Desde los créditos de apertura que Top Gun: Maverick nos conecta con la nostalgia. Vemos el sello de Jerry Bruckheimer, productor de la nueva versión y también de su antecesora de 1986, pero esta vez junto a Don Simpson, su eterno colaborador que falleció en 1996. Ambos productores lideraron diversos proyectos que definieron en parte el cine de acción estadounidense de los años ochenta y noventa, desde Un Detective Suelto en Hollywood hasta La Roca. El nombre de Simpson en pantalla es un guiño a la cinefilia, lo que se acentúa con el score de Harold Faltermeyer en escenas que nos introducen en el día a día de un portaviones. La fotografía del chileno Claudio Miranda (Life of Pi) también le hace justicia a los atardeceres anteriormente filmados por su colega Jeffrey Kimball a mediados de los ochenta. Entonces, ¿qué es esta continuación de Top Gun a más de 35 años de su génesis?
Top Gun: Maverick es Tom Cruise, quien a sus casi 60 años ya es un referente indiscutido, un ícono de la cinematografía y de la cultura popular. Cruise ha tenido altos y bajos durante su carrera, pero siempre se las ha arreglado para volver a la primera línea. Y quizá aquello es lo más admirable de su aporte como artista y representante de Hollywood. Independiente de sus extrañas creencias en torno a la cienciología, sus divorcios y de su muy bien resguardada vida privada, Cruise es puro compromiso con las audiencias y, en particular, con las historias de sus películas. Conoce el negocio, sabe cómo funciona y cómo tiene que publicitarse, comprende los códigos de cada género y, finalmente, vive en cuerpo y alma lo que hace. La entrega de la Palma de Oro a la trayectoria en la última versión del Festival de Cannes, y las ovaciones recibidas tanto de la crítica como del público, son finalmente un reconocimiento a su compromiso, y también a la capacidad de mantenerse vigente tantas décadas, mostrando el porte de las estrellas del Hollywood, pero con aquel carisma de los años 50 y 60.
Y también como buen hombre de negocios, Tom Cruise ha conseguido asociarse a los mejores cineastas, productores, técnicos, intérpretes y especialistas de la industria. La factura de Top Gun: Maverick es impecable. Es un filme que se luce en sus secuencias de vuelo, en las acrobaciones de Cruise en cámara, y en una historia abordada con cariño y respeto hacia el filme de 1986 anteriormente filmado por el recordado Tony Scott (hermano de Ridley). Las referencias están casi en cada secuencia, pero también hay una buena historia de por medio, simple, sin demasiadas vueltas, pero con la capacidad para enganchar tanto a los seguidores del filme de 1986 como a los noveles espectadores de la continuación a cargo de Joseph Kosinski, quien ya había trabajado con Cruise en la subvalorada Oblivion.
Hoy nos encontramos ante un Pete “Maverick” Mitchell más maduro, pero también se trata de un sujeto asiduo al riesgo, como lo ha sido Cruise en su vida profesional y personal, pero el actor en esta entrega se permite también ser más reflexivo y emocional, logrando una intensa escena de diálogo junto a Val Kilmer, en el rol de Iceman. El encuentro entre ambos actores traspasa la mera anécdota o historia que se está contanto, sino que además habla entre líneas de los pesares físicos de Kilmer luego de haber superado un intenso cáncer a la garganta. En otra arista ya no tenemos a Kelly McGillis, pero sí a Jennifer Connelly, quien aporta el romanticismo necesario en una relación correspondiente a una pareja madura, algo cada vez más difícil de ver en pantalla. Aquel atributo se agradece y contribuye a la credibilidad del filme.
En este tipo de proyectos es muy fácil caer en los homenajes y autorreferencias sin límites, como ha sucedido con las últimas entregas de la franquicia de Terminator. En cambio, Top Gun: Maverick conserva y releva la referencia, pero teniendo la capacidad para crear algo nuevo, tanto para el lucimiento de Cruise como de todo el reparto que lo acompaña. El protagonista de un Horizonte Lejano siempre ha sabido cuánto dosificar, qué tanto mostrar y que cómo blindarse desde el talento de sus compañeros, frente y detrás de pantalla.
Top Gun: Maverick es escapismo cinematográfico puro y bien hecho, a partir del liderazgo de una estrella de Hollywood y mundial que siempre se ha reinventado, y que ha tratado de explorar nuevos caminos para el arte audiovisual e interpretativo. Tom Cruise es credibilidad y casi un sello de calidad también reconocido por la comunidad cinematográfica europea. Esto es algo importante a tener muy en cuenta. Por ejemplo, los franceses mucho antes de que John Carpenter fuese John Carpenter ya tenían claro que tenían al frente a un cineasta-autor. Bueno, con Tom Cruise pasa algo similar. La comunidad cinematográfica, la crítica y el público saben que están ante una persona que ama el cine por sobre todas las cosas y que además siempre ha dado lo mejor de sí para el público, para los cinéfilos de distintas generaciones. Quizá la vida personal de Cruise sea un enigma, y lo seguirá siendo, pero es indudable que se trata de un profesional comprometido con todo lo que ha hecho en pantalla. Top Gun: Maverick es literalmente una proeza visual con sustento en una buena historia, y con un Tom Cruise que siempre ha sido un storyteller, uno de los mejores del cine moderno. Sólo basta con repasar su filmografía para darse cuenta de ello.
Título original: Top Gun: Maverick / Director: Joseph Kosinski / Intérpretes: Tom Cruise, Miles Teller, Jon Hamm, Ed Harris, Jennifer Connelly y Val Kilmer / Año: 2022.