En la década del 90 fue usual el desarrollo de películas en torno a policías corruptos, principalmente hombres de mediana edad investigados por la unidad de Asuntos Internos. También en el cine se observaron historias sobre el exceso de las atribuciones de la fuerza policial, además de conflictos en torno a jurisdicciones al momento de investigar un determinado caso. Lo cierto es que el cine de la década citada nos presentó interesantes relatos en torno a lealtades y diversos actos de corrupción.

Ejemplos destacados del género policiaco de aquella época son Internal Affairs de Mike Figgis con Richard Gere haciendo de villano. Otro ejemplo es Tierra de Policías, película en la que pudimos apreciar el talento interpretativo de Sylvester Stallone escoltado por Robert De Niro, Harvey Keitel y Ray Liotta. En otra vereda tenemos a la oscarizada Los Ángeles al Desnudo, obra que le permitió al cineasta Curtis Hanson el rescate del cine negro para las grandes audiencias. También esta década nos acercó a otro tipo de relato policiaco, también con Harvey Keitel. Me refiero a Teniente Corrupto, filme de Abel Ferrara en el que estaban presente líneas argumentativas vinculadas con la redención y la religión. Finalmente, otros exponentes de la corrupción policiaca a redescubrir de los años 90 son la notable Q&A de Sidney Lumet y Romeo is Bleeding, ambos filmes rescatados en las páginas de Espectador Errante.

En esta oportunidad me quiero detener en El Negociador, filme del cineasta afroamericano F. Gary Gray (responsable de Friday, el remake de The Italian Job y Straight Outta Compton). En el filme se nos presenta a Danny Roman, un policía experto en la negociación de rehenes interpretado por Samuel L. Jackson, a quien lo acusan de la muerte de uno de sus compañeros. En un acto de desesperación para probar su inocencia, Roman toma como rehenes a varias personas de la oficina de Asuntos Internos, principalmente al estar convencido de que fue víctima de una trampa. En dicha parte del filme se activan todos los organismos y entidades de seguridad de la ciudad de Chicago, quienes tienen que lidiar con un negociador profesional convertido en secuestrador. Finalmente, Chris Sabian (Kevin Spacey), otro experto en contingencias de rehenes será la persona que contribuirá a la inocencia de Roman.

El Negociador muestra a un personaje acorralado por el mismo sistema policial al cual pertenece. Ciertos principios hitchkoneanos en torno a la idea del falso culpable están presente, a la vez que el cineasta F. Gary Gray escenifica la ciudad de Chicago al borde del colapso, un circo mediático liderado por la masculinidad de policías de diversos precintos y agencias. Jackson interpreta a un hombre desesperado que recurre a un contexto moralmente repudiable, pero que en ocasiones es necesario para descubrir la verdad.

La parte más interesante de El Negociador no es su sentido de espectáculo -muy bien logrado, por cierto-, sino más bien los duelos interpretativos entre reconocibles actores secundarios. Tenemos a J.T. Walsh, quien falleció al término del rodaje del filme. Walsh tenía una impronta muy particular, ya que siempre se relacionaba con roles de personas corruptas o bien se ponía en la piel del villano de turno (Breakdown). También está John Spencer, intérprete fallecido en 2005 y que usualmente se movía con bastante comodidad en roles que representaban la esencia de la burocracia. Otros nombres que destacan son el de Ron Rifkin (Silent Running), un joven Paul Giamatti, el siempre correcto David Morse (The Green Mile), Stephen Lee y Dean Norris, estos últimos actores poco conocidos por su nombre, pero talentos recurrentes en cientos de producciones. Por ejemplo, Lee, quien falleció en 2014, trabajó en el filme de culto Dolls de Stuart Gordon.

Todos los intérpretes de El Negociador están muy involucrados con sus respectivos roles, en especial el duelo actoral que se produce entre Spacey y Jackson. En dicho resultado contribuye la permanente tensión que aporta el cineasta F. Gary Gray. Como público rechazamos los excesos del personaje de Jackson, pero también empatizamos con su necesidad de probar su inocencia. Gray juega con el público, ya que lo sitúa en el mismo estado de confusión del protagonista. Intuimos quiénes podrían ser los verdaderos policías corruptos, pero aquel misterio sólo se revela casi hacia el final del filme.

Los primeros trabajos de F. Gary Gray se focalizaron en la realización de videoclips (para artistas como TLC, Whitney Houston y Ice Cube). La agilidad de este tipo de formato se percibe en la apuesta visual de El Negociador, principalmente en el montaje. Sin embargo, no cae en excesos y en ocasiones se percibe cierto clasicismo en la puesta en escena que estamos presenciando. Recuerdo haber visto esta película en el cine junto a mi padre y la sensación no ha cambiado desde entonces. Estamos ante una película que logra mantener la tensión y en ello también influye el sugerente score de Graeme Revell (Hard Target) y los tonos azulados del director de fotografía Russell Carpenter (Titanic, True Lies).

El Negociador es una película que no recurre a los efectos digitales o al sentido de espectáculo, ya que se sustenta en un admirable trabajo interpretativo. Es un filme muy entretenido, a la vez que nos interpela en relación a qué seríamos capaces de hacer para probar nuestra inocencia, en los contextos más imposibles. Atención con la secuencia de créditos iniciales, un notable “coming attractions” de la historia que se presenta en la película. Sin duda, un filme a redescubrir de fines de los años 90.

Título original: The Negotiator (El Negociador) / Director: F. Gary Gray / Intérpretes: Samuel L. Jackson, Kevin Spacey, David Morse, Ron Rifkin, John Spencer, Paul Giamatti y J.T. Walsh / Año: 1998.