La idea de las almas en pena transitando entre nosotros no es una novedad, ya que el cine se ha nutrido de historias sobre espíritus, malvados o inocentes, que están ahí para atormentarnos y acechar nuestros sueños. Está la idea cuasi romántica de ángeles que velan por nuestra seguridad (Las Alas del Deseo de Win Wenders), demonios traviesos en contexto de espectáculo (Poltergeist de Tobe Hopper), tormentos psicológicos (Los Inocentes de Jack Clayton) o la investigación de carácter parapsicológico que busca descubrir algún tipo de remanente espiritual después de la vida (La Legenda de la Casa del Infierno de John Hough y también The Hunting de Robert Wise). Todas estas historias se sustentan en el convencionalismo de lo paranormal, de seres espectrales que no pueden ser explicados y cuyas acciones suelen producirnos como espectadores un terror profundo hacia lo desconocido e inexplicable.

El cineasta David Lowery (Ain´t Them Bodies Saints) se despoja del miedo y los golpes de efecto. En A Ghost Story busca adentrarse en un terreno mucho más metafísico, el cual se vincula con el tiempo. Una joven pareja duerme en forma apacible durante la noche hasta que sienten un ruido que los despierta. Se levantan y revisan la casa en la que viven, si bien no encuentran nada. Aquí se insinúa la idea de una presencia, del posible origen de ruidos que usualmente son un misterio. Posteriormente, el hombre fallece en un accidente. La mujer encara la difícil situación de reconocer el cuerpo de la persona que debería haber amado por siempre. Al final se retira y pasados algunos minutos de quien había sido un ser humano de carne y hueso surge un espíritu que se levanta de la camilla bajo la sabana que lo cubría. A partir de dicho momento el filme se transforma en una obra experimental, cuya importancia ya no es la historia, sino las sensaciones. Estamos ante una obra que trata de dar algún tipo de respuesta a cuestionamientos que son atingentes a la identidad del hombre y a su permanente deseo de trascendencia.

A Ghost Story es una película que habla del duelo y de aquellas almas que por diversos motivos no pueden desconectarse de lo terrenal, ya sea durante años, décadas o siglos. En la pantalla sólo vemos a un ser cubierto bajo una sábana blanca y con apenas dos agujeros que expresan la imagen de los ojos. Es la figura del fantasma clásico que no produce miedo, sino extrañeza y curiosidad. Lowery utiliza dicho arquetipo cultural, es decir, un referente visual universal y que es reconocido en diversas culturas como una idea sobre lo espectral. Sin embargo, su apuesta va mucho más allá al tratar de escudriñar las motivaciones de aquel espíritu errante que deambula por habitaciones siempre observando la corporeidad de quienes aún están con vida.

El filme también es una reflexión sobre el tiempo, el que probablemente es distinto para los espíritus. La inmaterialidad conlleva otros efectos que permiten ser testigo de las distintas personas que suelen habitar un lugar. La imagen de un ente deambulando entre nosotros es una idea perturbadora, pero lo es aún más cuando dicho espectro sólo puede observar, escuchar y destruir cosas cuando está con rabia. En A Ghost Story se siente la espera, el tedio y cierto determinismo. El pensamiento de una eternidad arraigada al dolor y a la imposibilidad de comunicarse con los demás es un resultado terrorífico, sobre todo, cuando un fantasma olvida quién fue en realidad. El filme de Lowery destaca por su sencillez y complejidad. Su visualización recuerda la opresión de filmes como El Sacrificio de Andrei Tarkovsky y en ello radica su valor porque se trata de una obra que busca comunicar nuevas ideas, además de reformular la figura del espectro. Lo anterior, poniéndonos desde su punto de vista, y también desde sus miserias y límites.

A Ghost Story no es un filme sencillo de ver. En ocasiones parece ser que estamos ante un poema filmado. Son momentos e imágenes que impactan por su belleza y también por su capacidad para transmitir una tremenda sensación de soledad, en este caso del fantasma que deambula por lo que antes había sido su casa y en cuyo terreno se edifica un moderno edificio. La idea del espíritu que permanece en el mismo lugar hasta el fin de los tiempos es sobrecogedora. Estos elementos posicionan a Lowery como un cineasta que no esconde ciertos paralelismos con realizadores como Terrence Malick, a la vez que muestra una visión particular del mundo y de nuestra mortalidad, y también de la supuesta soledad inherente a la trascendencia espiritual. La experiencia de A Ghost Story es difícil, pero vale la pena porque se trata de una obra arriesgada que nos hace preguntarnos sobre el significado de la vida y de aspectos que a veces preferimos obviar por simple terror a un ámbito desconocido que tarde o temprano tendremos que encarar.

Título original: A Ghost Story / Director: David Lowery / Intérpretes: Casey Affleck y Rooney Mara / Año: 2017.