Hace tiempo que no me sentía tan impactado por un filme. En los últimos años he visto notables historias a partir de soberbias interpretaciones, pero finalmente todo resumido a una experiencia que a veces resulta ser demasiado pasajera. Las películas siempre me han conducido hacia otros ámbitos, ya sea psíquicos o sensoriales, pero desde que vi en el cine Cold War, de Pawel Pawlikowski, que no he vuelto a sentirme sobrecogido y golpeado anímicamente…hasta hace pocos días.
La palpitación visual no provino de un filme contemporáneo, sino más bien de un rescate cinematográfico de la mano de Mikhail Kalatozov (I am Cuba, The Cranes Are Flying), emblemático cineasta ruso cuya mayor obra se produjo a fines de los años 50 y la primera mitad de los años 60. El filme que me impresionó y me acompañó durante varios días fue Letter Never Sent, obra de 1959 en torno a un grupo de cuatro geólogos que tienen la misión de encontrar diamantes para el Estado soviético en las inhóspitas tierras de Siberia. En medio de la Guerra Fría, Kalatozov nos presenta una historia sobre la exploración, pero también un retrato sobre la condición humana, en especial cuando ésta termina siendo acorralada por la naturaleza.
La historia de Letter Never Sent tiene varios simbolismos, los cuales son amplificados producto de la técnica y, sobre todo, gracias al trabajo de Serguéi Urusevski, reconocido director de fotografía que en Mikhail Kalatozov encontró un partner creativo. El filme está dividido en dos partes. La primera es la exploración de los geólogos, de cómo estos se adentran en medio de la nada gracias a una plano inicial que se aleja lentamente de sus rostros y cuerpos, para finalmente dejar al espectador en medio de lagos y porciones de tierra a miles de kilómetros de cualquier tipo de civilización. Durante más de media hora vemos a tres hombres y una mujer adentrarse en terrenos ajenos, salvajes e impenetrables. El líder del destacamento es Sergey Stepanovich (Yevgeni Urbansky), quien observa con deseo a Tanya (Tatiana Samóilova), esposa del bien intencionado Andrey (Vasily Livanov). El cuarto integrante del grupo es el existencialista Konstantin Sabinin (Innokenti Smoktunovski), quien cada día le escribe una carta a su amada esposa, relatándole los pormenores de su misión.
Mikhail Kalatozov profundiza en la psiquis del héroe ruso, así como en ciertos aspectos morales que van muy de la mano de la ideología socialista rusa. Las pulsiones físicas de Sergey hacia Tanya están presente en la primera parte del filme, si bien éstas retroceden cuando la segunda parte de la película nos conducen hacia el tópico del sacrificio, a la necesidad de completar una misión para el Estado ruso, lo que finalmente está por encima de cualquier tipo de individualismo. Es cierto que los personajes tienen un desarrollo a veces truncado y algo inverosímil. Sin embargo, cuando se desata un terrible incendio, el filme consigue encaminarse hacia contextos mucho más sombríos.
Un dantesco incendio es lo que le permite a Kalatozov y a Urusevski mostrar el verdadero sentido de la condición humana. Gracias a la utilización de una hermosa fotografía en blanco y negro, además de movimientos de cámara, primeros planos, decenas de travelling y secuencias, es cuando sucede la magia cinematográfica, adentrándonos en la desesperación, locura y sentido de sobrevivencia de los cuatro protagonistas. La humanidad se convierte en un contorno, en una forma de color negro y abstracta que camina en medio de la adversidad que proviene de una naturaleza implacable que reclama lo que es suyo. Aquí es cuando los geólogos se sacrifican por un supuesto bien mayor, pero más allá de la misión de cada una de estas personas, lo que sobrecoge es la necesidad de prevalecer, ya sea ante el calor, el frío y las inclemencias de estar en todo momento a la intemperie.
En Letter Never Sent no hay pantallas verdes, menos efectos especiales por computadora. Todo lo que vemos en cámara está ahí. Impresiona cómo los intérpretes realizan verdaderas coreografías visuales ante el espectador, obteniéndose una perfecta sincronización entre acción y reacción. Desde nuestra tribuna de espectadores somos testigos del calvario que enfrentan, ya que la sensación de opresión y de atosigamiento de parte del fuego la experimentamos con ellos. Hace tiempo que no me sentía tan impactado por la técnica, pero una que está absolutamente al servicio de sus protagonistas e historia. Letter Never Sent es una obra que nos permite recalibrar nuestra condición humana, comprendiendo lo pequeño que somos ante la naturaleza y sus diversos estados. Los actos heroicos quedan reducidos a un momento, a una silueta que cruza un extenso bosque, nieves eternas y acaudalados ríos. El filme de Kalatozov es el sentido de sobrevivencia que trasciende, a la vez que es un tipo de cine que hace de la imagen una experiencia que nos hace sentir más humildes y conscientes de nuestra propia condición humana.
Título original: Letter Never Sent (La carta que no se envió / la Carta que nunca fue enviada) / Director: Mikhail Kalatozov / Intérpretes: Yevgeni Urbanski, Tatiana Samóilova, Innokenti Smoktunovski y Vasily Livanov / Año: 1959.