El director de El Sexto Sentido expía más de una década de filmes cuestionables con Fragmentado, en donde James McAvoy se luce como un paciente con 23 personalidades en su cuerpo. M. Night Shyamalan es capaz de hacer grandes obras en el ámbito técnico y narrativo. Con la citada El Sexto Sentido (1999) sumergió a la audiencia en una obra que respiraba cine y con evidentes guiños al cine de Hitchcock, a lo que sumó un estilo propio con finales sorpresivos, cameos en cámara, rodajes en Filadelfia (la ciudad natal del director), y personajes que han perdido la fe en sí mismos. El cine de Shyamalan siempre ha sido complejo, con referencias al cine clásico y con una prolija puesta en escena. El cineasta se posicionó en apenas dos años como uno de los directores más promisorios de Estados Unidos y la crítica lo tildó en varias oportunidades como un autor-genio. Sin embargo, desde La Aldea en 2004 todo se vino cuesta abajo a partir de películas que tenían buenos momentos, pero que en su conjunto no iban a ninguna parte. Los golpes de efecto y las sorpresas narrativas dejaron de ser llamativas. En vez de ello, se transformaron en clichés y en recursos autorreferentes que inquietaron a críticos y defraudaron a espectadores.

La Dama del Agua (2006) era un filme insufrible, en donde Paul Giamatti hacía lo que podía con un guión innecesariamente hablado y con algunas ideas fantásticas sobre sirenas y monstruos en un condominio. Después vino el Fin de los Tiempos (2008), obra que se sustentaba en forma deliberada en el cine B, pero que producto de sus ínfulas y gravedad terminó por convertirse en un mal chiste y un derroche de dinero. El tiro de gracia para Shyamalan sucedió pronto y de la mano de Will Smith e hijo (Jaden Smith) con la absurda Después de la Tierra (2013), horrible fracaso comercial que sepultó la carrera de su director. Aún hoy, y por donde se le mire, el filme de la familia Smith es tedioso y con una historia que muestra la falta de talento de un hijo mimado, además de los caprichos de su autor.


Pero en Hollywood también hay una palabra o expresión muy célebre denominada ´The Comeback´. A porrazos y golpes, Shyamalan entendió que su enorme ego no lo iba a llevar a ninguna parte y, finalmente, decidió refugiarse en películas e historias más discretas. En 2015 estrenó Los Huéspedes, lo que le ayudó a recuperar los años perdidos. Se trataba de una historia del estilo ´real footage´, en donde dos hermanos visitan a sus supuestos abuelos. El filme era ocurrente en varias de sus escenas y en ellas se podía apreciar que Shyamalan todavía tenía el toque con el que sorprendió a medio mundo a fines de los 90´ y primeros años del siglo XXI.

Ahora con Fragmentado, Shyamalan retorna con una obra que se inspira sin vergüenza en Alfred Hitchcock y su clásico Psicosis (1960). En los créditos se siente la presencia de Saul Bass (reconocido diseñador gráfico que creó varios de los créditos de los filmes de Hitchcock, entre ellos, Psycho). En esta oportunidad, James McAvoy muestra no una, sino decenas de razones para haber merecido una nominación al Oscar a Mejor Actor. Todo se inicia con el secuestro de tres adolescentes, las que son encerradas en un sótano. No saben nada de su captor y menos de sus intenciones hasta que éste va mostrando sus distintas personalidades, ya sea un niño, una anciana, un fanático de la moda o un psicópata en potencia. Shyamalan le da el espacio necesario a McAvoy y esté cumple con creces, ya que tiene la capacidad para producir en el espectador empatía, rechazo o un profundo miedo.

En Fragmentado los espacios tienen un rol estratégico con escaleras en círculo y movimientos de cámara que acentúan el conflicto interno de su protagonista. A ello se suman interesantes conversaciones en torno a los trastornos de la mente y cómo estos pueden ser capaces de crear individuos funcionales e incluso independientes en lo corpóreo. Cada personalidad en la que profundiza McAvoy es individual, esquemática y con patrones propios a nivel físico. De este modo, Shyamalan se adentra en discusiones y casos reales de la medicina moderna, y que en la actualidad continúan creando polémica entre la comunidad de psiquiatras y psicólogos. Cuando vamos al cine como espectadores buscamos que nos deslumbren y que no quitemos la mirada de los protagonistas que aparecen en pantalla. Con Fragmentado la fascinación está garantizada porque todo parece real. También está el nexo con otros filmes como Las Tres Caras de Eva (Nunnally Johnson, 1957) con Joanne Woodward y ¿Qué fue de Baby Jane? (Robert Aldrich, 1962). Por tal motivo, Fragmentado es una obra que respira mucho cine, pero también el talento dormido de Shyamalan que por medio de esta película despierta atento y consciente de sí mismo.


Fragmentado está destinada a posicionarse como una obra de culto y aunque su director abusó de las “vueltas de tuerca narrativas” en el pasado, aquí el recurso es totalmente justificado. James McAvoy también muestra el talento que ha tenido siempre, pero que se ve poco salvo grandes filmes como Filth (2013) y El Último Rey de Escocia (2006), y quien además está flanqueado por el carisma de Anya Taylor-Joy (La Bruja) y el oficio de Betty Buckley (Carrie, Frenético). Shyamalan esta vez se lleva los aplausos en forma totalmente justificada, y quizá también un abrazo con aquella acertada referencia a su filme El Protegido (2000). Es en este final en donde el director, probablemente, está más consciente que el público y la crítica en cuanto al tiempo perdido, a la vez que intuye que en Fragmentado logró diseñar un filme como aquellos que sorprendieron hace más de 15 años.

Título: Fragmentado (Split) / Director: M. Night Shyamalan / Intérpretes: James McAvoy, Anya Taylor-Joy, Betty Buckley, Haley Lu Richardson y Jessica Sula / Año: 2016.