Uno de los sketches más cómicos del programa Saturday Night Live es cuando el actor Christopher Walken realiza una parodia de su personaje Johnny Smith en el filme La Zona Muerta del canadiense David Cronenberg. En dicha obra interpretaba a un profesor de literatura que producto de un accidente de tránsito y luego de varios años inconsciente despierta con la capacidad para ver el futuro con tan sólo tocar la mano de otra persona. En el programa cómico era hilarante ver cómo Walken advinaba el futuro de los demás actores, pero en clave de sátira con augurios sin relevancia como la cantidad de cosas que iban a comer o con quien se encontrarían.
Pero el filme de Cronenberg no tiene nada de cómico. Todo lo contrario, ya que asistimos a la historia de un hombre con un don, pero también con una maldición porque no puede acercarse a nadie. Al despertar de su coma, Johnny Smith descubre que el mundo que conocía se acabó totalmente. Su novia está casada y con un hijo, sus padres están más viejos, no tiene empleo y no sabe qué fue lo que sucedió en el mundo durante sus años en coma, además de tener una cojera imposible de remediar. Smith ahora es una especie de elegido, un hombre que ve el futuro, pero uno que corresponde a tragedias y pesares. Adivina incendios, asesinatos y fatales accidentes. Sus experiencias son muy vívidas hasta el punto de situarse en momentos horribles que muestran desgracias o bien la inmundicia de las perversidades del hombre.
Johnny Smith se transforma en una especie de profeta, y a veces también ve el pasado. Pareciera ser que está conectado de alguna forma misteriosa con el mal en todas sus expresiones. Es una carga porque también es una responsabilidad compleja de eludir. Walken consigue uno de sus mejores papeles al mostrar un hombre desolado y aislado producto de una habilidad incomprendida para los demás, incluso temida. Su mirada destaca por su expresividad y por una angustia que lo acompaña a todos lados.
David Cronenberg ha explorado en toda su filmografía cómo la carne, el ser material es capaz de transformarse. Es lo que se denomina “la nueva carne”, es decir, una expresión estética en donde el cuerpo humano se funde y se compenetra con la materia y con la tecnología. El cine de Cronenberg explora cómo los seres humanos podemos o intentamos transformarnos en bestias o en pequeños dioses con la necesidad de controlar la propia mente y la influencia que ejercemos sobre los demás. Su cine es muy profundo con una serie de simbolismos. Por ejemplo, Johnny Smith de alguna forma es el hombre que tendrá que ser sacrificado para salvar a todo el mundo. Es un sujeto determinado por su nuevo don. Accede a un nuevo estado en la evolución del hombre, tal como dice su médico, un talento quizá más antiguo y olvidado que se remonta a los orígenes de nuestra existencia.
Las connotaciones religiosas en La Zona Muerta se perciben en la incredibilidad del resto de las personas que rodean a Smith, y también en su capacidad para haber encontrado al responsable del inminente Armagedón. Johnny Smith conoce accidentalmente a Greg Stillson (Martin Sheen), político del pueblo y trabajador con aspiraciones presidenciales. Al tocarle la mano descubre cómo este ambicioso sujeto será el responsable del fin de la humanidad, una revelación imposible de olvidar o desestimar. Este descubrimiento terminará por ordenar la vida de Smith hacia un propósito que va más allá de su vida, ya que entre sus manos tendrá la posibilidad de salvar a toda la humanidad.
La Zona Muerta se basa en la novela homónima de Stephen King, si bien es un material que podría haber salido sólo de la mente de Cronenberg. Esto porque su historia habla de los intereses de este cineasta en torno a la autodestrucción del hombre y en cómo la cinematografía puede ser una expresión artística para incomodar a los espectadores. Por ejemplo, en The Brood mostró una externalidad física y aberrante desde la rabia, en Scanners abordó la necesidad del ser humano por controlar la mente de los demás hasta el punto de poder hacer estallar una cabeza, y en Existenz analizó cómo la realidad virtual puede gatillar una sexualidad violenta y retorcida, una dependencia sensorial hacia estados mentales artificiales.
La Zona Muerta fue la primera película dirigida por David Cronenberg sin haber intervenido en el guion. A pesar de dicho antecedente, el director de La Mosca siempre ha señalado haberse sentido satisfecho con el producto final. Y aquello es indudable porque el filme tiene el estilo lacónico de las obras de Cronenberg, tiene su firma en relación a los personajes y a los cambios emocionales y físicos que va enfrentando el protagonista producto de su don. El filme producido por Debra Hill (guionista y productora de Halloween y La Niebla) y del célebre Dino De Laurentiis proporcionó al cineasta canadiense la posibilidad acceder a nuevas audiencias, abriéndole de paso el camino para dirigir La Mosca, su filme más taquillero.
Otro aspecto que llama la atención en La Zona Muerta y que termina siendo un elemento muy propio de la filmografía de David Cronenberg son los personajes secundarios que son parte de la vida de Johnny Smith. La gran mayoría enfrenta problemas psicológicos. Esta el oficial Frank Dodd (Nicholas Campbell) del que se insinúa una infancia reprimida e infantil a nivel sexual; está el empresario Roger Stuart (Anthony Zerbe) con un hijo con quien no logra conectarse afectivamente; y está el citado Stillson, un encantador de serpiente de grandes masas que sólo quiere poder y llegar a un destino final que podría implicar trascender a costa de la vida del mundo entero. Todos estos personajes están desquebrajados y Smith se da cuenta de ello.
La Zona Muerta es una película cuyo éxito produjo, años después, una entretenida serie protagonizada por Anthony Michael Hall. Manteniendo las distancias, recomiendo ver primero el filme de Cronenberg, probablemente una de las historias más trágicas que ha rodado para el cine y con un protagonista abatido por la soledad y la melancolía. La cuidada puesta en escena, el magistral score a cargo de Michael Kamen (una de las pocas veces en que Cronenberg trabajó sin el compositor Howard Shore), y un Christopher Walken en plena forma hacen de esta película un trabajo imperdible de la cinematografía de los años ochenta. Es un filme que nos cuestiona, apela a nuestro subconsciente y nos plantea una pregunta: ¿qué haríamos si descubrimos a la persona que desencadenará el fin de la civilización? Sin duda, una interrogante difícil de responder. Sólo pensar en aquella posibilidad es algo tan inquietante, fascinante, extraño y perturbador como toda la filmografía de David Cronenberg.
Título original: The Dead Zone (La Zona Muerta) / Director: David Cronenberg / Intérpretes: Christopher Walken, Brooke Adams, Tom Skerritt, Herbert Lom, Anthony Zerbe y Martin Sheen / Año: 1983.