Stanley Kubrick no sólo fue el reputado, obsesivo y perfeccionista director de cine que todos conocemos, y uno de los más atípicos de la industria cinematográfica moderna. También fue un ávido cinéfilo que iba al cine tantas veces como podía, independiente del género, director o intérprete que estuviese en pantalla. Uno de sus filmes favoritos de fines de los 80´ era Spoorloos del francés de George Sluizer, quien en varias entrevistas comentó sobre el interés del director de Lolita sobre su obra. Ambos mantuvieron largas conversaciones telefónicas, situación que ni el propio Sluizer a veces podía creer.

Spoorloos es cálculo y perversidad en torno a la desaparición de Saskia (Johanna ter Steege), quien junto a su novio Rex (Gene Bervoets) se detienen en una estación de servicio. Es en este lugar de indudable conectividad y tránsito de personas en donde se perderá el rastro de la joven, provocando en Rex la perplejidad y obsesión de quien no sabe nada. Sin rastro, sin testigos y sin descanso se iniciará el padecimiento afectivo de un hombre trastocado por el destino, uno por lo demás incierto y cruel.

Sluizer abraza con ingenio algunos códigos hitchkoneanos, a la vez que como espectadores nos invita a reflexionar sobre la fragilidad del ser humano cuando éste pierde identidad en el bullicio y en la masa. Lo interesante de Spoorloos es que se trata de un filme sobre la obsesión de quien ha sido mutilado a nivel afectivo por medio de un secuestro, el que no se sustenta en el dinero y tampoco en la maldad, sino en la atractiva posibilidad de cometer un crimen y en salir impune de ello. Detrás del secuestro de Saskia hay un hombre de familia, padre amoroso y ciudadano modelo. Raymond Lemorne (un excepcional Bernard-Pierre Donnadie) esconde bajo un velo de rectitud moral el tedio de alguien que desde adolescente se ha preguntado si puede o no ir más lejos, siendo lo más distante la posibilidad que implica destruir una vida.

La cámara de Sluizer explora la retorcida agenda de Raymond como si se tratase de una gran preparación culinaria, cuyos ingredientes son la paciencia, el autocontrol y la frialdad. Cometer un crimen perfecto supone dedicación y atención por los detalles, pero también silencio y mucha perspicacia. Dichos elementos fascinaron a Kubrick y también son los que hicieron de Spoorloos una obra fría, casi matemática en la que Rex, la pareja de Saskia busca desesperadamente la oportunidad de redimirse por su falta de atención.

En Europa, Estados Unidos y en Latinoamérica se producen cientos de desapariciones cada año, ya sea de niños o adultos. Detrás de estos hechos hay crímenes o simplemente la necesidad de desvanecerse en medio de la nada. Spoorloos habla del vacío de quienes quedan con la incertidumbre, aun cuando han pasado años y se han sumado nuevos recuerdos.

El éxito de Sluizer con Spoorloos explotó a fines de la década más superficial y consumista del último siglo, una en la que también era fácil perderse a nivel físico y afectivo. Esto le permitió la realización de un remake bajo tutela hollywodense con el nombre de The Vanishing (1993). Aquí el protagonista era Kiefer Sutherland, la mujer desaparecida era Sandra Bullock (en sus primeros años como intérprete) y Jeff Bridges era el hombre de familia dispuesto a demostrar una teoría por medio del asesinato. Es relevante reconocer que el filme está muy bien realizado, a la vez que transmite los mismos cuestionamientos de su predecesora. A ello se suma el perturbable score de Jerry Goldsmith y el oficio de Bridges, cuya caracterización es tan repugnante y fascinante como la de Bernard-Pierre Donnadieu. Sin embargo, la versión que cautivó a Kubrick sigue siendo Spoorloos, filme que es una de las historias más atípicas y reflexivas en torno a la imagen de un psicópata, el cual habita en una familia siempre compuesto y vestido de traje.

George Sluizer dirigió poco y en 2014 partió a otro mundo, siendo su principal legado una película que sorprende por su simpleza técnica y escénica, y también por un nivel de profundidad narrativa, la que mostró el corazón de un padre amoroso en apariencia, pero que siempre estuvo podrido y desviado. Spoorloos es el hombre bueno y también el malo que habita en silencio algunos recovecos de nuestra alma.

Título original: Spoorloos (The Vanishing) / Director: George Sluizer / Intérpretes: Bernard-Pierre Donnadieu, Gene Bervoets, Johanna ter Steege y Gwen Eckhaus / Año: 1988.