La presencia de Gene Hackman era implacable, en particular con su característica enérgica voz. A lo largo de una carrera de más de 40 años, el protagonista de Contacto en Francia se ganó la reputación de ser un actor solvente, creíble y carismático. Usualmente levantaba la calidad de los filmes en los que participaba, ya que su presencia en la pantalla era intensa hasta el punto de eclipsar a sus compañeros de reparto. Las primeras veces que fui consciente de este actor fue cuando vi Superman IV: The Quest for Peace en cine, la versión más repudiable de las películas del célebre superhéroe protagonizadas por Christopher Reeve. Luego vi los capítulos previos de la famosa franquicia, las notables Superman: The Movie y Superman II, experiencias con las que me maravillé por el excéntrico y bufonesco Lex Luthor en la cara de un Hackman que literalmente se robaba todos los momentos en pantalla. Fue así como conocí a este notable actor de quien me fui interesando poco a poco.

A fines de los años 80, precisamente en 1988, mi padre adquirió nuestro primer VHS. Fue un momento cúlmine y después al sumar un segundo equipo, mi hermano Gabriel desarrolló un videoclub entre amigos y familiares, lo que implicó muchas copias de películas. Gracias a ello pude ver la impresionante Contacto en Francia, si bien solía repetirme una y otra vez las siguientes películas de Hackman: Batallón 21, Un Puente Demasiado Lejos, Bajo Fuego, Sin Salida, Mississippi en Llamas, Narrow Margin y Class Action. Estas son obras que veía una y otra vez porque me quedaba pegado con sus interpretaciones, a la vez que a Hackman siempre lo encontré parecido a mi viejo, algo en sus ojos, frente y rostro en general. Veía estos filmes y sin saber mucho de cine o interpretación en aquella época, tengamos presente que apenas tenía 10 u 11 años, quedaba prendado por lo que observaba en pantalla. Esta sensación también me sucedió con otros actores como Michael Caine, James Stewart, Peter O´Toole, Sean Connery y Christopher Plummer.

Más adelante, en los años 90, tuve el privilegio de ver varias películas de Gene Hackman en cine. La crueldad de Little Bill Dagget en Los Imperdonables, las manipulaciones de Avery Tolar en Fachada, la batalla interpretativa de su personaje, el capitán Ramsey con Denzel Washington en Marea Roja; sin duda una de las mejores películas sobre submarinos; su amoral doctor Lawrence Myrick en Medidas Extremas, el desalmado Herod de The Quick and the Dead, el corrupto y cínico Presidente de Estados Unidos en Poder Absoluto, su entrañable Royal en The Royal Tenenbaums; y sus últimas incursiones como actor en Behind Enemy Lines y en Runaway Jury junto a Dustin Hoffman, su amigo de toda la vida. Todas estas películas me enseñaron de este actor, de su capacidad para mimetizarse en la piel de diversos personajes.

Otras películas notables de Gene Hackman fueron su salto a la fama con Bonnie And Clyde de Arthur Penn, quien bajo su tutela también realizó aquel increíble film noir llamado Night Moves (La Noche se Mueve). También quedé impresionado por su protagónico en Hoosiers (Best shot), quizá una de las mejores películas sobre deportes realizadas por Hollywood. A Hackman nunca le gustó dicha experiencia cinematográfica. Era un actor difícil para muchos cineastas, en especial para aquellos más jóvenes. Sin embargo, su rol del entrenador Norman Dale es entrañable. Imposible olvidar sus escenas junto a Dennis Hopper (nominado al Oscar como Mejor Actor Secundario) y en escenas de basquetbol junto al inolvidable score de Jerry Goldsmith.

Lo cierto es que Gene Hackman se nos ha ido con 95 años y muchos filmes que mostraban su capacidad interpretativa. Sus grandes momentos en pantalla quedan para los cinéfilos. Siempre lo recordaré durante la persecución en Contacto en Francia a Fernando Rey por las calles y metro de Nueva York; la introspección que experimenta cuando un niño lo salva de una trampa mortal en Batallón 21; cuando es liquidado por el Bill Munny de Clint Eastwood en Los Imperdonables; cuando canta una canción del Ku Klux Klan en Mississippi en Llamas sólo para provocar a Willem Dafoe; su silencioso y repleto de secretos Harry Caul en La Conversación; un hombre maduro que tiene una nueva oportunidad en la vida en Twice in a Lifetime; su malévolo Mary Ann en Prime Cut y su ambicioso Jack McCann en Eureka, ambos filmes que sugiero redescubrir.

Gene Hackman fue uno de los mejores intérpretes de Hollywood, de esos actores que lamentablemente casi no hay hoy en día. Atraía a las masas, pero en especial a un público adulto que seguramente en estos días lo han recordado con mucho cariño. Trabajó para los mejores cineastas en torno a una lista interminable que incluye a Arthur Penn, Francis Ford Coppola, Mel Brooks, Richard Brooks, John Frankenheimer, Stanley Donen, Richard Donner, Nicolas Roeg, Woody Allen, Alan Parker, Mike Nichols, Tony Scott, Sidney Pollack, Clint Eastwood, Michael Apted, Wes Anderson, Sam Raimi, Robert Benton y John Sturges.

Echaré mucho de menos a Gene Hackman. Es cierto que estaba retirado desde hace más de dos décadas, pero su cine, sus personajes, fueron parte relevante de mi experiencia con el cine en los años 80 y, sobre todo, durante los 90. Se nos fue un grande del cine, uno de los últimos actores clave del movimiento Nuevo Hollywood en los años 70, y también protagonista de una industria cinematográfica que lamentablemente ya no forma o crea intérpretes del caché, reputación y porte de Hackman. Aquello, sin duda, es su impacto e influencia en el mundo del cine y de las artes…el hecho de haber sido un actor único e irremplazable.