En 1983 Estados Unidos y la ex Unión Soviética todavía estaban en conflicto en medio de la Guerra Fría. Ambos países se miraban con suspicacia. Además, ideas armamentistas y de defensa como el escudo antimisiles denominado Guerra de las Galaxias del Presidente Ronald Reagan propiciaban aún más la tensión. Décadas antes, en 1962, la volatilidad entre ambos países ya había alcanzado su punto máximo, cuando se produjo la Crisis de Misiles en territorio cubano. Fue el periodo en que la humanidad estuvo muy cerca de un conflicto nuclear y a gran escala. Más de 20 años después la tensión continuaba, pero más orientada hacia el peligro de los resultados de la radiación. El realizador Nicholas Meyer (Star Trek, la Ira de Kahn) estrenó para la televisión El Día Después, relato que produjo gran revuelo mundial al mostrar los posibles efectos de una guerra atómica entre las dos superpotencias. Otros ejemplos que mostraron los efectos de la radiación fueron Threads del británico Mick Jackson (una muy lograda película de estilo documental) y Testamento Final de Lynne Littman.
En esta época otro cineasta estaba inquieto con la Guerra Fría. Se trataba de John Badham, quien había estrenado con éxito Fiebre de Sábado por la Noche con John Travolta en 1977. Otra de sus primeras películas fue Drácula (1979), una romántica adaptación de la novela de Bram Stoker que se caracterizó por su elegancia y ambientación gótica. Pero en los ochenta, y con la irrupción de la informática, era el turno de War Games (Juegos de Guerra), teniendo presente una historia sobre la eficacia de las supercomputadoras. El filme arranca con dos militares a cargo de un silo de misiles. Se produce una alerta que pasa a transformase en algo real. El criterio humano predomina y uno de los hombres se niega a apretar el botón que supondría el exterminio de millones de vidas humanas. El factor humano se pone en jaque, el que termina siendo reemplazado por una computadora de última generación que será más fría y calculadora en comparación a cualquier humano, asegurando de paso una adecuada respuesta militar frente a decisiones que podrían involucran la destrucción de decenas de ciudades. El conflicto se produce cuando David (Matthew Broderick), un estudiante asiduo a los juegos de computadora, logra adentrarse en WOPR, software que controla el sistema de defensa antimisiles de Estados Unidos (NORAD). Todo comienza con una simulación sobre ataques nucleares que no es tal. Esto sucede porque WOPR tiene algo de inteligencia artificial, es decir, piensa y se cuestiona hasta que toma elecciones por sí mismo.
Juegos de Guerra es un filme del mainstream hollywoodense, es decir, entretenimiento puro y artificial. Sin embargo, desde su condición masiva tiene la virtud de transmitir algunas ideas interesantes sobre los peligros de la era nuclear. Es muy fácil que una computadora se salga de su estructura, además de plantearnos la idea de que siempre será mejor tener el criterio humano, la moralidad de un ser de carne y hueso, ante la posibilidad de desatar el armagedón de la sociedad moderna.
Badham siempre ha sido considerado como un buen artesano, denominación que suelen recibir los cineastas que son capaces de tomar cualquier género y de hacerlo efectivo. Con War Games realiza una de sus mejores obras, con escenas muy bien logradas en torno a la burocracia militar. Es casi imposible olvidar las pantallas gigantes de la sala de comando de NORAD, mientras éstas se iluminan con simulaciones de blancos nucleares en todo el mundo. Es suspenso puro, además de plantearnos como espectadores la inquietud sobre la posibilidad de un evento similar en la vida real. Es cierto que el filme, visto desde hoy, es un poco ingenuo en algunas situaciones, a la vez que es interesante cómo muestra una época en que los juegos de computadora o la informática era bastante básica. Independiente de sus defectos, la película es un excelente ejemplo sobre el cine de los años ochenta con más de alguna idea que decir.
John Badham en 1983 estrenó otro notable filme que fue Relámpago Azul, en donde un súper helicóptero plantea el tema de la vigilancia y la invasión a la intimidad. Posteriormente, dirigió simpáticas comedias como Cortocircuito (1986), Stakeout (1987) y The Hard Way (1991). También tuvo algunos tropiezos, entre ellos, el innecesario remake de La Asesina de Luc Besson y uno de sus últimos filmes en pantalla grande: Incógnito con Jason Patrick. Sin embargo, en su etapa crepuscular de actividad cinematográfica fue capaz de mostrarnos otro título digno a ser redescubierto: Nick of Time(1995), uno de los trabajos más contenidos de Johnny Depp como intérprete en pantalla.
Es triste ver como este director fue abandonando el cine o bien los estudios decidieron dejarlo a un lado. Su último estreno cinematográfico data del año 2002 y desde entonces se ha refugiado en la televisión haciéndose cargo de capítulos para series como Criminal Minds, 12 Monkeys, Arrow y Supernatural. Juegos de Guerra demuestra que estamos ante un director muy competente y que de volver a estar detrás de una cámara de cine probablemente levantaría el estándar frente a tanto director novel que se pierde en producciones innecesarias. Juegos de Guerra es un filme típico de los años ochenta, una forma de hacer cine algo familiar y sin pretensiones, pero con buenas ideas que hoy poco se ven. Dato al margen, John Badham siempre firmó sus películas como «A John Badham Movie», lo que demuestra que como director siempre fue muy consciente de que sus películas finalmente buscaban entretener. Nunca fue un cineasta autor y quizá aquello siempre fue su principal fortaleza: su falta de pretensiones en una industria en donde el ego ha inflado muchas carreras totalmente innecesarias. Ahora bien, yo pienso que John Badham hoy es más necesario que nunca.
Título original: War Games (Juegos de Guerra) / Director: John Badham / Intérpretes: Matthew Broderick, Ally Sheedy, John Wood, Dabney Coleman, Barry Corbin, Juanin Clay, John Spencer y Michael Madsen / Año: 1983.