En las páginas de Espectador Errante hablamos de El Misionero, estimable filme del británico Richard Loncraine (Ricardo III, 1995). Esta vez rescataremos Brimstone & Treacle, filme que realizó en 1982 junto al primer protagónico de Sting, y que además fue un remake del filme homónimo para la televisión británica de 1976. ¿Qué hace interesante a esta obra con alma independiente? Varias razones, siendo una de ellas la interpretación del ex líder de The Police. En los primeros años de los 80, y producto de sus buenos resultados en Quadrophenia de Franc Roddam, Sting quería probar suerte en el cine. Lo cierto es que la cara de pocos amigos del músico le impidió acercarse a roles heroicos. Lo suyo más bien era el terreno de las interpretaciones de carácter, en particular en roles de villano, siendo uno de los más reconocidos el rol de Feyd Rautha en Dune de David Lynch. Era una época curiosa para los músicos y el cine, teniendo como otros ejemplos a David Bowie en El Ansia de Tony Scott y en Laberinto de Jim Henson; a Tina Turner en Mad Max III: Beyond Thunderdome; y a Phill Collins en Buster.
La experiencia de Sting tampoco era algo nuevo para un músico. Más de una década antes fue el turno de Mick Jagger en Performance y en Ned Kelly; y también Bob Dylan hizo lo suyo en Pat Garrett & Billy the Kid de Sam Peckinpah. Obviamente, todas estas incursiones en cine tuvieron resultados dispares, pero es justo decir que Sting se luce en Brimstone & Treacle, cuya versión original fue bastante controvertida. En la película de 1982 interpreta a Martin Taylor, un joven embaucador que busca en la calle a posibles víctimas. En su camino se cruza con Tom Bates (Denholm Elliott), quien junto a su señora Norma (Joan Plowright) cargan con Patricia (Suzanna Hamilton), una hija en estado catatónico producto de un accidente de tránsito. En un par de horas, Martin consigue llegar a la casa de los Bates haciéndose pasar por un antiguo compañero de universidad de su hija. A través de diversos engaños, Martin comienza a ganarse la confianza de los Bates, a la vez que tiene horribles planes para la hija de este distanciado matrimonio.
El director Richard Loncraine no ofrece explicaciones sobre quién es Martin. No sabemos de dónde viene. Sólo podemos inferir que es una fuerza maligna que gracias a su buena labia, plegarias y encanto se convierte en huésped de una pareja desgastada por la rutina y la culpa. El padre de Patricia vive en remordimiento, en pecado y en deseos que fueron descubiertos por su hija, asunto que finalmente la llevó a su paralización física. Lo interesante es que Tom Bates dirige lo que parece ser una empresa que elabora mensajes para personas que han fallecido. Al igual que Martin, el señor Bates tiene el don de la palabra santa e iluminada, pero por dentro se revuelca en sus bajezas espirituales. En ocasiones, el personaje de Sting es simplemente una especie de catalizador para un padre en falta, cuya moralidad suele ser ambivalente.
Brimstone & Treacle demuestra que Sting no sólo tiene cara de diablo, sino que también es capaz de expresar el mal desde la manipulación. Es un personaje repelente que bien parece un lunático al que dejaron entrar por equivocación a una casa. Bien podría ser el diablo o uno de sus emisarios. Finalmente, son ideas que aparecen en la cabeza del espectador, pero que también provienen del autor Dennis Potter (Gorky Park, Pennies From Heaven), guionista del filme y quien además fue el creador de la obra teatral en la que se basa. A través del filme se deslizan subtextos relacionados al deseo sexual, la culpa y la pérdida de la inocencia que se sustentan en una situación trágica que parece ser la expresión de un castigo patriarcal o bien de un horrible secreto que no resiste más silencios u omisiones. Sting, Elliott y Plowright sobresalen en sus papeles, pero quien termina robándose las escenas es precisamente el creador de Roxanne. Hacia el final de la historia se destapa el secreto y culpa del padre, a la vez que Martin Taylor huye como si fuese una gárgola despreciable en búsqueda de nuevas víctimas. La asociación con este monstruo mitológico no es casual en la escena de los créditos, con dibujos que podrían definir lo que es Martin Taylor y sus propósitos. Quizá esta idea es demasiado rebuscada, pero sí queda claro que Sting representó a un monstruo deshumanizado, una idea abstracta del mal que en forma muy fácil puede entrar a nuestras casas y vidas.
La carrera de Sting como actor tuvo otros títulos interesantes como La Prometida de Franc Roddam, Stormy Monday de Mike Figgis y en The Grotesque de John-Paul Davidson. Sin embargo, nunca sus roles fueron tan recordados como lo que tuvo David Bowie. Es una pena que no haya continuado participando en filmes. Lo que sí queda claro es que podría haber sido un notable secundario, un actor de carácter. Para suerte de nosotros, los espectadores, queda registro de aquel talento en la interesante Brimstone & Treacle.
Título original: Brimstone & Treacle / Director: Richard Loncraine / Intérpretes: Sting, Denholm Elliott, Joan Plowright y Suzanna Hamilton / Año: 1982.