Pocas veces he visto en el cine chileno un tratamiento visual tan apabullante como el de Los Colonos, debut en un largometraje del cineasta Felipe Gálvez. El filme es un deleite visual con composiciones que amplifican un relato en el que priman silencios, miradas y referencias geográficas que son la extensión de la enorme soledad e inmoralidad de sus protagonistas. La obra nos sitúa en Tierra del Fuego de principios del siglo XX, con un teniente inglés, un americano y un chileno que tienen la misión de despejar las tierras de José Menéndez (Alfredo Castro), un terrateniente que se ha enriquecido sin control mediante la exterminación de diversos pueblos nativos.

El teniente Alexander MacLennan (Mark Stanley) es un mercenario que en medio de la nada hace y deshace a su antojo, en medio de un país en absoluta expansión territorial. Es un periodo alegre para oportunistas, pero también para quienes buscan descargar violencia sin ningún propósito aparente. MacLennan literalmente caza personas, indígenas desprevenidos ante la superioridad armamentista del hombre blanco. Lo acompaña Segundo (Camilo Arancibia), un chilote que poco o nada puede hacer para escapar del sinsentido que gobierna el alma de sus patrones. Sólo su mirada comunica desdén a partir de una inconmensurable tristeza. Los tres hombres avanzan por una Patagonia prístina en la cual hay espacio para caprichos y fechorías. Es un terreno en donde se impone el hombre más fuerte, lo que recuerda películas como The Nightingale de Jennifer Kent, un tratamiento sobre la violencia colonialista en Tasmania, y también otras obras como Pecados de Guerra, de Brian De Palma, en torno al tópico de la masculinidad abusiva.

Es cierto que Los Colonos a veces se queda un poco corto en cuanto a la construcción narrativa de sus protagonistas. Vemos más que nada retazos de estos y de sus motivaciones. Sin embargo, la propuesta de Felipe Gálvez también puede ser abordada como un cine más contemplativo cuyos encuadres son un reflejo emocional de la historia que se nos está contando, y que otras apuestas visuales previas como Jauja, de Lisandro Alonso, también han explorado. Como espectadores, somos testigos de momentos que nos recuerdan a pinturas colgadas en las paredes de museos o casas antiguas que hacen referencia a la verdadera historia detrás del progreso de Chile o más bien de sucesos que pudieron ser poco enaltecedores.

Los Colonos nos presenta momentos que son hermosos a nivel visual, por ejemplo, la aniquilación de un grupo de indígenas en medio de una intensa neblina. Esta contradicción, permanente en el filme, lo hace tan único y cautivador. Incluso, algunas imágenes recuerdan aquel talento visual de cineastas como David Lean(Lawrence de Arabia), cuya composición del encuadre se basó más de alguna vez en la obra del pintor Joseph Mallord William Turner. Guardando proporciones entre ambos filmes, Los Colonos desde su relato en episodios, consigue meterse en la cabeza de la audiencia. Nunca había visto imágenes tan adictivas en el cine nacional, por lo que Felipe Gálvez, y todo su equipo técnico, en especial el director de fotografía Simone DÁrcangelo, se presentan como nuevos talentos a seguir observando durante los próximos años. Sin duda, estamos ante una de las películas más peculiares, en el apartado visual, de nuestra reciente historia cinematográfica.

Título: Los Colonos / Director: Felipe Gálvez / Intérpretes: Mark Stanley, Camilo Arancibia, Benjamin Westfall, Alfredo Castro, Sam Spruell y Marcelo Alonso / Año: 2023.