Theodore Robert Cowell Bundy, más conocido como Ted Bundy, fue uno de los asesinos en serie más famosos de Estados Unidos, incluso mucho antes que se masificara dicho termino. Entre 1974 y 1978 mató y ultrajó a más de 30 mujeres en seis estados y sin razón aparente. Antes de su primer crimen, Bundy era un sujeto común y corriente. Había estudiado psicología y leyes, y también trabajó en campañas políticas para el Partido Republicano. Sin embargo, tenía un lado oscuro que se vinculaba con determinados apetitos sexuales a partir de una personalidad manipuladora, inteligente y que usualmente encantaba a cualquier persona. El documentalista Joe Berlinger (Whitey: United States of America v. James J. Bulger) explora a través de cuatro capítulos realizados para Netflix quién era Bundy y si hubo o no algún indicio en su niñez o adolescencia que hiciera presagiar el monstruo en el que se convertiría, situándolo de paso como uno de los asesinos seriales más célebres del mundo.
Conversaciones con Asesinos: Las Cintas de Ted Bundy se sustenta principalmente en las grabaciones de audio de entrevistas que se registraron en 1980 en prisión, cuando Bundy ya había sido condenado por el asesinato de una niña y de dos estudiantes de una fraternidad universitaria. Sus opiniones se intercalan con testimonios de sus víctimas, abogados defensores, fiscales, reporteros, psicólogos, policías e investigadores que durante años trataron de identificar al sujeto detrás de horribles desapariciones y asesinatos, así como el de las personas que mejor lo conocieron y que pudieron acercarse en parte a los enigmas mentales de un individuo que en la superficie era intrascendente. La historia de Bundy también transcurrió en una época en que existían vacíos legales, poca colaboración entre la policía de distintos condados, la información llegaba tarde y era, por decirlo de algún modo, más fácil hacer cosas indebidas en forma desapercibida. Bundy podía entrar a casas sin seguros en las puertas y tuvo la posibilidad de secuestrar a mujeres a partir de su encanto y labia, características que siempre lo han situado como uno de los asesinos más enigmáticos en la historia de Estados Unidos.
El documental de Joe Berlinger no ha estado exento de polémicas, ya que se ha criticado el haber realizado un trabajo audiovisual cuyo principal enganche es la fascinación de los espectadores hacia los asesinos en serie. Es cierto el punto de la fascinación, la que puede o no contener algo de morbosidad. A pesar de ello, no se puede negar que el filme de Berlinger es valioso al mostrar las sombras y los terrenos baldíos de la psicología de un asesino que a simple vista parece inofensivo. Es indudable que los espectadores se sentirán confundidos ante la contraposición de simples frases de un hombre que hasta casi el final defendió su inocencia, si bien las pruebas demostraron todo lo contrario.
La vida que tuvo Ted Bundy propició otro tipo de atención. Era un hombre que lo tenía todo para ser feliz o bien para prosperar en la vida. Era educado, atractivo para las mujeres y nunca pasó desapercibido. Su historia como condenado fue digna de película, ya que pudo escaparse en dos ocasiones de la policía y de paso sumó otras víctimas a su prontuario. Posteriormente, durante los juicios que enfrentó, se defendió a sí mismo con soltura y en ocasiones con preparación. Le gustaba ser el centro de atención y desde sus horribles crímenes encontró la trascendencia y notoriedad que quizá nunca podría haber alcanzado por sí mismo.
En la historia de Estados Unidos se han detectado decenas de asesinos seriales, siendo unos más famosos que otros. En esta lista están John Wayne Gacy, Albert Fish, Henry Lee Lucas, Henry Howard Holmes, Jeffrey Lionel Dahmer, BTK y el Asesino del Zodiaco (que nunca fue atrapado). De todos ellos el caso de Ted Bundy es el más llamativo por tratarse de un hombre que al parecer tuvo una infancia y adolescencia normal. Sin embargo, algo se gatilló en él, en su personalidad, que lo motivó a realizar acciones impensadas. Nunca manifestó arrepentimiento salvo al final, en las horas previas a su ejecución en 1989. Probablemente, dicho arrepentimiento nunca fue real porque Bundy era ajeno a la empatía. Lo más curioso de todo esto es que estando en la cárcel se casó y tuvo una hija, una extraña ironía ante la enorme cantidad de mujeres que maltrató y asesinó. El documental de Berlinger muestra esas horas finales, además del circo mediático en torno a su ejecución junto a personas que clamaban a los cuatro vientos sólo venganza, aspecto que también se manifiesta como una acción injustificada.
Ted Bundy y sus asesinatos sólo provocaron dolor, angustia y perplejidad. Sus actos sólo sirvieron para desarrollar perfiles en el campo de la criminología, si bien hasta hoy todavía es imposible comprender sus motivaciones. Era un sujeto enfermo con dos o muchas caras, un ser deshumanizado que fraccionó su personalidad y junto a él nos condujo sin filtros hacia la maldad más pura, horrible y peligrosa que podamos imaginar. Bundy lo dice al final del documental, cuando hace referencia a que en el día a día deseamos poder identificar a este tipo de personas peligrosas (en una referencia indirecta hacia su vida), si bien recalca que aquello es imposible, una verdad que es aterradora. Ted Bundy nos advierte que hay potenciales asesinos entre nosotros, situación que no podemos negar. El documental de Joe Berlinger, quien pronto estrenará una película de ficción sobre Ted Bundy (Extremely Wicked, Shockingly Evil, and Vile), también lo hace y quizá ese es su mayor aporte.
Título original: Conversations with a Killer: The Ted Bundy Tapes (Conversaciones con Asesinos: Las Cintas de Ted Bundy) / Director: Joe Berlinger / Año: 2019.