Cuando Richard Dreyfuss alzó su Oscar a Mejor Actor por La Chica del Adiós se convirtió, con 31 años, en el intérprete más joven en ganar la célebre estatuilla dorada. Recién en el siglo XXI aquel récord fue superado por Adrien Brody por su actuación en El Pianista, con apenas 28 años. Pero más allá de la anécdota, a través de este artículo queremos rescatar la importancia de Dreyfuss y el filme mencionado bajo la batuta del poco recordado cineasta Herbert Ross.
Richard Dreyfuss siempre ha destacado por su estrepitosa voz, así como su usual cabellera blanca. Su época de esplendor fue los años 70, con películas emblemáticas del Nuevo Hollywood. Posteriormente, en los 80 trabajó en una extensa variedad de comedias, anotándose algunos éxitos de taquilla. En los setenta el filme que lo situó en el radar del público y de productores fue American Graffiti, película coral de George Lucas sobre la juventud estadounidense pre-Vietnam. Luego destacaría en The Apprenticeship of Duddy Kravitz y, en particular, con Tiburón junto al tándem compuesto por el director Steven Spielberg y el productor Richard D. Zanuck, además de los actores Roy Scheider y Robert Shaw. El mismo Spielberg le entregó, dos años después, su principal protagónico en Encuentros Cercanos del Tercer Tipo. Posteriormente, en los ochenta cosechó notables roles en Nuts, junto a Barbra Streisand, y un filme bastante popular como lo fue Stakeout en compañía de Emilio Estévez. En una opinión muy personal, y que se vincula con mi infancia, debo decir que soy muy fanático de su película Let it Ride, donde se pasa todo un día apostando a las carreras de caballo en un hipódromo. También valoro su notable papel en Always, filme a reivindicar de Spielberg.
Como actor, Dreyfuss siempre ha interpretado a personajes intensos, algo estrafalarios y con mucha verborrea. En La Chica del Adiós se ajusta a dicho parámetro al interpretar a Elliot Garfield, un actor con poco éxito que termina compartiendo departamento junto a Paula McFadden, una ex bailarina en la piel y carisma de Marsha Mason. Paula también experimenta diversas dificultades para llegar a final de mes junto a su hija Lucy (Quinn Cummings). La Chica del Adiós sin duda fue un filme precursor de las comedias románticas estadounidenses, si bien en el mismo año de su estreno compitió con Annie Hall de Woody Allen. Es común ante las películas de este corte, estrenadas en las últimas décadas, la vinculación en mayor o menor medida con el filme de Allen. Se podría decir que La Chica del Adiós no tuvo tanta influencia y también es cierto que en ocasiones parece ser un filme episódico, con foco en las neurosis de pareja.
Ahora bien, La Chica del Adiós, y evitando compararla con el existencialismo de Annie Hall, es una obra que tiene su encanto. Es lo que podría denominarse una película sobre la dirección de actores. Marsha Mason y Dreyfuss transmiten química en pantalla. Las inseguridades del personaje de Paula se complementan con la falta de dirección de Elliot. Son dos almas abandonadas que comienzan a confiar el uno en el otro, a la vez que se enamoran teniendo como escenario la fachada cosmopolita de la ciudad de Nueva York. Todos los diálogos son inteligentes, asertivos, y a veces pareciera ser que la gente real no habla así. Pero aquello no importa porque le permite al espectador encariñarse rápidamente con cada uno de los protagonistas del filme. Gran mérito en ello es la pluma de Neil Simon, uno de los escritores y guionistas más relevantes de Estados Unidos, y que durante décadas aportó en el desarrollo de nuevos espacios narrativos tanto para cine como teatro.
En La Chica del Adiós es importante destacar el trabajo, en la señalada dirección de actores, de parte del cineasta Herbert Ross. Este director nos acostumbró durante décadas a relatos dramáticos muy en el límite con cierta cursilería. Sin embargo, hay que destacar que fue un director muy competente que se caracterizó por su carácter exigente y que además partió su carrera como coreógrafo. A él le debemos Adiós, Mr. Chips, Funny Lady, California Suite, Pennies From Heaven (probablemente el ultimo gran musical de Hollywood), clásicos ochenteros como Footloose y El Secreto de mi Éxito, y aquella oda al dramatismo y a la lágrima extensa de Magnolias de Acero. Vale la pena recordar a este cineasta, el cual nunca estuvo en la primera línea de directores reconocidos por el público y la crítica. A pesar de ello, realizó una carrera con títulos bastante interesantes que los invito a recuperar.
Herbert Ross aprovechó el talento interpretativo de sus actores en La Chica del Adiós. Dreyfuss obtuvo el Oscar a Mejor Actor, pero también consiguió nominaciones como Mejor Actriz para Marsha Mason, y como Actriz Secundaria para una joven Quinn Cummings. A ello se suman nominaciones a Mejor Película, algo que también logró con otro de sus filmes estrenados el mismo año: The Turning Point, filme que además le valió una nominación al Oscar como Mejor Director.
Debo confesar que vi La Chica del Adiós hace muy poco tiempo. Pude encontrar una edición en DVD y la experiencia fue muy positiva. No es una obra para salir pensando o analizando sobre las diferencias y similitudes entre parejas, como si lo es y ha sido siempre Annie Hall. Pero si puedo decir que me conmovieron sus intérpretes, el carisma de cada uno de sus personajes en una historia de amor sin pretensiones y que nunca pierde autenticidad.
Título original: The Goodbye Girl (La Chica del Adiós) / Director: Herbert Ross / Intérpretes: Richard Dreyfuss, Marsha Mason y Quinn Cummings / Año: 1977.