Michael Caine es uno de los pocos actores que se puede jactar de una carrera cinematográfica que integra lo mejor del cine comercial y las obras de autor. Lo anterior se debe a que el protagonista de “Educando a Rita” siempre consigue imponerse en la pantalla gracias a su versatilidad interpretativa, la que le permite desempeñarse con facilidad tanto en comedias como en dramas. Su registro como actor lo hemos presenciado en casi todos los géneros y en caracterizaciones tan sutiles como violentas. Caine tiene un don interpretativo que no es casual porque desde su salto a la fama en el filme “Zulú” (1964) que ha estrenado una o más películas al año. En dicha cinta sobre una malograda división de soldados británicos en África, Caine no sólo sorprendió con la caracterización de un arrogante capitán inglés, sino que además opacó al protagonista y productor, Stanley Baker.

Cuando Caine irrumpió en la escena fílmica londinense de mediados de los 60` renovó en parte la camada de actores ingleses formados bajo el alero del teatro shakesperiano. A pesar de que la calidad de los Burton, Mason, Andrews y Olivier se mantenía intacta era necesario sumar actores jóvenes que pudiesen ser identificados con las nuevas modas e ideologías de tiempos más contestatarios. Así, junto a David Hemmings, Peter O`Toole y Sean Connery, entre otros, Caine encontró su nicho junto a directores que tenían nuevas ideas para la industria cinematográfica local.

Uno de los cineastas que contribuyó a la fama de Caine fue Mike Hodges con su primera película como director: “Get Carter” (1971). Hasta ese momento, Caine era conocido por “Alfie”, “The Italian Job” y por Harry Palmer, aquel agente secreto icono de la Guerra Fría y que, en cierta medida, era una variación más seria de James Bond.

Si EE.UU. tuvo a Harry Callahan en “Dirty Harry”, el Reino Unido recibió con abrazos abiertos a Jack Carter (“Get Carter”). Ambos eran sujetos cínicos y de acción, que imponían sus reglas y actuaban por sobre el sistema. Sin embargo, el primero era un hombre de ley en contraposición a Carter, quien provenía de los bajos fondos de la mafia de Newscastle. Así, “Get Carter” se formó bajo el concepto del antihéroe e incluso fue un poco más lejos al incluir en su historia algunos guiños a la violencia sexual y voyeurismo del cine exploitation.

“Get Carter” es la historia de un hombre que retorna a su ciudad natal con el fin de cobrar venganza contra los responsables de la muerte de su hermano. A lo largo del relato, Hodges deslumbra por el uso de cámara, sobre todo en la utilización del montaje. Es un filme atrevido en donde Caine destaca por su parsimonia. Se mueve con naturalidad y seguridad en calles estrechas y sucias, pero siempre vestido de impecable traje y corbata. Jack Carter no duda en arrojar a una persona de un edificio o al eliminar con absoluta frialdad a prostitutas. Estamos ante un sujeto peligroso, pero que a pesar de todas sus faltas logra captar la empatía del espectador. Se ampara en códigos amorales totalmente irrestrictos, los que finalmente lo llevan a la redención final de su carrera como criminal.

En “Get Carter” no hay finales felices, lo que se anticipa a través del sonido del viento en varias escenas y en el score de Roy Budd. Dichos recursos dotan al filme de un cierto ambiente nostálgico, de tiempos que fueron y que llegan a su fin en la vida de un gángster, pero que en la piel de Caine, a pesar de su arrogancia y violencia, también da espacio para algunos breves momentos de humanidad. Sin duda que esta película es una pieza fundacional del nuevo cine inglés de los 70’, donde las calles y el cielo se ven más grises que nunca. Un filme imperdible sobre la mafia inglesa y que fue anterior a las historias sobre gángsters italo americanos filmadas por Scorsese, lo que es un antecedente que no se debe ignorar.

Título: Get Carter / Director: Mike Hodges / Año: 1971 / Intérpretes: Michael Caine, Ian Hendry, John Osborne y Britt Ekland.