La última incursión cinematográfica de Ridley Scott ha provocado diversos comentarios, desde buenos, tibios y algunos totalmente ingratos. Se ha comentado del director de Gladiador que no innova o que es demasiado preciosista, que su nueva precuela de Alien era innecesaria por tratarse de una franquicia agotada en ideas. Otros han dicho que Ridley se mantiene en forma, aportando con su último proyecto conceptos vinculados a la creación y la inteligencia artificial.

Lo cierto es que Ridley con casi 80 años de edad dirige con la vitalidad de un cineasta de 30. Su visión acerca de los grandes espacios, su sentido del espectáculo y su preocupación por la puesta en escena se ha mantenido intacta desde Los Duelistas, su primer largometraje en 1977. En dicha película dos soldados tienen una eterna rivalidad a través de las guerras napoleónicas. Era una historia sobre la venganza y la discordia sin motivos aparentes, si bien en ella se escurrían conceptos relacionados a la diferencia de clases. La experiencia de Ridley como publicista ha estado presente, en mayor o menor medida, en toda su filmografía. A partir de Los Duelistas emergió un director clasicista, pero preocupado de la forma y sus posibles efectos en los sentidos de los espectadores (un estilo que antes cultivó el cineasta británico David Lean). En Scott, casi siempre, todo ha sido a gran escala teniendo como telón de fondo diversos episodios de la historia. La multiplicidad cultural en centros urbanos tecnologizados carentes de humanidad (Blade Runner, 1982), la confrontación trascendental entre el bien y el mal (Legend, 1985), la emancipación social y sexual de la mujer (Thelma y Louise, 1991), los vicios del viejo mundo en el continente americano (1492: La Conquista del Paraíso, 1992), el choque militarizado entre occidente y oriente (La Caída del Halcón Negro, 2001) y la soledad del ser humano en otro planeta (The Martian, 2015) son algunos de los tópicos presentes en sus obras.

Ahora con Alien Covenant desarrolla un filme sobre un guión mucho más pulido de lo que fue Prometheous (2012). La escala es mayor en una historia sobre una misión terrestre en camino hacia una nueva colonia. Durante la travesía descubren una señal proveniente de un desconocido planeta, lugar en el cual retomamos la historia del androide David (Michael Fassbender) y de su malograda misión Prometheous con la doctora Elizabeth Shaw (Noomi Rapace). La nueva aventura incluye ingredientes conocidos: nave gigantesca, descubrimiento de nuevo planeta, exploración, infecciones, mucha sangre, gritos, nuevos aliens, sobrevivencia y escape, además de la retórica sobre la creación, el sentido de trascendencia, el genocidio y el mito de Frankestein entendido como los peligros de jugar a ser Dios y sus consecuencias.


Las escenas de gore y de algunos aliens correteando a los protagonistas están presentes y, como suele suceder en el cine de Scott, se visualizan momentos muy bien logrados. Hay suspenso y el montaje es rápido y conciso (quizá demasiado apurado hacia el final). Sin embargo, pareciera ser que a Scott lo que menos le importa son los célebres monstruos espaciales, ya que en Alien Covenant el foco son los androides David y Walter interpretados por Fassbender, quien humaniza a dos robots en una interpretación desoladora y que en ocasiones provoca más miedo e incertidumbre que las alimañas que habitan en el filme.

En la primera escena de Alien Covenant un recién creado David conoce a su padre-creador en la figura de Peter Weyland (Guy Pearce), el mandamás de las empresas Weyland Yutani. La escena es fría porque se trata de un robot que es capaz de identificar diversas obras e inventos de la historia del hombre, si bien todavía no comprende el sentimiento detrás de aquellas creaciones, menos sus motivaciones. Aun así, Weyland le da el espacio necesario a David para que tomé sus primeras decisiones, entre ellas, la elección de su nombre y la de tocar en un piano una pieza de Wagner. Esta escena funciona como si se tratase de un prólogo que incluye una advertencia, la misma que Scott utilizó en Blade Runner y que se vincula con el desarrollo de una inteligencia artificial más deshumanizada que el propio ser humano. David se conduce por el misterio, siendo su desdén hacia el hombre y otras razas una representación del nazismo y la selección de las especies. Sabe que el hombre apenas subsiste en el mundo tecnologizado que inventó en contraposición a su mortalidad natural. Scott profundiza en dicha idea, mostrando al hombre como un ser descartable en una sociedad en que prevalecen las corporaciones y la admiración hacia la simplicidad de un monstruo autosuficiente y letal como son los aliens diseñados por el sueco H.R. Giger.


Alien Covenant no es la mejor cinta de la franquicia, pero está más cerca del primer Alien de Scott y de la visión high tech de James Cameron plasmada en Aliens (1986). Tampoco busca comunicar una filosofía exagerada sobre la vida y la muerte como lo hizo David Fincher en Alien 3, proyecto que pasó por muchas manos incluida la del cineasta Vincent Ward (conocido por sus puntos de vista trascendentales y rebuscados en filmes como The Navigator y Más Allá de los Sueños). A diferencia de Prometheous, Alien Covenant es mucho más consciente del origen de la franquicia. Lo anterior se aprecia fácilmente en los créditos, en la música de Jed Kurzel con pasajes inspirados abiertamente en el score de Jerry Goldsmith de 1979 y en Katherine Waterston, quien rememora en físico y carácter a la Teniente Ripley de Sigourney Weaver.

Ridley Scott sigue en forma y no pretende retirarse de la industria. Probablemente, está más consciente que nunca sobre su aporte al cine estadounidense. Alien Covenant y Blade Runner 2049 (producida por Scott y dirigida por Denis Villeneuve) son expresiones sobre el impacto cultural y permanente interés de cinéfilos y espectadores (y también de la crítica especializada) por los trabajos del director de Gladiador. En varias oportunidades el director británico ha señalado que le interesa más la taquilla que los reconocimientos, lo que es difícil de creer porque Scott siempre ha sido un cineasta con un ego enorme al igual que la magnitud de sus películas. Alien Covenant es el testimonio de un cineasta crepuscular y que actualmente está en plena actividad (como el caso de Eastwood, Verhoeven y Polanski). Lo interesante es que los seguidores de Scott siempre estamos pendientes de sus nuevos estrenos, esperando que alguno de estos tenga el impacto visual y cultural de sus primeras obras. Ahora bien, lo importante es que Scott sigue siendo “el director” que orquesta sus historias y escenas a gran escala, algo que pocos hacen en la actualidad y que recuerda también al Hollywood de Anthony Mann (La Caída del Imperio Romano), Joseph L. Mankiewicz (Cleopatra) y Richard Brooks (Lord Jim). Alien Covenant es una obra que sobrecoge a nivel visual y que además implica un aporte en contenidos a la ciencia ficción, un género que a veces se pierde en efectos especiales. Ridley Scott no se ha perdido. Al contrario, sus obras siguen más críticas y pertinentes que nunca.

Título original: Alien Covenant / Director: Ridley Scott / Intérpretes: Michael Fassbender, Katherine Waterston, Billy Crudup, Danny McBride, Demián Bichir y Guy Pearce / Año: 2017.