Hedwig Höss (Sandra Hüller) muestra con orgullo su jardín, un espacio para el relajo y la contemplación que diseñó, plantó y ha cuidado con esmero. Sobre el intenso pasto verde se deleitan sus hijos, familiares y amigos, y también su esposo Rudolf Höss (Christian Friedel), comandante del régimen Nazi y máximo líder y administrador de Auschwitz, el más conocido campo de concentración alemán de la Segunda Guerra Mundial. La familia Höss pasa los días preparando banquetes, paseos, reuniones y recepciones. Padre, madre e hijos disfrutan del intenso sol del verano. Pareciera ser que nada los perturba en torno a una vida en donde la trivialidad es casi perfecta, sin prisas, escándalos o tristezas. Sin embargo, detrás de las grises murallas de su hermoso jardín se gesta la máxima bajeza humana y la pérdida de la moral, además de tragedias humanas descarnadas en forma y fondo.
El director inglés Jonathan Glazer acerca a los espectadores hacia un nuevo significado en torno al horror, específicamente por medio de la utilización del sonido y la insinuación. Aquello fue explorado mucho antes por Alfred Hitchcock quien desde su sitial de maestro del suspenso utilizó el plano sonoro como ningún otro, ya sea con la casi ausencia de éste en Los Pájaros y, de una forma mucho más audaz, en Frenzy, su penúltima película. Sólo con imágenes, ciertos travelling y la utilización del tiempo como recurso, el director de Vértigo fue capaz de extender la bestialidad humana hacia un resultado indescriptible, dejando a los espectadores en el limbo de su imaginación. Jonathan Glazer hace algo similar situando a la familia Höss en su respectiva banalidad familiar, pero siempre teniendo de fondo el continuo sonido de los hornos de Auschwitz, las ejecuciones en masa, la barbaridad de los nazis, y los gritos de miles de familias que al bajarse de un tren sólo tendrían un destino fatídico por delante.
Zona de Interés nos hace pensar en esos sonidos, en esos gritos que se filtran durante la noche. No se nos permite ver nada detrás de los muros del jardín de los Höss, pero aquello no importa, ya que como espectadores llenamos aquellos espacios. Todo lo que nos han enseñado sobre el Holocausto, la enorme cantidad de documentales, libros, películas como la Lista de Schindler y, finalmente, el peso de la historia, se filtra en nuestras cabezas. Rellenamos los espacios, los huecos en blanco, lo que contribuye a una experiencia más visceral y aún más terrorífica. Los Höss son despreciables, con sus anodinos problemas, y con Hedwig a la cabeza sin un ápice de moralidad o sentido de culpa. No desconoce lo que sucede, pero en vez de lidiar con ello, prefiere desechar lo abominable. A veces cuando nos preguntamos, ¿por qué pasan estas cosas? ¿por qué siguen pasando? Bueno, es el ser humano que decide fijar la mirada hacia otra dirección. Es la omisión de los momentos en que nos convertimos en seres enfermos y deshumanizados, acomodando la realidad según circunstancias o necesidades. Hedwig, una notable Sandra Hüller (Anatomía de una Caída) se presenta como la reina madre de una colmena que le ha permitido llegar hacia un determinado estatus. Sin embargo, no todo está perdido, ya que en su madre algo queda de desvelo. A pesar de estas efímeras luces, los Höss siguen adelante, en sus paseos a caballo y en sus travesías en bote.
Zona de Interés habla de un espacio que quizá todos hemos construido, en donde acomodamos la moralidad y la verdad. Es el ser humano que se mueve por conveniencia, sin pensar en posibles efectos. La familia Höss tiene hijos sanos, risueños y con toda la pasión de la vida por delante, una que se desvanece a pocos pasos. Estamos ante una propuesta visual que busca inquietar, sacarnos justamente de la trivialidad de nuestras vidas. Lo interesante es que, hacia el final del filme, Rudolf Höss tiene una revelación o más bien observa un silente pasillo conectándonos con los monumentos y museos sobre el pasado que ayudó trágicamente a construir detrás de su jardín. Rudolf Höss es un tecnócrata que busca poder trascender, pero desde una inmundicia que también se está gestando en su cuerpo. La falta de humanidad, de alguna forma, termina filtrándose con sus innumerables consecuencias.
Al presenciar Zona de Interés es imposible disociar al filme de una cinematografía que busca ser más intelectual, muy en línea con los pocos, pero intensos trabajos de Glazer (Birth, Under The Skin y Sexy Beast). La frialdad y encuadres de su última película nos recuerda a ese cine pensante, desgarrador y desencantado de la naturaleza humana que usualmente nos presentaba Stanley Kubrick. Justamente, la falta de emocionalidad Zona de Interés es el sentir de la vida de los Höss, una familia totalmente extraviada que nunca quiso escuchar.
Título original: Zona de Interés (The Zone of Interest) / Director: Jonathan Glazer / Intérpretes: Christian Friedel y Sandra Hüller / Año: 2023.