El cineasta Rob Reiner brilló en Hollywood por casi 10 años. Entre 1984 y 1992 dirigió sólo éxitos de crítica y público. Títulos como This is Spinal Tap, The Sure Thing, Cuenta Conmigo, La Princesa Prometida, Cuando Harry Conoció a Sally, Misery y Cuestión de Honor demostraron su capacidad como realizador, además de su versatilidad para trabajar con géneros como la comedia o el drama. El hijo de Carl Reiner lo tenía todo, es decir, fama, poder, la confianza de los grandes estudios y, sobre todo, el respaldo de los espectadores. Es cierto que nunca ha sido un autor y también es importante aclarar que su cine carece de complejidad visual y estética. Lo que sí es indudable es que las películas indicadas muestran a un director con profundas raíces en el cine clásico, además de ser un buen contador de historias.
La buena racha de Reiner finalizó estrepitosamente en 1994 con el estreno de North, filme sobre un niño (Elijah Wood) que demanda a sus padres para buscar una nueva familia, una que realmente se dedique a él y a sus necesidades. En su búsqueda paternal se encuentra con diversos personajes, entre ellos, Bruce Willis disfrazado de conejo y en color rosado. No es necesario profundizar más sobre esta película, pero si es relevante decir que Reiner, a partir de dicho filme, ha desarrollado una filmografía irregular, la que nunca se ha acercado al éxito que tuvo entre 1984 y 1992.
El filme más logrado de Rob Reiner es Misery, cuya historia se adaptó de una novela homónima de Stephen King. El escritor más reconocido en relatos de terror y suspenso a nivel mundial siempre ha estado conectado a Reiner, quien logró retratar en pantalla algunas de las principales influencias y obsesiones del novelista de Maine. En Cuenta Conmigo tomó un relato corto de King, el que ahondó en forma indirecta en la infancia del escritor de Christine y en sus motivaciones como autor literario. Con Misery fue más lejos al profundizar en el proceso creativo. Lo anterior, al introducirse en la mente de Paul Sheldon (James Caan), célebre escritor de novelas rosa que en medio de una tormenta de nieve es rescatado por Annie Wilkes (Kathy Bates), una solitaria fanática de sus obras.
En el filme, Reiner profundiza sobre la relación entre novelista y la obsesión de una seguidora. Misery se sustenta en pocos escenarios, siendo una habitación la prisión de Sheldon, el que es acosado y amortajado por su supuesta rescatadora. Lo interesante de la película es cómo Reiner va mostrando la progresión de Wilkes, mujer que de enfermera se transforma en una odiosa carcelera. Las escenas entre Sheldon y Wilkes promueven el suspenso hitchkoneano de rigor, mostrando la violencia como catalizador del proceso creativo.
Misery es una obra física y psicológica, cuya sensación de opresión concluye con la destrucción de la voluntad. James Caan, quien debería haber sido nominado al Oscar como Mejor Actor en 1990, se luce con caras y gestos que expresan dolor, rabia y frustración. Como espectadores empatizamos con el escritor atrapado en lo que parece ser una inofensiva casa en medio de la nieve. En la película abundan los simbolismos. Sheldon es consciente de la mediocridad de sus obras, quien también desea desesperadamente salirse de las historias de Misery que le han dado fama mundial, pero no el reconocimiento de sus pares. La nieve representa su falta de creatividad hasta que Wilkes se transforma en el catalizador para comenzar una nueva carrera, aún si ello implica la coacción física y social. El curtido guionista William Goldman (Marathon Man, Todos Los Hombres del Presidente) introduce elementos que van materializando la reconversión del escritor de los primeros minutos del filme a una persona violenta y vengativa. A su vez, Kathy Bates desarrolla uno de los personajes más despreciables que se han creado para el cine. Es detestable en todo lo que hace y desde la tribuna de los espectadores, al igual que Paul Sheldon, sólo deseamos matarla. Es innegable que Misery pone a prueba la moralidad del espectador.
A veces en los filmes sobre psicópatas o asesinos es usual que tanto realizadores como guionistas introduzcan escenas para tratar de humanizar o comprender al monstruo que tenemos en pantalla. Lo curioso es que en Misery no hay nada de ello. Al contrario, el filme se esfuerza por hacer del rol de Kathy Bates una abominación. Recuerdo que vi esta película en 1990 y quedé pasmado por el trabajo de sus dos protagonistas. En aquella época sentí odio por Wilkes y ahora, más de 30 años después, prácticamente siento el mismo desprecio por dicho personaje. Lo anterior da cuenta de la excelente construcción argumental de la película, cuyos roles están muy bien delineados. Wilkes es la fuerza castradora de Sheldon, lo consume, lo agota y, en forma paradójica, le ayuda a convertirse en un mejor escritor. Esta experiencia traumática le quita sus miedos como autor.
Misery transcurre principalmente en una habitación. En la obra perdura la sensación de un ambiente claustrofóbico, en especial, cuando Reiner astutamente utiliza encuadres cada vez más cerrados de ambos personajes. La cámara los somete al espacio en donde se dará rienda suelta a sus verdaderas identidades. Se podría decir que Misery muestra cómo el fanatismo puede apropiarse de la voluntad de quien es idolatrado.
El filme de Reiner ha conservado su jovialidad. Todavía exhibe una frescura narrativa sin la necesidad de recurrir a giros argumentales que sólo buscan la sorpresa. Misery es el paso desde la civilidad hacia la bestialidad detrás de las hermosas palabras de quien suele tener talento en torno a la escritura. Kathy Bates (Dolores Claiborne) obtuvo un merecido Oscar a Mejor Actriz, creando el epítome de lo que significa ser una mujer mentalmente enferma en pantalla.
Todavía tengo la esperanza de que Rob Reiner estrene la gran obra de su vida como realizador. Sin embargo, y por el momento, Misery es un excelente testimonio de su talento, del de Bates y de Caan. Nunca olvidaremos escenas como cuando Wilkes lastima las piernas de su amado Paul Sheldon o cuando dice con orgullo “Soy tu fan número 1”, mientras el atribulado escritor la mira desconfiado y temeroso de lo que le deparará el destino. Sin duda, estamos ante una joya fílmica de los años 90`.
Título original: Misery (Miseria) / Director: Rob Reiner / Intérpretes: James Caan, Kathy Bates, Richard Farnsworth, Frances Sternhagen y Lauren Bacall / Año: 1990.