Anteriormente hablé sobre Vivir y Morir en Los Ángeles, relato policial ochentero dirigido por William Friedkin, director de conocidas obras como Contacto en Francia y El Exorcista. Esta vez quiero comentar Sorcerer, uno de sus descalabros financieros y de crítica, y también una de sus mejores obras. El filme no es un remake, sino una actualización de la película El Salario del Miedo de Henri-George Clouzot, quien se basó en la novela homónima de Georges Arnaud. Clouzot, apodado el Hitchcock francés, trabajó el suspenso en torno a un relato de pobres diablos que para ganar algo de dinero aceptaban una misión casi suicida: transportar explosivos muy inestables a través de camiones que debían cruzar diversos caminos en medio de la selva.
Sorcerer de Friedkin arranca con diferencias. Tenemos a cuatro tipos que se ven forzados a dejar su vida. Estos son un hombre de negocios francés que cometió una estafa (Bruno Cremer), un sicario (Francisco Rabal), un terrorista palestino (Amidou) y un gánster estadounidense (Roy Scheider). Friedkin filma la debacle social de estos sujetos, los que abandonan sus vidas escondiéndose en un pueblo de mala muerte en Latinoamérica. Son fugitivos que en este nuevo lugar se les presenta la oportunidad de recuperar sus autoestimas. La posibilidad de llevar nitroglicerina surge como una prueba dirigida a la redención de estos hombres, quienes lo han perdido todo salvo la vida.
Sorcerer tiene pocos diálogos, siendo su mayor conflicto la misión imposible que finalmente aceptan los cuatro protagonistas. En ocasiones parece que asistimos a un viaje al infierno o más bien hacia una especie de purgatorio húmedo y caluroso. Entre estos hombres hay desconfianza y también vergüenza. Es casi como escapar de todo, de la identidad, de cualquier rastro de humanidad. A bordo de los oxidados camiones cargados de explosivos se siente la culpa, la desesperación y cierta tragedia porque ninguno de los conductores y copilotos podrá volver a sus vidas pasadas. Hay algo de desenfreno y locura en sus decisiones, en querer arriesgar la vida porque en el día a día no tienen nada. Lo único que les hace compañía son sus recuerdos, los de una vida desperdiciada para caer en las fauces del anonimato más crudo. Friedkin juega con la idea del pasado, de aquellas personas que hemos visto en nuestra vida en un estado de perpleja precariedad, situación que a veces tiene orígenes desconocidos. También predomina la idea de las personas de otras nacionalidades que viven ocultas escapando de sus pasados en lugares olvidados tanto por Dios como por el diablo.
Se produce la explosión de una plataforma de extracción de petróleo y la única forma de apagarla es a través de explosivos que se encuentran al otro lado de la selva. Estos sólo pueden transportarse por camión, ya que cualquier vibración de más podría significar el fin de todo. El problema es identificar a los conductores idóneos y para ello se realiza una competencia. Los cuatro hombres del principio salen seleccionados, lo que parece más una condena que una oportunidad.
Friedkin aplica su acostumbrado estilo documental en las escenas del filme, mostrando de paso la miseria en donde se sitúan los cuatro protagonistas. La posibilidad de ganar dinero representa el “boleto” a la libertad, de salir del país en donde se han escondido por meses o años. El sugestivo score de Tangerine Dream transmite la complejidad de la selva, sus dificultades. Los camiones avanzan por caminos de terror hasta llegar a la icónica imagen cuando en medio de una tormenta tratan de cruzar un puente colgante sobre un río. Aquella escena es la proeza visual de Sorcerer, es decir, cómo se puede sacar adelante una película que se rodó con muchas dificultades.
El director de Cruising señaló que después del éxito de Contacto en Francia y de El Exorcista estaba viviendo la buena vida, con casi cuatro años sin dirigir. En su mente se instaló la idea de hacer una película que se alejara de su zona de confort en la línea de obras que admiraba como El Tesoro de la Sierra Madre de John Huston. Señaló que había visto El Salario del Miedo de Clouzot y vio la oportunidad de hacer algo nuevo. La realización de Sorcerer fue un martirio para Friedkin y la producción, si bien el cineasta señala que hasta la fecha es su mejor obra, independiente de los cortes que tuvo. Recién con la aparición del formato blu ray pudo concretar su sueño, el de ver su filme lo más parecido a lo que imaginó en pantalla.
Para Sorcerer, Friedkin quería de protagónico a Steve McQueen y también hubo otros nombres involucrados como Robert Mitchum, Lino Ventura y Marcelo Mastroianni. Sin embargo, los roles quedaron en Scheider, Cremer, Rabal y Amidou, lo que también fue un acierto. Esto porque eran actores menos conocidos por el público otorgándole al filme una mayor sensación de autenticidad. Como suele suceder en el mundo del cine, a Friedkin le dieron la espalda y lo trataron pésimo después del estreno del filme. Sin embargo, y con los años, Sorcerer se convirtió en una obra de culto y en uno de los relatos cinematográficos más estimulantes del cine estadounidense de los años 70` y que lamentablemente fue eclipsado por películas como Star Wars.
Sorcerer es un tipo de cine que combina el respaldo financiero de un gran estudio, pero que finalmente se rodó con dificultades, en la mismísima selva. El cansancio y desgaste que se ve en pantalla es real. Nunca olvidaré la imagen de aquellos camiones, uno con forma de rostro humano, que intentaban cruzar el peor puente de la historia del cine. Estamos ante una película monumental, cuyos protagonistas son tanto héroes como villanos. William Friedkin realizó una obra espectacular en puesta en escena y en contenido. Tampoco olvidaré aquel final con Roy Scheider bailando a segundos de un final del que nunca pudo huir. Una obra imperdible que muestra el talento de uno de los grandes directores de Hollywood.
Título original: Sorcerer (También conocida como Carga Maldita o El Salario del Miedo 1977) / Director: William Friedkin / Intérpretes: Roy Scheider, Bruno Cremer, Francisco Rabal, Amidou, Ramon Bieri y Friedrich von Ledebur / Año: 1977.