Ilusión o realidad, la industria del cine citándose a sí misma y la manipulación orquestada hacia un fin creativo y, en apariencia, más trascendental que cualquier vida humana. Estos elementos son los que propone el director Richard Rush, quien en 1980 dirigió una de las mejores sátiras sobre y contra Hollywood.

The Stunt Man inicia sus primeros minutos con un convicto y veterano de la Guerra de Vietnam (Steve Railsback). Se trata de un hombre buscado por la justicia de quien no se revelan mayores antecedentes. Sólo se puede concluir de que se trata de un sujeto bastante atlético, el que logra esquivar con astucia a sus potenciales captores hasta que accidentalmente cae en medio de la filmación de una película. El problema es que al principio no sabe dónde está parado hasta que un accidente le da la oportunidad de usurpar una nueva identidad, la de un doble de riesgo. Lo anterior, gracias a Eli Cross (Peter O´Toole), cineasta megalomaníaco que filma lo que parece ser una gran película sobre un intrépido soldado durante la Primera Guerra Mundial.

En una entrevista en 1980, el director galo François Truffaut dijo que The Stunt Man Había captado su atención, lo que no es casual. El autor de Los 400 Golpes también se aproximó a la idea del cine como proceso creativo y también como el resultado de una fuerza colectiva, especializada en diversas áreas, que termina por obsesionarse ante la idea de hacer una película. Dicho interés quedó plasmado en el filme La Noche Americana, que hoy es considerada una verdadera carta de amor al cine, a su inventiva y a la satisfacción emocional de crear cine, además de todas las historias personales y anónimas alrededor de esta expresión artística.

Lo que hizo Truffaut fue una declaración de principios a diferencia de Rush, quien plantea directamente los juegos de poder en torno a la industria del cine, la que está dispuesta a destruir la moralidad de cualquier persona con tal de ver el resultado anhelado en pantalla. La visión de The Stunt Man es mucho más cínica. Guionistas, técnicos, dobles de acción e intérpretes transan lo que sea con tal de apalancar y hacer posible las exigencias que implica la producción de un filme. También está la necesidad de complacer al director que montado desde una grúa observa a su pequeño y leal ejército de técnicos y ayudantes desde la altura. Es la imagen de un semidiós que lo controla todo, desde la causa hasta los efectos.

The Stunt Man es fascinante en escala y exageración. Peter O`Toole fue nominado al Oscar como Mejor Actor en ocho oportunidades (Lawrence of Arabia, Becket, The Ruling Class, Venus). Al final sólo recibió el trofeo en formato honorífico y casi no lo aceptó. Bueno, en el filme de Rush realiza uno de sus trabajos más complejos. Eli Cross es un manipulador nato. Se vida yace en el riesgo, aún si aquello signifique ayudar a un criminal o pasar por alto el fallecimiento de un colaborador. Cada una de sus apariciones en pantalla es sublime. Como espectadores no sabemos si estamos ante un diablo o ante la presencia de un ángel (idea que se transmite en el poster oficial de la película).

Otro punto relevante del filme es la forma en que muestra cada proceso creativo en la concepción de la película. Las escenas de riesgo, la posición de las cámaras, el espacio interpretativo y cierta psicosis que es muy propia del cine americano, lo que se entiende como la necesidad de, literalmente, volarlo todo. En La Noche Americana estaba la delicadeza del cine, además de las influencias detrás de la idea del autor, muy desde la línea de ¿Qué es el Cine? del escritor y crítico de cine francés André Bazin. La situación es totalmente contraria con The stunt Man, obra que se sustenta en la parafernalia y en el poder del cine como herramienta de sugestión y manipulación.

Richard Rush muestra en pantalla el alcance de una producción Hollywoodense. Años más tarde, el cineasta Robert Altman realizó una sátira en torno a ejecutivos, productores y la fama en The Player. The Stunt Man carece del relato coral del director de Mash, pero es todavía más relevante porque su génesis se escenifica sobre lo que los espectadores entienden y comprenden como fábrica de sueños. Rush incluso se ríe de la falta de gusto en algunas escenas o bien de los clichés del cine americano.

The Stunt Man es la obsesión por filmar en 35 milímetros a toda costa, sin dosificaciones y sin decoro. En la película hay escenas muy bien logradas, siendo una de ellas el diálogo de Eli Cross desde una grúa hacia su nuevo discípulo. Desde este aparato lo lleva hasta la altura y le muestra parte del encanto del cine, en donde la realidad es en apariencia mejor a partir de diferentes ángulos. Después de The Stunt Man la carrera de Rush se estancó y en 1994 volvió detrás de cámara con El Color de la Noche, un filme censurado con Bruce willis y del cual no tuvo ningún control creativo. Su caso es muy extraño y quizá la crítica que hizo a Hollywood con The Stunt Man terminó saliéndole muy cara. De cualquier forma, el filme está ahí para ser redescubierto, para admirar su potencia, su desenfreno y locura. No es casual que obtuviese tres nominaciones al Oscar en los apartados de Mejor Director y Guión para Rush, y también de Mejor Actor para el bueno de Peter O`Toole, quien nos dejó un tremendo regalo: una de las interpretaciones más sugestivas de los primeros años de la década del 80`. The Stunt Man es un filme esencial y una obligación para todo cinéfilo, en especial, para quienes hablan de cine.

Título original: The Stunt Man (también conocido como Profesión: El Especialista) / Director: Richard Rush / Intérpretes: Peter O`Toole, Steve Railsback, Barbara Hershey, Allen Garfield, Alex Rocco, Adam Roarke, Sharon Farrell y Philip Bruns / Año: 1980.