Acabo de ver de en dos días los 10 capítulos de la primera temporada de Castle Rock, serie de la plataforma Hulu creada por Stephen King y J.J. Abrams. El resultado fue totalmente satisfactorio y adictivo no sólo porque me involucré en su historia, sino por la posibilidad de conectarme con todos aquellos elementos de la literatura del autor de Carrie.

Castle Rock es un pueblo ficticio situado en la localidad de Maine, el cual creó Stephen King y en donde suele transcurrir la mayoría de sus historias (los otros pueblos son Derry y Jerusalem`s Lot). La serie se inicia con dos eventos: en 1991 se produce el hallazgo de Henry Deaver, niño que llevaba 11 días desaparecido. Después saltamos a 2018, puntualmente al suicidio de Dale Lacy (Terry O`Quinn), alcaide de la prisión Shawshank. Luego, se produce el hallazgo de un misterioso joven (Bill Skarsgård) que al parecer lleva encerrado varios años en una jaula de acero en un sector abandonado por más de 25 años en Shawshank. El extraño sujeto sólo pronuncia el nombre de Henry Deaver, quien en el presente ya es un adulto y abogado interpretado por André Holland, quien finalmente retorna al pueblo que quiso olvidar.

Mi intención no es contar demasiados aspectos de la historia de Castle Rock. Lo que sí quiero analizar es la originalidad de la serie y cómo ésta se conecta con gran parte de la literatura de Stephen King. Hay guiños a Cujo, El Resplandor, La Zona Muerta y Cementerio de Animales, entre otras historias. Todo lo anterior en torno a la idea del mal como una manifestación omnipresente en un pueblo condenado a estar maldito y en donde las tragedias, asesinatos, accidentes y extraños episodios son pan de cada día. En el mundo de King el mal yace latente. Es prolijo, rápido y, sobre todo, manipulador. No actúa directamente, ya que su terreno es cómo influye en los demás. Es un catalizador de nuestras más horribles bajezas, a la vez que nos seduce. No se le puede eliminar porque la única defensa es no creerle, además de contenerlo en donde sea.

Castle Rock se cocina a fuego lento e intriga como otros productos creados por J.J. Abrams (LostAlcatraz y la trilogía fílmica de Cloverfield), pero su gran valor está en la cuidada puesta en escena y, en particular, en la ambientación. Las casas, calles, bosques, sótanos y tenues luces de Castle Rock literalmente nos transportan hacia esta ciudad ficticia, la que está a punto de explotar en pura maldad. El score elaborado por Thomas Newman (Sueños de Fuga) y Chris Westlake también contribuye a potenciar una permanente sensación de inestabilidad, una que se apodera de cada uno de sus protagonistas.

Estamos ante una serie que utiliza una gran variedad de elementos literales, entre ellos, las premoniciones, los sueños, viajes en el tiempo, teorías sobre el origen del mal y tradiciones orales que en ocasiones no son tan extrañas, sino ciertas y peligrosas. Se agradece la “naturalidad” de la serie porque a pesar de que gran parte transcurre en 2018, pareciera ser que estamos en otro tiempo. Es la vida de un pueblo económicamente en decadencia que se sitúa en una realidad en parte ajena a la tecnología del mundo moderno. Cada capítulo está repleto de historias junto con advertencias sobre el mal que no sólo provienen de evangelios, sino también desde la ciencia. Otro aspecto estimulante es la idea, muy en la línea de King, de que la maldad no se originará en las urbes, sino en medio del anonimato del bosque, de pueblos un poco olvidados que sólo son algunas de las paradas en dirección a las grandes ciudades. Es en este tipo de lugares en los que el mal dará sus primeros golpes. Estos parecerán desconectados unos de otros, pero finalmente son parte de un plan mayor que en la medida en que pasa desapercibido será más eficaz.

Las buenas series del cable o de plataformas streaming suelen ser experiencias adictivas y Castle Rock es una de ellas. Estamos ante una agradable sorpresa -con notables interpretaciones- que muestra que en la vida a veces hay propósitos muy claros, si bien en otros momentos sólo estamos a merced de la confusión más abrumadora. No tenemos idea de las razones de aquellos sucesos genuinamente malos, ya sea los que suceden en una balacera, en un asesinato o en una matanza. Creemos intuir las razones, pero realmente no las hay. Quizá lo único claro es que veces el mal nos observa y en otras lo observamos en silencio o atónitos sin poder hacer absolutamente nada para destruirlo. Esta serie es la mente de Stephen King, la de un autor que nos advierte sobre el mal y sus diversas raíces. La clave es aceptarlo, tenerle respeto y evitar sus tentadores engaños. Ahora sólo queda esperar la segunda temporada, de la que ya se anunció que será una nueva historia, pero siempre en el eterno pueblo de Castle Rock.

Título original: Castle Rock / Creadores: Stephen King y J.J. Abrams / Intérpretes: André Holland, Melanie Lynskey, Bill Skarsgård, Jane Levy, Sissy Spacek, Scott Glenn, Adam Rothenberg, Noel Fisher, Ann Cusack y Jeffrey Pierce / Año: 2018.