Cuando finalizó en pantalla La Mula, la última película de Clint Eastwood, me embargó una pena tremenda. Fui el único en la sala que aplaudió, gesto que fue espontáneo y que resumió mi gratitud hacia un actor y cineasta que ha desarrollado una de las filmografías más relevantes del cine estadounidense. Lo anterior, a partir de un estilo clasicista a nivel visual que bien lo podría conectar con otro gran cineasta como John Huston (El Tesoro de la Sierra Madre, El Hombre Que Quería ser Rey). Recordemos que Eastwood dirigió Cazador Blanco, Corazón Negro, un claro homenaje a Huston que se inspiraba en el rodaje de La Reina Africana. Independiente de la comparación es importante recalcar que el director de Los Imperdonables siempre ha tenido una visión propia. Sus películas suelen hablar de protagonistas que buscan algún tipo de redención producto de las faltas del pasado. Son antihéroes lacónicos y solitarios que luchan desde el anonimato contra las deficiencias del mundo, pero también con traumas que provienen de familias disfuncionales o que simplemente han sido abandonados por diversos motivos. Eastwood es genuinamente un contador de historias, las que suelen ser sencillas en apariencias y que en el subtexto hablan del perdón, la venganza y de la dualidad de los seres humanos entre el bien y el mal.
En La Mula Clint Eastwood se dirige a sí mismo, algo que no hacía desde Gran Torino (2008). En el filme interpreta a Earl Stone, veterano de la Guerra de Corea que durante toda su vida dejó de lado a su familia. En vez de ello, su principal preocupación fue el cultivo de sus lirios, además de ser el centro de atención entre sus amigos y admiradores. Stone prefiere no asistir al matrimonio de su hija para poder estar en una convención de floristas y después en un bar con sus amigos. Sin embargo, la falta de reinvención de su negocio lo lleva a la quiebra y sin dinero recurre a la familia que durante años ha preferido obviar. El recibimiento no es recíproco, pero en el camino aparece una oportunidad para ganar dinero fácil por medio de un trabajo que consiste en transportar droga de un estado a otro. Earl con casi noventa años ve en esta simple tarea una oportunidad, una que también le permitirá aportar dinero a su familia. Sus nuevos empleadores lo llaman `Tata` y confían en él. Earl comienza a ganar cuantiosas sumas de dinero y se codea con los capos de un peligroso cartel mexicano dedicado al tráfico de cocaína. Finalmente, lo que partió bien y como algo inocente termina en desgracia, a la vez que se presenta una oportunidad para que Earl se redima tanto como padre, esposo y ser humano.
Clint Eastwood dirige La Mula con sobriedad, a la vez que transmite puntos de vista que se conectan con la visión de su generación en relación al mundo moderno, uno que es cada vez más apresurado e impersonal por aparatos como el celular. También hay guiños a la multiculturalidad de hoy, así como referencias a la diversidad sexual. El que habla y observa estos cambios con tolerancia es Eastwood, cualidad que enriquece el filme. Pareciera ser que estamos ante una carta de despedida de un director que con casi 90 años no ha parado de dirigir desde los años 70. La Mula, su largometraje en cine número 37, es una visión aguda sobre el mundo contemporáneo, el que a pesar de sus horribles lugares todavía presenta oportunidades para redimirse. Desde otro punto de vista, Earl Stone es un hombre que disfruta la vida. Aprovecha cada momento y en vez de atenerse a un régimen establecido, que podría ser algo usual en alguien de su edad, prefiere improvisar. Lo pasa bien, se ríe, es conversador, ayuda a quienes lo necesitan y su rostro curtido expresa la sabiduría desde los errores y los aprendizajes.
A través de este comentario no puedo dejar de ahondar en algunas ideas más personales que se vinculan con mi admiración hacia Clint Eastwood, cineasta que ha profundizado como pocos en la condición humana desde Play Misty for Me, su primer filme apadrinado por su mentor, el realizador Don Siegel (Dirty Harry). Desde hace décadas que he visto casi todas sus películas en el cine, la mayoría de las veces junto a mi padre. También nunca olvidaré la primera vez que lo vi en pantalla en las películas de la Trilogía del Dólar de Sergio Leone (otro cineasta que también influyó en su carrera). La mirada de Eastwood, sus silencios y aquel caminar seguro y tranquilo con la espalda hacia atrás me mostraron que estaba ante una leyenda viviente del cine. Espero que La Mula no sea su última película, pero esta idea es algo más que perceptible en sus imágenes. A Eastwood le juega en contra la edad, pero su forma de filmar continúa tan aguda como la de cineastas más jóvenes. También recordemos que el director portugués Manoel de Oliveira (The Strange Case of Angélica, Viaje al Principio del Mundo) dirigió pasado los 100 años. Entonces, creo que aún podríamos ver en pantalla nuevas obras del responsable del dueño de la productora Malpaso.
La Mula es una película que fue ignorada injustamente en las recientes nominaciones a los premios Oscar, algo que seguramente molestará a los espectadores y a los seguidores acérrimos del trabajo de Eastwood. Esto es una pena, ya que estamos ante una película muy entretenida que combina tanto elementos dramáticos como cómicos, y con un octogenario Clint Eastwood más inspirado que nunca porque es y siempre ha sido un excepcional cineasta e intérprete.
Título original: The Mule (La Mula) / Director: Clint Eastwood / Intérpretes: Clint Eastwood, Bradley Cooper, Manny Montana, Taissa Farmiga, Andy García, Alison Eastwood, Michael Peña, Jill Flint, Laurence Fishburne, Clifton Collins Jr., Dianne Wiest, Ignacio Serricchio, Noel Gugliemi, Robert LaSardo, Katia Gill y Eugene Cordero / Año: 2018.