Walter Hill tiene varios créditos en su carrera: ha sido productor y uno de los principales impulsores de toda la franquicia de Alien, creó parte del arquetipo de las buddy movies con 48 Horas, dirigió un western que juntó a varios hermanos actores célebres (The Long Riders) y ahondó en los códigos de las tribus urbanas (The Warriors). En este comentario me referiré a La Presa (Southern Comfort), uno de sus filmes más relevantes de 1981. La historia de esta película sigue a un grupo de soldados pertenecientes a la Guardia Nacional de Estados Unidos, cuya misión es completar un recorrido en los pantanos de Luisiana en 1973. En el trayecto algo sale mal, lo que produce una serie de acontecimientos que finalmente van aniquilando a los pobres soldados. Estos son en su mayoría citadinos que juegan a la guerra durante el fin de semana, quienes tienen poca disciplina y consciencia sobre el significado de sobrevivir en combate.

La Presa tiene raíces directas en Deliverance, película del inglés John Boorman que enfrentó a un grupo de civiles a su parte más bestial y en el terreno más salvaje de los Estados Unidos en total contraste con ciudades como Nueva York o Boston. En el filme de Walter Hill los protagonistas se enfrentan a pescadores del bayou, aquella típica zona geográfica del Estado de Luisiana en donde abundan pantanos, arenas movedizas y caimanes. Al igual que Boorman, Walter Hill nos conduce como espectadores hacia una suerte de barbarismo social, un ecosistema que tiene sus propios códigos, leyes y conductas, pero La Presa toma otro camino y nos lleva hacia una alegoría de la Guerra de Vietnam, pero en suelo estadounidense. Los integrantes de este pequeño destacamento de la Guardia Nacional no tienen idea de donde están, no pueden ver o identificar a sus enemigos y no tienen casi nada de municiones porque han utilizado como parte del entrenamiento sólo balas de salva. A ello se suma la pérdida de la cadena de mando y los trastornos de hombres que desde su comportamiento infantil nunca han matado a nadie, además sentirse acorralados por acechadores que honran con orgullo sobre su estilo de vida.

La Presa parece una pesadilla en cada una de sus escenas. Los árboles y el terreno agreste no dan tregua. El movimiento de los soldados es lento, no hay verde o algún atisbo de civilidad en medio del bosque que en ocasiones se visibiliza como si fuese una jungla de color ocre. También hay abusos de poder. Los protagonistas con tal de sobrevivir destruyen todo, desprecian a quien sea y están dispuestos a matar a uno de sus prisioneros. Todo lo anterior no hace más que traer consecuencias, lo que también puede ser visto como un simbolismo sobre la ineficaz política exterior de Estados Unidos en Vietnam, la que solía disfrazar sus debilidades con discursos en torno al patriotismo o la importancia de cumplir misiones que finalmente no son relevantes para nadie.

Walter Hill realizó uno de sus mejores trabajos en La Presa, obra que en otros subtextos aborda el tema de la camaradería masculina. En sus protagonistas se pueden identificar arquetipos propios de cualquier batallón. Está el líder, el cobarde, el que pierde los estribos, el que se aferra a la idea de mando sin saber tomar las decisiones correctas, y está el pendenciero. Pareciera ser que Hill se burla deliberadamente de estas nociones en el contexto militar, mostrando casi siempre la inoperancia de cada uno de sus protagonistas. Son norteamericanos que no tienen idea de nada, menos de la cultura entre las personas que habitan en el bayou. Estas personas muestran un sentido de comunidad y de unión mucho más efectivo que el de los militares. Son los verdaderos cazadores, los que entre las sombras del pantano saben realmente cómo matar e inducir miedo.

La Presa es un filme de terror adornado de género bélico. Sus códigos y formalidades responden al suspenso junto con la sugestión de no saber qué demonios está sucediendo. Abunda la confusión, además de la torpeza. Incluso, los más hábiles del grupo de soldados no producen demasiada empatía entre los espectadores porque no son inocentes, sino más bien culpables a partir de sus enormes omisiones.

Hasta el día de hoy se discute si Walter Hill es un autor o simplemente un cineasta capacitado para dirigir diversos géneros. Considero que después de ver La Presa y otros de sus filmes nos daremos cuenta de que realmente es un realizador con una visión propia, a la vez que uno de sus constantes intereses son las dinámicas entre hombres que son amigos o enemigos junto con las traiciones que se originan entre ellos (Trespass, Calles de Fuego). Mención final para el notable trabajo interpretativo de todos sus protagonistas y, en especial, al carismático score del compositor Ry Cooder, cuyos acordes en guitarra expresan muy bien el sentido de perplejidad en los pantanos de Luisiana, siempre con un toque sureño y tradicional del Estados Unidos más elemental y mortal.

Título original: Southern Comfort (La Presa) / Director: Walter Hill / Intérpretes: Keith Carradine, Powers Boothe, Fred Ward, Franklyn Seales, T.K. Carter, Lewis Smith, Les Lannom, Peter Coyote, Alan Autry, Brion James, Sonny Landham, Allan Graf y Ned Dowd / Año: 1981.