Mel Gibson retorna en su faceta como director con las ideas que son recurrentes en su cine: violencia, redención, fe, destrucción y sacrificio. En esta oportunidad, el escenario es la batalla de Okinawa entre estadounidenses y japoneses en la Segunda Guerra Mundial, y la historia es sobre Desmond Doss, el primer objetor de consciencia en ganar la Medalla de Honor de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos por haber salvado la vida de más de 70 soldados sin portar un arma.
Hasta el Último Hombre es una película que se sustenta en dos partes. La primera es la formación de Doss y el motivo de sus convicciones, además de su alistamiento en el ejército. Gibson orquesta un relato clásico y de buenas intenciones. Es posible observar aquel aire de familiaridad trastocada en medio de la guerra que tan bien rodó William Wyler en Los Mejores Años de Nuestra Vida, si bien en Hasta el Último Hombre las convicciones cristianas del director de Corazón Valiente son las protagonistas. De alguna manera, Gibson muestra la ruralidad y la civilidad de una sociedad que asumió la guerra como el lugar idóneo para expresar el patriotismo y la libertad en contraposición a las ideologías de las fuerzas del Eje. Hasta aquí el filme es correcto y funcional, cuya narración se sostiene gracias a la química entre un creíble Andrew Garfield y la belleza de Teresa Palmer. Sin embargo, el último trabajo de Gibson arranca en su totalidad en la segunda parte del metraje con un cóctel de sangre y crueldad física que recuerda las batallas de Corazón Valiente y, en particular, el ritmo de Apocalypto.
Gibson es un autor que logra captar en la violencia cierta belleza, a la que vez que su cámara escudriña en todas las posibles vejaciones físicas de quienes suelen combatir en una guerra. Las explosiones de cuerpos colindan con lo grotesco. Se trata de un espectáculo gore muy bien filmado, el cual inquieta y estremece. El cansancio y sufrimiento de los soldados se transmite en cada escena. Steven Spielberg en Rescatando al Soldado Ryan mostró en poco más de 20 minutos la carnicería que fue el desembarco en Normandía. En cambio, casi 20 años después, Gibson se extiende en casi 50 minutos con una escena similar, pero sin el endulcoramiento spielberiano. El filme es un flagelo permanente como también lo fue la polémica en torno a La Pasión de Cristo.
En Hasta el Último Hombre se cuela la fe de Gibson con imágenes que son recurrentes en la historia de Jesucristo y en las parábolas de la Biblia. Es interesante observar dicha cosmovisión, lo que engrandece a la película como una obra atípica del género bélico (como también lo fue la narración filosófica de La Delgada Línea Roja de Terrence Malick). Estamos ante la lucha personal de un creyente, lo que es una clara referencia al propio Gibson. Imágenes como el agua limpiando la sangre, las cabezas de soldados estadounidenses y japoneses rodando por el suelo, una al lado de la otra, y la escena final del protagonista bajando en una camilla con encuadres que buscan destacar el cielo dan cuenta de la complejidad del director que está detrás de Cámara. También es llamativo ver que una historia 100% norteamericana es rodada por un cineasta que es australiano al igual que la mayoría de sus intérpretes.
El cine de Gibson está muy entrelazado con el de Sam Peckinpah (La Cruz de Hierro). Ambos directores han sido considerados verdaderos talentos, a la vez que la inestabilidad de sus vidas privadas los han clasificado como excéntricos e intratables. Peckinpah hace muchos años que dejó este mundo, pero Gibson todavía está aquí y sorprende por lo relevante e interesante que es como narrador. Desde 1993 sólo ha dirigido cinco películas, pero cada una de ellas es una representación evidente de las motivaciones y preocupaciones de su director, uno que como el médico Doss también ha sido rechazado en varias ocasiones.
Hasta el Último Hombre es el filme de alguien que en pocas obras ha demostrado perseverancia y coherencia sobre ideas en torno al ser humano, la familia, la sociedad y la religión. Independiente de la creencia ideológica y religiosa de los espectadores, no se puede negar que en el último filme de Gibson hay cine y mucho, además de planteamientos muy atingentes a los tiempos de hoy. Las escenas del último tercio de la película son morbosas e impactantes, pero de ningún modo deben malinterpretarse como una apología de la guerra. Al contrario, se trata de un filme que habla de las convicciones y de cómo éstas son puestas a prueba en aquellos lugares en donde el ser humano se transforma en bestia. Hasta el Último Hombre es una obra sin pretensiones y clara en sus mensajes, además de la confirmación de lo buen intérprete que es Andrew Garfield, quien en Silencio de Martin Scorsese seguramente nos volverá a sorprender.
Título original: Hacksaw Ridge / Director: Mel Gibson / Intérpretes: Andrew Garfield, Teresa Palmer, Hugo Weaving, Sam Worthington, Richard Roxburgh, Vince Vaughn, Rachel Griffiths / Año: 2016.