producto que tenía una historia similar, pero que se trata de una obra superior en impacto en torno a los peligros de la era nuclear.
En 1984, un año después de El Día Después y de otro filme de corte similar conocido como Testamento, se estrenó Threads bajo la dirección del cineasta inglés Mick Jackson (L.A. Story, El Guardaespaldas), quien produjo el relato más crudo sobre los posibles efectos de una guerra nuclear. En este resultado tuvo un relevante rol el guionista Barry Hines, célebre por su trabajo en el filme Kes de Ken Loach (por ejemplo, el nombre de Hines firma el semi falso documental que pretende ser Threads). ¿Qué hace única a la obra de Jackson? El hecho de que se trata de una película que mezcla el género de ficción con el documental. El filme parte con una declaración de principios que señala que la humanidad y todos nosotros estamos conectados en una especie de red. Es así que cualquier acción determina un resultado o consecuencia que al final todos tenemos que asumir. Threads documenta la vida de una pareja de novios a punto de casarse, quienes viven en la industrializada ciudad de Sheffield, en Inglaterra. Una voz en off suele comentar, cada cierto número de escenas, algunas características de esta ciudad y de sus habitantes.
En medio del punto de vista costumbrista de la película nos enteramos como espectadores que algo está sucediendo en Medio Oriente, puntualmente en Irán. En aquel país comienza una escalada de violencia entre estadounidenses y rusos que concluye en incidentes militares, equivocaciones y pérdida de comunicación. Mientras los ciudadanos de Sheffield hacen su vida normal el mundo comienza a pender de un hilo. La falta de diplomacia acrecienta la posibilidad de nuevos riesgos, mientras que la cámara de Threads muestra la cercanía de Sheffield a una base militar de la OTAN. El filme de Jackson plantea en forma permanente la idea de riesgo al mostrar a la ciudad que describe como un potencial blanco de una ojiva nuclear.
En medio de estos “vientos de guerra” los novios se preparan para vivir juntos, a la vez que la voz en off se escucha nuevamente en cámara para describir los posibles protocolos de emergencia ante un colapso total de la sociedad. La película muestra el horror más grande de todos, es decir, que ninguna sociedad está preparada para hacer frente la destrucción de una bomba nuclear, menos los efectos de la radiación sobre la tierra, las personas y cualquier fuente de alimento. Es así que la continuidad del orden, de la jerarquía de los poderes, palidece frente a los efectos de las bombas nucleares. Lo que hace tremendamente crudo a Threads es la sinceridad con la que transmite la idea de una sociedad que finalmente sucumbe a todo. Los pequeños y grandes conflictos armados de la era moderna suelen dar paso a una etapa de reconstrucción. Sin embargo, el resultado de una guerra nuclear parece ser algo sin ruta, es decir, sin escape o salvación. La fría voz en off del filme describe con detalles la cantidad de millones de seres humanos que serán aniquilados por la radiación, además de mostrar un mundo que podría experimentar una suerte de involución, llevando a los sobrevivientes hacia una época casi feudal, sin electricidad y con la pérdida absoluta de cualquier tipo de tecnología.
Threads fue una película muy visionaria porque desde 1984 la posibilidad de una guerra nuclear poco o nada ha cambiado. Es cierto que algunos países han comenzado a desmantelar su arsenal atómico, pero aun quedan millones de ojivas nucleares como para destruir al planeta no una vez, sino varias veces. También es interesante como Threads muestra que a veces la diplomacia simplemente no funciona y que el peligro de una hecatombe nuclear es real, lo que nos podría conducir hacia un estado de deshumanización inimaginable. La ambientación de Threads es notable, ya que en cada una de sus escenas se puede sentir la radiación y sus efectos. La película muestra la versión más miserable de una posible existencia, una en donde la buena voluntad de políticos y militares simplemente ha fallado.
La filmografía de Mick Jackson ha sido muy irregular, con buenas películas como la mencionada L.A. Story o la convencional Volcano. También ha realizado interesantes trabajos como Chattahoochee con un Gary Oldman en estado de gracia. Independiente de aciertos o equivocaciones, Threads es su mejor trabajo, uno que caló hondo en Inglaterra y en el resto del mundo. En las imágenes de Threads, filme en el que astutamente se incorporó a actores desconocidos, se escenifica un mundo que debemos temer porque todavía es posible, ya que la idea de uno o varios imbéciles apretando un botón rojo es algo que siempre se ha asomado cada vez que somos testigos de un conflicto armado o del desacuerdo de las personas que lideran el mundo, ya sea en el norte, sur, este y oeste. Destaco también en este comentario a la actriz Karen Meagher, quien interpreta a la mujer que logra sobrevivir a la caída de los misiles nucleares, a la vez que tiene que enfrentar el calvario del mundo que apenas subsiste en las cenizas. Threads es una obra perturbadora porque habla del error más grande que podríamos llegar a cometer…nuestra propia aniquilación.
Título original: Threads (también conocida como Hilachas) / Director: Mick Jackson / Intérpretes: Karen Meagher, Reece Dinsdale, David Brierly, Rita May, Nicholas Lane, Jane Hazlegrove y Henry Moxon / Año: 1984.