El 5 de enero de 1895 el capitán Alfred Dreyfus experimentó una de las peores deshonras del ejército francés. En aquella fecha el oficial de origen judío-alsaciano fue sometido a una ceremonia de degradación, ante cientos de soldados uniformados, y en la cual fue despojado de sus distintivos militares. La destrucción de sus insignias, botones y espada representó el inicio de una condena totalmente injustificada en torno a un caso sobre espionaje en un trasfondo vinculado al antisemitismo. El capitán Dreyfus era totalmente inocente, si bien terminó por cumplir condena en la famosa colonia penal de la Isla del Diablo, a 11 kilómetros de la Guayana Francesa.

El contexto del caso Dreyfus sucedió en una Francia radicalizada entre nacionalistas y liberales ante la suspicacia sistematizada hacia alemanes y judíos. El capitán Dreyfus fue acusado de alta traición, si bien proclamó su inocencia, incluso durante su ceremonia de degradación. Posteriormente, la aparición de nuevas evidencias y la detección del verdadero culpable, Ferdinand Esterhazy, terminaron por dividir a la opinión pública de la época. Este episodio de la historia de Francia se transformó en parte de su cultura social, militar y política, además de haber involucrado a intelectuales de la época, entre ellos, el escritor Emile Zola, quien defendió públicamente a Dreyfus a través de un alegato en favor del acusado que se tituló J`accuse (Yo Acuso). Dicho documento se transformó en una pieza histórica sobre la libertad de expresión junto con ser un testimonio sobre los vicios de las cúpulas de poder de la Europa de fines del siglo XIX.

El cineasta polaco Roman Polanski retrata todos estos acontecimientos a través del ex profesor de Dreyfus, el coronel Picquart (Jean Dujardin), quien es nombrado como flamante nuevo encargado del área de inteligencia del ejército francés. Desde dicha oficina descubre los arcaicos procesos investigativos en medio de una permanente y justificada paranoia nacionalista. En uno de sus hallazgos detecta la posibilidad de la entrega de secretos militares de la mano de un desconocido militar francés, y que además podría ser el verdadero culpable detrás del malogrado capitán Dreyfuss. Lo anterior, gracias a un escrito con una caligrafía similar a la del ex oficial condenado.

Polanski confecciona su película en tono detectivesco. Picquart se dedica a reunir pruebas sobre la inocencia y el negligente juicio que terminó por zanjar el destino de Dreyfus. En el filme abundan los diálogos detrás de cuartos, pasillos y salones, dando cuenta de la burocracia legal y militar en torno a un caso que es finalmente sobre las apariencias y el racismo. De alguna forma, gran parte de la filmografía de Polanski se relaciona con la resolución de un misterio que suele involucrar a poderosos, lacayos y personas sometidas. Tenemos los negocios ilícitos detrás de infidelidades en Chinatown, la desaparición de una esposa en Búsqueda Frenética, la autoría de un libro a manos del demonio en La Novena Puerta, la posible existencia de una misteriosa admiradora en Basada en Hecho Reales, los pecados y omisiones morales de un ex primer ministro británico en El Escritor Oculto; y también la conspiración de un grupo de vecinos obsesionados con el diablo en contra de una mujer en El Bebé de Rosemary.

El cine de Polanski suele hablar de la duda detrás de culpables e inocentes. Es común la idea de un misterio, el que al momento de revelarse muestra al espectador otras verdades ocultas, inimaginables y más grandes. El Acusado y el Espía siembra la incertidumbre para dar paso a la perplejidad detrás de acciones totalmente contrarias a los principios de verdad, libertad y justicia inherentes a la bandera francesa. Es la república que se ufana de principios, si bien estos son ultrajados para evitar escándalos mayores. A Dreyfus lo degradaron en forma pública, pero en la privacidad de diversas oficinas se produce una degradación más grave y profunda, la de los ideales y principios rectores de la sociedad francesa.

Desde otro punto de vista, El Acusado y el Espía es un paralelismo a la vida del propio Polanski, quien luego de abusar de una menor literalmente se escapó de Estados Unidos, refugiándose desde entonces en Francia. Culpable o no, Polanski nunca enfrentó un juicio y desde su exilio ha sido vilipendiado en más de una oportunidad. El director es consciente de que también acarrea culpas y omisiones, si bien aquella dualidad moral también es parte de la esencia de su filmografía. Ahora bien, la obra de Polanski continúa siendo relevante y con ideas nuevas, mostrando de paso un talento como cineasta que en El Acusado y el Espía se ha transformado en un resultado más maduro y reflexivo. El director de El Pianista sigue siendo uno de los cineastas más relevantes de Europa y con casi 90 años continúa dirigiendo y mostrándose más activo que nunca.

Polanski es la figura del creador venerado, maldito, amado y repudiado, con historias personales que se vinculan con el Holocausto Judío hasta el asesinato de Sharon Tate, su esposa que en pleno embarazo fue asesinada por los seguidores de Charles Manson en 1969. Sin duda, estamos ante un autor con serios sufrimientos. Es un existencialista intenso de la humanidad, cuyo cine en los últimos años se ha convertido en trazos de una especie de disculpa pública por sus faltas de 1974, las que además se explican con mucho detalle en el documental Roman Polanski: Wanted and Desire.

El Acusado y el Espía es una película que habla de la ambivalencia moral humana, la que suele conectarse con las fobias y paradigmas personales. También es cine sobre la historia de Francia en uno de sus acontecimientos más polémicos y representativos de una sociedad individualizada y en permanente estado de guerra. Polanski sigue siendo un creador de ambientes, un director compulsivo hacia el registro de detalles, y un relator de historias que hablan de la esencia perversa, egoísta y absurda del ser humano, en cualquier lugar, contexto o periodo de nuestra historia.

Título original: Jáccuse (El Acusado y el Espía / El Oficial y El Espía) / Director: Roman Polanski / Intérpretes: Louis Garrel, Jean Dujardin, Stéfan Godin, Grégory Gadebois, Didier Sandre, Vladimir Yordanoff, Vincent Perez, Emmanuelle Seigner, Hervé Pierre, Luca Barbareschi y Mohamed Lakhdar-Hamina  / Año: 2019.