A Sydney Pollack se le asocia usualmente a sus filmes Nuestros Años Felices (1973), Tootsie (1982), África Mía (1985) y The Firm (1993). Era un especialista en la dirección de actores, además de tener un estilo clásico en la puesta en escena y en la construcción de guiones. Pollack también fue un reconocido actor, con participaciones en series como Los Sopranos y en Ojos Bien Cerrados de Stanley Kubrick. Se fue muy rápido de este mundo a partir de un nefasto cáncer en 2008, pero también dejó un indiscutido legado fílmico que lo posiciona como un autor y uno de los creadores más prolíficos del cine de Estados Unidos.

Hay otras obras de Pollack que son claves en su filmografía, las que también dan cuenta de su talento como director y que rompieron con ciertos moldes del mainstream hollywoodense. En dicha clasificación se pueden encontrar Danzad, Danzad, Malditos (1969), alucinante película sobre un concurso de baile en donde pobres y buscavidas tratan de ganarse un pedazo de pan y un lugar donde dormir. El filme es un antecedente directo de los reality shows televisivos de las últimas décadas, el que además presenta un interesante estudio sociocultural sobre la pobreza y la necesidad de subsistencia. Otro filme clave de Pollack fue Los Tres Días del Cóndor (1975), relato que expone los servicios de inteligencia de Estados Unidos y la intromisión y control de estos sobre la población civil. Robert Redford, colaborador habitual de Pollack, y Faye Dunaway, lideran una obra que fue una respuesta natural al escándalo de Watergate y a las censurables atribuciones de la Casa Blanca en el gobierno de Richard Nixon en los años 70´.

El tercer filme que pertenece a esta grupo es The Yakuza, obra protagonizada por Robert Mitchum, en su último gran rol en el cine) y el también fallecido Ken Takakura (Lluvia Negra, La Búsqueda), conocido como “el Clint Eastwood” japonés por sus roles de hombre duro y silencioso. En el filme de Pollack, Mitchun interpreta a Harry Kilmer, un ex policía y detective privado que viaja a Japón a rescatar a la hija de un amigo. Ésta fue secuestrada por un clan de los Yakuza, palabra que identifica a la mafia o crimen organizado de dicho país. A partir de esta premisa surgen otros conflictos relacionados al pasado de Kilmer durante la ocupación americana en Japón al término de la Segunda Guerra Mundial.

Con The Yakuza, Pollack busca explorar sobre una identidad cultural que basa sus principios en tradiciones, las que se vinculan con el honor y la lealtad. El misterio que envuelve al modo de vida japonés, con los códigos y preceptos de los Yakuza, colindan con la imagen de un Japón moderno. El filme es de 1974, pero todavía muestra a un país con infraestructuras que parecen sacadas del futuro. Es en estos espacios en donde la sangre, el deber y las promesas prevalecen. Son las costumbres de una idiosincrasia dolida y avergonzada por los resultados de la Segunda Guerra Mundial, pero que también permanece orgullosa. Kilmer cree comprender lo que significa esta sociedad hasta que el objeto de su afecto le dice que todavía tiene una mirada ingenua e infantil sobre las cosas. Este mensaje clarifica la intencionalidad del filme al mostrar la complejidad detrás de otras ideas en torno al sacrificio.

Sydney Pollack filmó con mucho respeto la sensibilidad japonesa. Incluso, las escenas de acción, en particular aquellas que involucra el uso de katanas (el sable japonés), son tratadas con elegancia. La figura del cuerpo en el filme adquiere un significado especial, ya que se trata de un instrumento al servicio de la honorabilidad. Tha Yakuza también se sustenta en el cine negro. Sus protagonistas son hombres de pocas palabras, las mujeres son recatadas y misteriosas, y el uso de sombras en diversos escenarios es evidente, con una connotación clara que hace alusión a los tormentos de Kilmer y de Tanaka Ken (Ken Takakura).


Generalmente se aborda el cine oriental como algo anecdótico y extraño. Dicha extrañeza suele ser escenificada con clichés que son propios del cine de artes marciales. A ello se suman personajes unidimensionales y bufonescos, sin mayor aporte o carisma (el rol de Mickey Rooney en Desayuno en Tiffany’s en un buen ejemplo). Sin embargo, con The Yakuza, Sydney Pollack realizó un acercamiento honesto a comportamientos de tiempos feudales que colindan con un mundo contemporáneo cada vez más tecnológico. Mitchum protagonizó una de las grandes obras maestras del cine de acción de la década del 70´, de la mano de un director con una sensibilidad mayor hacia la utilización de los silencios. A pesar que el filme tiene varios momentos de acción, éste se toma su tiempo en avanzar, otorgándole un espesor narrativo poco común a los personajes.

The Yakuza es un filme inolvidable, ya que profundiza sobre el valor de una promesa, y cómo éstas a veces nos pueden atormentar o cambiar la vida. Además, tiene escenas de antología como aquella en la que Mitchum y Takakura irrumpen en la guarida de los Yakuza, la que seguramente debió haber sido un referente de Tarantino en Kill Bill parte 1. Pollack dirigió una obra vertiginosa que incluye la firma e intereses de sus guionistas, Paul Schrader y Robert Towne, quienes tratan conceptos como la venganza, la redención y los vínculos del crimen organizado; autores que profundizaron estas ideas como escritores y directores en los filmes Taxi Driver, Mishima (Schrader) y Chinatown, Tequila Sunrise (Towne). Mención aparte merece la fotografía de Kôzô Okazaki y el lacónico score de Dave Grusin (Los Goonies). ¡Una obra imperdible!

Título original: The Yakuza (también conocido como Operación Yakuza) / Director: Sidney Pollack / Intérpretes: Robert Mitchum, Ken Takakura, Richard Jordan, Brian Keith, Herb Edelman, Keiko Kishi, Eiji Okada, James Shigeta y Christina Kokubo / Año: 1974.