¿Mayor seguridad o beneficios económicos? ¿la búsqueda de la verdad o una mayor valorización de las acciones en Wall Street? ¿Empatía o negocio? ¿vidas humanas o alcanzar el primer lugar? Esas son algunas preguntas que seguramente se plantearon los ejecutivos de la multinacional Boeing, pero probablemente aquel análisis ante contextos tan serios y profundos no demoró más de un par de horas en ser abordadas. Estos cuestionamientos y la falta de criterio a lo largo de las últimas dos décadas de la empresa estadounidense es lo que terminó por fraguar el malogrado destino de los pasajeros de los vuelos JT-610 de Lion Air y ET-302 de Ethiopian Airlines. El primer avión se estrelló el 29 de octubre de 2018 y el segundo el 10 de marzo de 2019. En total fallecieron 338 personas, niños y adultos que supuestamente iban a viajar en el sistema de transporte más seguro del mundo, en este caso, en los flamantes modelos 737 MAX de Boeing.
Descenso: El caso contra Boeing de la cineasta Rory Kennedy (Last Days in Vietnam), con producción del tándem Ron Howard y Brian Grazer, es un exhaustivo análisis sobre la deshumanización de un ámbito en donde supuestamente lo más relevante es la protección de vidas humanas. A través de diversos testimonios, los espectadores acceden a información sobre lo que en un principio parece corresponder a eventos aislados, a la vez que son imposibles de imaginar en la aviación moderna. Somos testigos de la negligencia de una compañía alguna vez reconocida como una de las más importantes, respetadas y admiradas de la sociedad estadounidense y mundial. Sin embargo, desde la fusión entre Boeing y McDonnell-Douglas a mediados de los años 90 algo sucedió. Se trastocaron los valores de una cultura organizacional, cuya motivación eran los pasajeros a otra en la que comenzó a predominar el cálculo y la disminución de costos.
Precisamente, el documental de Kennedy es el descenso moral de una compañía que alguna vez lo tuvo todo: sentido de trabajo en equipo, personas dedicadas a la seguridad y criterios que nivelaron la industria de la aviación hacia arriba. Los ex trabajadores de Boeing relatan la pérdida de aquellos elementos que se extraviaron en el camino, costo que al final terminaron pagando las víctimas de los siniestrados vuelos, además de sus familias. Lo interesante es que el documental muestra las primeras presunciones detrás de los accidentes: culpa de los pilotos, un error humano de aerolíneas pertenecientes al tercer mundo.
Finalmente, la culpabilidad se origina en lo impensado: un modelo de avión rejuvenecido, pero con un sistema de control de altitud defectuoso. A ello se suma la falta de capacitaciones en relación a dicho sistema, debido a que aquella opción implicaba menos costos. La plana ejecutiva y el presidente de Boeing se centraron sólo en vender unidades del 737 MAX, teniendo como única meta el superar a Airbus, su competidor europeo. Y es en ese instante en que salió del encuadre el pasajero. Las decisiones de Boeing comenzaron a sustentarse en criterios comerciales, en callar y en evitar hacer ruido para no perjudicar las bonificaciones de final de año.
Algunos de mis lectores me conocen sólo por mi trabajo como crítico o “rescatista” cinematográfico, pero también me dedico a las comunicaciones corporativas, especialmente en el ámbito de la reputación empresarial. A lo largo de mi carrera he colaborado con organizaciones genuinamente preocupadas por sus clientes, pero también en el camino he visto a otras totalmente extraviadas desde sus criterios morales. En ocasiones parecen niños extraviados. Bueno, Boeing exactamente no era un niño. Era una empresa con décadas de trayectoria, provocando importantes impactos a la industria aérea comercial. Es así que Descenso: El caso contra Boeing es tan descarnado en la caída de una de las marcas más reconocidas en el mundo. El filme no pretende demonizar al sector privado, ya que aquello sería una elección panfletaria e injusta. Todo lo contrario, ya que la obra de Rory Kennedy muestra una seguidilla de negligencias, de absurdas elecciones que hablan de una debacle propia del ser humano, de su sed de codicia desde la altanería.
Descenso: El caso contra Boeing habla de la falta de empatía, de elecciones que terminan costando vidas humanas que solo querían reencontrarse con sus familias, padres, hermanos e hijos. Abunda la burocracia, las confabulaciones y conversaciones que al final representan lo peor del espíritu humano. En el documental vemos a pilotos que sienten pasión por volar, un lugar que siempre ha estado más asociado a la búsqueda de nuevas fronteras, a la superación y el enaltecimiento del espíritu humano. Ahí tenemos, por ejemplo, las sabias palabras del capitán Chesley «Sully» Sullenberger, el responsable de “El Milagro del Hudson”, quien habla con tristeza de lo impensado, de lo improbable, de contextos totalmente ajenos a su profesión. Bueno, ese es el caso de Boeing, una compañía que se defraudó a sí misma, a sus trabajadores, a la aviación, a los pasajeros, a la opinión pública y al deseo humano por querer volar. Pasarán décadas para que dicha organización se recupere, pero probablemente los familiares de las personas fallecidas en los vuelos JT-610 de Lion Air y ET-302 de Ethiopian Airlines nunca lo harán. Un documental que se presenta como un acierto de Netflix, además de ser un material obligatorio para quienes están creando y conformando las empresas del mañana.
Título original: Downfall: The Case Against Boeing (Descenso: El caso contra Boeing / Caída en Picada: El caso contra Boeing) / Director: Rory Kennedy / Año: 2021.