El segundo trabajo del realizador Damien Chazelle es una obra sobredimensionada, pero efectiva en su tratamiento y en sus referencias evidentes al género musical norteamericano, principalmente a filmes como Cantando Bajo la Lluvia, Amor sin Barreras, Funny Face y Sweet Charity. Con siete nominaciones al Oscar bajo el brazo, incluyendo las de Mejor Película, Actor y Actriz; La La Land está casi predestinada al triunfo máximo en la próxima ceremonia de premios, una en donde la industria suele celebrarse a sí misma. Esto no es ningún pecado, ya que el filme rescata un estilo cinematográfico bastante olvidado por las generaciones de espectadores actuales. A ello se suma que se trata de una obra que habla sobre la propia industria y sus procesos creativos, y sobre el anhelo de gran parte de quienes viven y sobreviven en Los Ángeles, es decir, aspirantes a actores, músicos y cineastas que buscan trascender en una fábrica de sueños que a veces suele ser implacable y fría. A Hollywood le gusta parodiarse, a la vez que busca productos con los cuales se puede validar en otras geografías. Por eso, no sería extraño que el Oscar a Mejor Película lo reciba una película que reivindica el cine clásico hollywoodense. Lo anterior, tiene más sentido ante un sistema de estudios que en la actualidad tiene que convivir con un nuevo presidente que está dejando a Estados Unidos aislado del resto del mundo y de sus problemas.
La La Land es carisma puro, alegría sobre vistosas coreografías que se sustentan en la innegable química entre Emma Stone y Ryan Gosling. Ambos representan los anhelos de quienes desean encontrar en Los Ángeles la esquiva fama y la aceptación popular. Chazelle aborda el “sueño americano”, a la vez que su obra hoy es una metáfora sobre el sueño de millones de inmigrantes que también buscan en Estados Unidos una mejor situación, si bien en el reino de Trump aquel propósito se ve cada vez más lejano. La La Land es la imagen de un Estados Unidos que ya no es tal y en donde el romance parece ser el único atisbo de originalidad y pureza.
En Whiplash, Damien Chazelle demostró sus capacidades como realizador para crear escenas en donde el ritmo y la música tienen un protagonismo mayor que el de los intérpretes. Es un director con un bagaje cultural innegable, lo que es un fenómeno atípico a la camada de cineastas del Hollywood contemporáneo. Por medio de una sencilla historia, la del romance entre una aspirante a actriz y la de un músico de jazz, consigue orquestar un filme, que al igual que los musicales en los que se inspira, despierta en el espectador sensaciones de alegría y melancolía que son innegables y genuinas. La La Land no es una obra maestra como tampoco lo fue las olvidables Shakespeare in Love y Chicago. Sin embargo, supera a dichos filmes en su personalidad y carisma. En las miradas entre Gosling y Stone es posible ver las de otras parejas cinematográficas y musicales como Gene Kelly y Debbie Reynolds, Audrey Hepburn y Fred Astaire, Christopher Plummer y Julie Andrews, y también de otros amoríos más dramáticos como los de James Dean y Natalie Wood y el de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman.
La La Land se sustenta en la premisa de aquellos amores imposibles. Stone en su entrañable personaje de Mia y Gosling en Sebastian son almas gemelas, cuya relación está condenada al fracaso producto de sus propias metas e intereses. Protagonizan una historia de amor trascendente, de aquellas que permanecen en los recuerdos o bien en la emoción de una tierna melodía. La La Land no es una obra maestra, es un filme manipulador y no es la mejor película de la temporada, pero sí es un filme que tiene la cualidad de emocionar al espectador, en particular en escenas como las del Observatorio Griffith. A título personal -toda crítica tiene algo de personal- vi el filme en una sala de cine vacía, pero al ver las coreografías y al escuchar las canciones de Stone y de Gosling sentí como si estuviese en una lugar repleto de personas, a la vez que sentí melancolía por aquellas mujeres que de alguna forma han marcado mi vida y mi noción acerca del amor y del romance. Por eso, y sin duda, me alegra que de vez en cuando un filme como La La Land tenga la capacidad para manipular mis emociones.
Título: La La Land / Director: Damien Chazelle / Intérpretes: Ryan Gosling, Emma Stone, Rosemarie DeWitt y J.K. Simmons / Año: 2016.