Filme que situó en el escenario fílmico internacional al cineasta australiano Peter Weir, el que además definió su particular estilo contemplativo en torno a historias de personas trastocadas y obsesionadas con espacios naturales, sociales, políticos y artificiales.
La filmografía de Peter Weir es esporádica. Cada cinco o siete años estrena una película, la que suele ser antecedida por la expectación de la prensa y sus seguidores. Lo anterior, porque Weir es más de 40 años de carrera ha consolidado un estilo visual que se sustenta en la descripción de ambientes sociales, políticos, naturales e intrapersonales. La contraposición o choque entre dos ámbitos disímiles suele ser la base del conflicto narrativo de sus obras, a la vez que éste privilegia en lo formal la simetría en el encuadre, la utilización de largas tomas y cierto lirismo visual con guiños evidentes al clasicismo de los filmes de David Lean (Lawrence de Arabia, La Hija de Ryan).
Picnic at Hanging Rock (El Enigma de las Rocas Colgantes) fue uno de los primeros trabajos de Weir, el que se basa en la novela homónima de Joan Lindsay. Ambas obras describen el célebre caso de un grupo de alumnas y una profesora del colegio Appleyard que desaparecieron en el Día de San Valentín de 1900 en Hanging Rock, una formación geólica natural de rocas que se caracteriza por su extensión y elevación. La desaparición de dichas jóvenes es considerada como uno de los casos más enigmáticos en la historia de Australia, el que además ha adquirido ribetes paranormales. Hasta el día de hoy investigadores sostienen que Hanging Rock podría ser un portal hacia otra dimensión, ya que los cuerpos de las mujeres desaparecidas nunca se encontraron.
Weir utiliza esta historia del folklore australiano para escenificar ideas vinculadas a la inocencia y la sexualidad. En Picnic at Hanging Rock las alumnas son la juventud en medio del despertar sexual. Lucen incólumes, femeninas y sensuales en su ingenuidad. La arquitectura del colegio privilegia espacios uniformes y rectangulares en clara alusión al periodo cultural de aquella época (la influencia victoriana de Inglaterra). Estas características contrastan con el terreno agreste de las planicies australianas, en donde el perpetuo estado salvaje acapara todos los espacios posibles. En medio de este panorama resaltan las piedras eternas de Hanging Rock, cuyo subtexto yace en la exuberancia de lo fálico y cavidades de piedra en directa alusión a lo vaginal. Es en este lugar en donde las alumnas experimentan el trastorno de sus sentidos, además de la pérdida de la noción del tiempo.
En Picnic at Hanging Rock el director de La Sociedad de los Poetas Muertos aborda un misterio que es indescifrable, el cual se produce por la contraposición entre naturaleza y civilización. Dicha motivación es una constante en la filmografía de Weir. En La última Ola (1977) el mundo caucásico burgués se enfrentaba a la mitología aborigen en medio del fin del mundo, en El Año que Vivimos en Peligro (1983) un periodista australiano se sitúa en una Indonesia convulsionada a nivel político, y en The Truman Show (1998) un sujeto común y corriente descubre la artificialidad del mundo que le rodea. Este encuentro de mundos coloca a Weir como un naturista, un observador que pone su atención en la fenomenología de las acciones y del medio. Es en la naturaleza, que retrata Weir, el lugar y el espacio en donde se libera lo reprimido, ya sea en acciones sexuales, violentas y artísticas.
Picnic at Hanging Rock es el despertar sexual a través de ciertos deseos desconocidos. Las alumnas que desaparecen experimentan una transformación corporal y cognitiva. Pareciera ser que las rocas, desde la posición de observadores silenciosos, catalizan en las jóvenes mujeres nuevos sentidos. Es el sexo que conduce a la vida, pero en este caso produce la muerte. La fotografía y los encuadres del filme son evocaciones a las musas de Botticelli y a la sensibilidad corporal y fraternal común al género femenino.
En una entrevista sobre dirección Weir señaló que recién en La última Ola comenzó a sentirse seguro sobre su estilo narrativo y visual. Sin embargo, Picnic at Hanging Rock fue su primera exploración en torno a la idea de la contemplación en el cine, en espacios que contienen en forma latente cierto halo de misterio y exotismo.
Weir diseñó una obra de innegable belleza visual, en la que se privilegia la economía de diálogos y las referencias a varios simbolismos: la alumna vestida de rojo al final del filme, lo que se conecta con la idea de la madurez sexual. También está la utilización del corsé en referencia a la castidad y el pudor. Picnic at Hanging Rock es un filme sobre el misterio detrás de la femineidad y también sobre la transición de la adolescencia a la adultez. Nunca se pudo determinar cuál fue el verdadero destino de las mujeres que desaparecieron en esta formación geológica, resultado que durante años ha motivado la creación de numerosas teorías. Independiente del hecho histórico o sobrenatural de aquella tarde de verano de 1900, la obra de Weir también es un filme sobre la posible dualidad de la realidad, además de las imágenes como una extensión de la sensibilidad de los personajes. Se trata de una obra que se sustenta en las sensaciones en torno al misterio de la sexualidad y la belleza.
Título: Picnic at Hanging Rock / Director: Peter Weir / Intérpretes: Rachel Roberts, Anne-Louise Lambert, Vivean Gray, Kirsty Child, Tony Llewellyn-Jones y Jacki Weaver / Año: 1975.