Gloria es un filme sobre la soledad y la carencia afectiva de una madre, pero también profundiza en la sexualidad crepuscular de una mujer provocadora y sexy de casi 60 años. Lo cierto es que Paulina García logró crear un personaje que representa a aquellas mujeres maduras, separadas y algo olvidadas por sus hijos, pero que también durante la noche se atreven a buscar el cariño de un hombre o bien una buena noche de sexo sin complejos. Gloria es una mujer multifuncional que no vive la usual crisis existencial a la que estamos acostumbrados en el cine. Al contrario, es sólo una mujer que se siente con el derecho a sentir y a pasarlo bien, con la pasión y sinceridad de un adulto que viene de vuelta.
La propuesta visual de Sebastián Lelio en cierta medida rescata una perspectiva algo desconocida de Santiago, a través de esas noches bailables al ritmo de la música de los 70`. Hay algo de nostalgia entre medio del humo de cigarros, tragos baratos y las miradas de adultos que buscan una segunda juventud. Es en este espacio en donde Gloria se ve sola y amargada, pero también luce sexy, interesante y dispuesta a una buena noche de sexo sin culpas y compromisos.
Las miradas cómplices de Paulina García llenan la pantalla. Es la experiencia de una madre y de una mujer que es capaz de ser lujuriosa y directa, pero que en presencia de los hijos se refugia en el silencio y la contención. Lelio dirige su mirada hacia la indiferencia de los hijos, quienes aparecen como figuras lejanas y en otras ocasiones bastante dependientes. Muestra estos dos ámbitos, los que tienen en común la preocupación permanente de los padres. Por ejemplo, los hijos de Gloria son muy independientes, si bien sus acciones, precariedades y fortalezas también inciden en la ansiedad de una madre que se siente desplazada.
La cámara fija su atención en Gloria, pero siempre desde una perspectiva, ya sea a través de un marco de foto o a partir de la silueta de otras personas. Es voyerismo en base al estilo documental, tanto en escenas de sexo como en momentos tan sencillos como cuando la protagonista está en su casa, si bien estos comunican la trascendencia de pensamientos en torno al miedo natural que implica llegar a una etapa de la vida en una cruda soledad.
Paulina García obtuvo el Oso de Plata a la mejor actriz en el Festival de Cine de Berlín, un premio más que merecido. Demostró una capacidad histriónica que pocas veces se ve en la cinematografía chilena porque su actuación es increíblemente natural y cercana. Pero lo anterior también es mérito de Sebastián Lelio, quien conoce y maneja los códigos del cine reflexivo, en donde los encuadres y los silencios son un conductor visual que logra engrandecer actuaciones genuinas, concretas y muy cercanas. Sería una injusticia revelar el final, pero sí puedo adelantar que se trata de uno de los grandes momentos en la historia del cine chileno. En dicha escena Gloria finalmente demuestra quién es: una mujer sola, pero que frente al mundo aún es capaz de sacar sus garras y, en especial, su inspirada femineidad. Aplausos aparte para Sergio Hernández.
Título: Gloria / Director: Sebastián Lelio / Intérpretes: Paulina García y Sergio Hernández / Año: 2013.