Hace más de 10 años me colé con traje y corbata en una de las mejores celebraciones del Santiago Festival Internacional de Cine (SANFIC), realizada en el otrora Hotel Hyatt. Fue cuando vinieron los cineastas Abel Ferrera e Isabel Coixet. Con el primero tuve la oportunidad de conversar un rato, nos sacamos una foto, bromeó un poco sobre la falta de luz y acercó una vela. También pude preguntarle por uno de sus filmes más comerciales: La Invasión de los Usurpadores de Cuerpo, tercera versión de dicho filme clásico del cine de ciencia ficción estadounidense y estrenada con malos resultados en 1993. Ferrara fue muy preciso en su respuesta: “lo hice simplemente por el millón de dólares que me pagaron”. Luego, se fue a pasar el resto de la velada con varios tragos en la mano.

Pero en esta “noche cinematográfica” también tuve la oportunidad de conversar con Isabel Coixet, cineasta española de la que había visto, hasta ese encuentro, La Elegida y la notable Mi vida sin Mí. Me llamó la atención lo humilde, sencilla y cercana, sobre todo, porque ya en ese entonces tenía un reconocido prestigio como directora de cine en circuitos europeos, además de haber incursionado con éxito en algunos proyectos con actores estadounidenses de bastante renombre. Conversamos un poco sobre el cine, el proceso de dirección y, en especial, de cómo fue trabajar con Dennis Hopper. Al final de nuestra corta conversación, me escribió en una agenda “Para Julio, Una Noche en el Hyatt, Isabel Coixet”. Sin duda, un mensaje sugerente, entretenido y muy en su estilo.

Más de 10 años después me encuentro viendo La Librería, filme cuya historia está adaptada de la novela homónima de la escritora inglesa Penelope Fitzgerald. La película sigue a Florence Green (Emily Mortimer), una mujer que en la localidad de Hardborough en 1959 decide dejar el luto atrás para empezar a vivir en torno a los libros, su máxima pasión. Con pocos recursos y mucho coraje decide abrir una librería que finalmente la enfrentará a una comunidad de variopintos sujetos liderados por la aristocrática y perversa Violet Gamart (Patricia Clarkson). Florence comienza a tener éxito con libros adelantados a su época y que abren la mente, desde los escritos de Ray Bradbury hasta Vladimir Nabokov y polémica Lolita. Sin embargo, la Sra. Gamart está empecinada por acabar con la librería, ya que ésta se encuentra en una casa en donde quiere levantar un centro cultural para las artes.

La frase “pueblo chico, infierno grande” rotula a la perfección este cuento entre un David y un Goliat, entre una mujer que trata de abrirse paso por medio de la amabilidad para finalmente encontrarse con la peor ruindad de quienes le rodean. Es interesante ver como Coixet muestra una localidad casi idílica con paisajes que sobrecogen por una evidente belleza, pero al final lo que más abunda en este entorno es la envidia, las manipulaciones y la miseria humana.

A lo largo de su filmografía, Isabel Coixet ha retratado diversas almas humanas que con mucho coraje y obstinación siguen adelante, pero que en la batalla de sobrevivir el día a día usualmente salen trasquilados. En La Librería vemos a una mujer que se adelantó a su tiempo, que trata de ser independiente, si bien es disminuida por personajes despreciables. Sólo un hombre ermitaño, culto y aislado del resto, el Sr. Edmund Brundish (Bill Nighy) y una niña resultan ser los personajes más decentes. En el cine hemos visto ejemplos de historias con habitantes de pueblos que parecen ser la encarnación de la bondad, por ejemplo, en Local Hero o en Bienvenidos al país de la locura, pero en la película de Coixet el escenario de Hardborough pareciera ser un espacio en donde es común hablar mal de los demás, los chismes y cierta estratificación social en donde Gamart mueve los hilos y los demás actúan como súbditos ante el cálculo personal.

La Librería también es una representación de la propia vida como cineasta de Isabel Coixet, quien a punta de esfuerzo ha logrado sacar sus proyectos adelante, más aún al considerar la poca cantidad de cineastas mujeres, incluso en la cinematografía europea. Estamos ante una película que emociona por las conmovedoras interpretaciones de Mortimer y de Nighy, quienes consiguen los mejores y más introspectivos momentos del filme cuando están juntos en pantalla. También es una obra que dejará a los espectadores con una sensación amarga, al igual como sucede en el filme Mi Vida sin Mí. Esto es porque a Coixet le interesa mostrar la vida como es, con sus dificultades y pequeños espacios de decencia e independencia. Su interés por filmar esta película también está en Penelope Fitzgerarld, quien empezó a destacar como escritora a una edad tardía, expresando por medio de La Librería su amor por los libros junto con una cierta sensación de desamparo en relación al mundo que la rodeaba.

Isabel Coixet seguramente ha tenido que luchar mucho para ganarse un espacio como cineasta. Su Florence Green podría ser una especie de alter ego. En otro ámbito, dicho nombre también habla de cuando florecen las cosas, de lo verde, de un sentido de limpieza y vida. Florence Green trata de “florecer” en medio de una localidad infértil y mal intencionada. Lo anterior le demuestra que la ruindad del ser humano, la displicencia y la rabia contenida no conoce de límites geográficos. Vuelvo a mirar el mensaje que me escribió Coixet que comenté al principio de este comentario. Me gustaría volver a repetir dicho encuentro sólo para poder agradecerle su valor, su película y el haber llevado la historia de Florence Green a la pantalla. Lo anterior, para exponer lo malo, las faltas que llevamos muy adentro.

Título original: The Bookshop (La Librería) / Director: Isabel Coixet / Intérpretes: Emily Mortimer, Patricia Clarkson, Bill Nighy, Honor Kneafsey y James Lance / Año: 2017.