Una de las personas que influyeron en mi pasión por el cine fue justamente Augusto Góngora, por allá en la década de los años 90 con su programa Cine Video por las pantallas de Televisión Nacional de Chile. Después, en la Enseñanza Media y en mis primeros años de universidad, tuve la oportunidad de entrevistarlo en un par de ocasiones. Siempre fue muy generoso y estuvo dispuesto a escuchar sobre mi pasión por el cine. Incluso, le pasé un guion que escribí sobre un piloto para una serie de televisión, el que visto con distancia seguramente debió haber sido una absoluta incoherencia. Sin embargo, Góngora escuchó atento mi idea y con ello me di por pagado.
Pasaron los años, las décadas, y ahora con Augusto Góngora ya en otro mundo, me enfrento a la experiencia de verlo en el cine, en sus últimos años de vida junto a su mujer, la actriz Paulina Urrutia. La Memoria Infinita es el último documental de Maite Alberdi, pieza que registra la etapa crepuscular del periodista en medio de su dura batalla contra el mal de Alzheimer. Son imágenes difíciles de ver, de escuchar y de apreciar, ya que hablamos de mucho dolor, pero también de momentos de absoluta entereza y de tremenda generosidad de parte de una mujer hacia su compañero de vida.
La Memoria Infinita, más allá del progresivo deterioro físico de Augusto Góngora, centra su mirada en momentos que se diluyen como recuerdos de mejores tiempos. En imágenes observamos las dinámicas entre un hombre, que al principio es consciente de su precariedad, y una mujer que se enfrenta a una batalla bastante solitaria. Ambos expresan la adversidad en situaciones tanto íntimas como públicas, y en actos trascendentales en los que abunda el humor, el respeto y la admiración mutua. Entre Augusto Góngora y Paulina Urrutia se producen diversos simbolismos de su relación. El primero se transforma en una persona dependiente que en la fragilidad de su memoria aún puede reconocer a la mujer que tiene a su lado. Y en forma, casi sincronizada, Paulina se convierte en una madre sustituta y devota que gracias a las técnicas interpretativas de su profesión como actriz puede valerse todavía como pedagoga, un apoyo que siempre acompañará a su marido, ya sea en las noches de angustia o en la alegría del baile.
Maite Alberdi a lo largo de su filmografía como documentalista nos ha acercado a diferentes realidades, escudriñando con su cámara el día a día de un anónimo protector de la comunidad (El Salvavidas), la inocencia de personas con síndrome de down (Los Niños) y, particularmente, en torno a la extinción del tiempo en la tercera edad (La Once, El Agente Topo). Pareciera ser que su interés apunta a colectividades de individuos que usualmente son desestimados o más bien ignorados por la sociedad. Su trabajo como cineasta busca relevar personas que en la cotidianeidad colindan con momentos de profusa nobleza. Sus documentales registran la trascendencia de momentos que en una primera capa podrían ser catalogados como meramente anecdóticos. Es una expresión cinematográfica que no busca provocar, sino más bien revelar la humanidad de la vida de sus protagonistas.
La Memoria Infinita también es el compromiso político y social de Augusto Góngora, mostrándonos a un periodista que durante toda su vida profesional estuvo pendiente de la preservación de la historia en una de las décadas más complejas de Chile. Hay un momento en el filme en donde se refiere a la memoria, a la importancia del acto de recordar, momento que sobrecoge al contraponerlo contra una etapa crepuscular en la que se resiste a olvidar. Aquello parece una ironía o más bien un hecho que se presenta como un testimonio de nuestra propia fragilidad. Maite Alberdi ordena cada registro de Augusto y de Paulina en forma armónica, transportando a los espectadores hacia momentos entrañables, de mucho humor, y también otros de intensa emocionalidad. Su cine suele dosificarse como la vida misma, entre contextos de luces y de sombras.
Quiero detenerme un poco más en Paulina Urrutia porque La Memoria Infinita no es sólo el padecimiento de Augusto Góngora. El filme de Alberdi es un retrato sobre la entereza de una mujer que reboza generosidad, y que además expresa un profundo miedo ante la posibilidad de ser olvidada por su marido. Paulina nos conduce hacia la exaltación más genuina y noble del espíritu humano proporcionando nuevos matices, algunos hasta impensados, en la relación amorosa entre un hombre y una mujer. En la película hay devoción, pero sobre todo un impresionante sentido del deber y de lealtad. Las miradas entre ambos expresan cariño y, en el caso de Paulina, un absoluto desapego hacia su propia individualidad. La Memoria Infinita también es el otro, a la vez que habla de una memoria que en la vida adquiere sentido cuando ésta consigue transformarse en un espacio colectivo, entre Paulina y Augusto, y entre ellos y los espectadores.
Título: La Memoria Infinita / Directora: Maite Alberdi / Año: 2023.