En la historia del cine abundan casos de viajes introspectivos que se relacionan con nuestro anhelo por superar dolores, fracasos y amarguras. Tenemos ejemplos intimistas como El Pasajero de Michelangelo Antonioni, en donde un joven Jack Nicholson suplantaba, ya sea por tedio o curiosidad, una identidad ajena en medio del desierto africano. También está la soledad y figura heroica de Peter O´Toole en “Lawrence de Arabia”, uno de los viajes más personales de la historia del cine, pero disfrazado de epopeya y espectáculo. Ahora con Wild, el escenario son 4.285 kilómetros de bosques, desierto y trepidante naturaleza, un mundo conocido como Sendero del Macizo del Pacífico. En esta oportunidad la protagonista es Reese Withersponn, quien personifica a Cheryl Strayed, una joven de 22 años y sin ninguna experiencia en senderismo que busca a través de su aventura la posibilidad de redefinir vida, pasado y futuro.
Por medio de Alma Salvaje, los espectadores probablemente recordarán momentos buenos y malos de su pasado. Todos hemos tenido que enfrentar situaciones complejas que se vinculan a personas que hemos amado, odiado e ignorado. Cargamos con mochilas que están íntimamente ligadas a nuestros actos. Es por eso que la naturaleza usualmente se nos presenta como el espacio idóneo para dialogar con los pensamientos. Adentrarse en un bosque, observar impávido el oleaje del mar o caminar sobre la inocuidad del desierto, de una u otra forma, hoy se ha transformado en el desahogo más auténtico para los sentimientos en medio de una sociedad sobrecargada de estímulos.
Hay personas que logran reorientarse en la Iglesia, en los brazos amorosos de una pareja o en la incondicionalidad innegable de la familia. Pero también hay otras como Cheryl Strayed que requieren la calma del silencio y el abandono del cuerpo. Lo interesante de Alma Salvaje es que de ninguna forma abusa de lugares comunes adornados con discursos sobre la trascendencia. En vez de ello, privilegia la pureza de las acciones, del caminante que sólo busca llegar a destino.
Cheryl Strayed realizó su peregrinaje en 1995, año ajeno a las Redes Sociales y a la interconexión abrumadora que estamos experimentando en 2015. Son dos décadas de avances y de cercanía digital. Sin embargo, en la actualidad nos sentimos más solitarios que nunca, más dependientes de ansiolíticos y terapeutas, que si bien hoy se presentan como una ayuda válida para superar nuestras pequeñeces y culpas, no son más que un catalizador externo. Por eso, la presencia de Alma Salvaje en cartelera es un evento digno de celebración, debido a que cada herida, lágrima y esfuerzo sobrehumano de la aventura de Strayed nos recuerda que estamos totalmente solos cuando decidimos ceder a la introspección.
Alma Salvaje es una lección sin moralejas, la cual pone toda su atención en los momentos que a veces olvidamos y que damos por sentado. El canadiense Jean-Marc Vallée se consolida como un director de actores luego de su trabajo en el El Club de los Desahuciados, y quien además devuelve al cine americano una cualidad bastante extraviada que es la capacidad para retratar historias y personajes con profundidad de campo. Su protagonista, Reese Withersponn entrega corazón y alma en una actuación libre de vanidades. Mérito aparte también para Laura Dern, musa de David Lynch quien desde Terciopelo Azul que no transmitía tanta naturalidad y ternura.
Alma Salvaje es la encrucijada que todos nosotros, en alguna etapa de nuestras vidas, tendremos que vivir, respirar y abrazar. Aquello bien vale dedicarle un par de horas a esta discreta, pero también inmensa película.
Título original: Wild (Alma Salvaje) / Director: Jean-Marc Vallée / Intérpretes: Reese Withersponn, Laura Dern, Gaby Hoffmann / Año: 2014.