La carrera de Sylvester Stallone se transformó en un cliché en los últimos 30 años con innumerables nominaciones a los premios frambuesa (Razzie Award), los que cada año destacan lo peor de la industria cinematográfica de Estados Unidos. Al intérprete de Rambo se le critica el haberse convertido en una autoparodia de sus más célebres personajes: Rocky y Rambo. A ello se suma que sus roles suelen repetir un determinado arquetipo del héroe de acción de los años 80`, cuyos orígenes se remontan al conservadurismo del ex Presidente Ronald Reagan y a los últimos años de la Guerra Fría. Sin embargo, cuando Stallone dio sus primeros pasos en la industria de Hollywood lo hizo con el guión de Rocky Balboa y con una historia personal de superación digna de una película. Con poco dinero, pero mucha perseverancia tocó varias puertas, presentó su proyecto, fue rechazado, lo trataron de ingenuo y al final logró lo impensado. En la mejor década para el cine de autor estadounidense, Stallone firmó un contrato para interpretar al sufrido pugilista, a la vez que se apoyó de un buen equipo de técnicos y creativos. De este modo, en 1976, Rocky se alzó con el Oscar a la Mejor Película, además de otras nominaciones incluyendo las de Mejor Actor y Guión para el novel intérprete.
Stallone se esforzó por posicionarse como un actor competente y lo hizo en sus primeros años con papeles complejos y a través de la mano de consolidados cineastas. El primer paso como intérprete, posterior al fenómeno mundial de Rocky, tenía que ser con un filme de mayor alcance y así lo hizo. En F.I.S.T. (1978) Stallone asumió el rol de Johnny Kovak, un dirigente sindicalista inspirado en Jimmy Hoffa, quien en la vida real fue uno de los líderes del gremio de camioneros más famosos de Estados Unidos y que en 1975 desapareció en extrañas circunstancias. Las expectativas con F.I.S.T. eran altas, sobre todo, al ser un filme bajo la dirección de Norman Jewison, reconocido director de películas emblemáticas de los años 60` y 70` como En el Calor de la Noche, Jesucristo Superstar y Rollerball. Se trata de una obra solvente que colinda con el biopic y con una historia provista de grandes escenarios. En F.I.S.T. Stallone desborda la pantalla al mostrar el idealismo de una sociedad cansada de abusos y de coacciones. Jewison saca partido a las revueltas entre sindicalizados, policías y rompehuelgas. Lo anterior, gracias a un dinámico montaje y a una fotografía que resalta la pobreza de aquel Estados Unidos industrializado de Franklin D. Roosevelt previo a la Segunda Guerra Mundial.
Ver a Stallone expresando mensajes sobre la igualdad de derechos entre trabajadores demuestra una versatilidad poco vista en sus obras posteriores. Consigue empoderarse del rol de Kovak, en especial, en aquellas escenas en donde grita la consigna F.I.S.T. (en referencia al puño de los afiliados, símbolo de fuerza y de cohesión). También destaca en los momentos de un Kovak más maduro y ante cuestionamientos por sus vínculos con la mafia y el crimen organizado, y en donde sobresale un inquisitivo Rod Steiger. Jewison profundiza en sus intereses sociales en torno al ascenso al poder y los hitos de un movimiento sindical de una nación que sustentó su crecimiento económico en el trabajo de inmigrantes usualmente abusados a nivel laboral.
Stallone se esfuerza por ser expresivo y natural en los momentos con su coprotagonista Melinda Dillon. Hay escenas que muestran su desarrollo como actor, si bien en el último tercio del filme se aprecia cierto apuro por finalizar la historia (imperdonable la imagen de un camión con un autoadhesivo en directa referencia al destino de Johnny Kovak). F.I.S.T. podría haber sido la gran oportunidad cinematográfica de Stallone y quizá podría haber marcado un punto de inflexión en el ofrecimiento de nuevos roles más complejos y desafiantes. Sin embargo, la película de Jewison pasó desapercibida y Stallone se tuvo que conformar con innecesarias secuelas de Rocky. A pesar de ello, el intérprete de Cobra tuvo otro destello fílmico con ¡Escape a la Victoria! (1981) de John Huston (La Reina Africana, El Hombre que Quería ser Rey), en donde interpretó a un norteamericano atrapado en un campo de prisioneros nazi comandado por Max von Sydow. En el filme, Stallone junto a Michael Caine y destacados jugadores de la época como Pelé, Paul Van Himst y Bobby Moore, entre otros, buscaban a toda costa escapar de sus captores en medio de un partido entre aliados y alemanes. Lamentablemente, se trata de otra obra que no tuvo mayor impacto entre el público y la crítica, si bien es entrañable por cierta inocencia en la historia que propone y en la siempre efectiva dirección de Huston.
F.I.S.T. y obras como ¡Escape a la Victoria! demuestran que Stallone siempre ha tenido talento como actor. Incluso, sus interpretaciones en First Blood (1982), el primer capítulo de Rambo, Tierra de Policías (en un estimable duelo interpretativo con Robert De Niro) y la reciente Creed (que le valió una nominación al Oscar como Actor Secundario) deberían ser trabajos a reconsiderar por los cinéfilos, críticos y espectadores. Stallone perteneció al grupo de los hombres duros del cine de acción estadounidense, el que estuvo integrado por Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger y Jean-Claude Van Damme, actores que se han encasillado en roles por comodidad y ambición. Sin embargo, cada uno de ellos ha tenido papeles que son estimables y que permiten ver otro tipo de capacidades. Stallone no es Marlon Brando en Nido de Ratas, pero en filmes como F.I.S.T. muestra otra sensibilidad, una que también se echa de menos y que es importante recordar.
Título: F.I.S.T. / Director: Norman Jewison / Intérpretes: Sylvester Stallone, Melinda Dillon, Rod Steiger, Peter Boyle, David Huffman, Kevin Conway y Tony Lo Bianco / Año: 1978.