Sabía de este filme y hace mucho tiempo que estaba detrás de él. También intuía que me iba a gustar y así fue, ya que apenas lo vi sabía que tenía que rescatarlo. La Presa Desnuda es de aquellas obras que transmiten todo el vigor y energía de la cinematografía, además de expandir sus posibilidades. Me resulta extraño que no aparezca en los listados de filmes de culto estadounidenses de los años 60. Sin embargo, a través de la presente crítica quiero compartir mis impresiones al visionar esta obra.
Los protagonistas de La Presa Desnuda no tienen nombre. Sólo sabemos de ellos que están situados en la sabana sudafricana del siglo XIX, en medio de un safari que busca aniquilar elefantes para la obtención del preciado marfil. Los líderes de la excursión son hombres blancos que han colonizado territorios, a la vez que son personajes déspotas y soberbios, con excepción del líder del destacamento interpretado por el actor Cornel Wilde, quien además dirige el filme. Cuando se topan con una tribu local, el mecenas de la excursión (Gert Van den Bergh) les falta el respeto, lo que provoca la ira de la población indígena. En una escena de antología, somos testigos del calvario de cada miembro de la fallida excursión. Son sometidos a distintos vejámenes y formas de ejecución, si bien a Cornel Wilde le otorgan “la oportunidad del León”, es decir, correr y salvar su vida ante el acecho permanente de un grupo de cazadores. En esta oportunidad, el hombre de color se revela, persiguiendo y ultrajando a su usual opresor.
El personaje de Cornel Wilde apenas tiene diálogos. Todo se resume a una película de escape, casi 100% de interpretación física. Ahora bien, cada situación tiene un subtexto, además de simbolismos que buscan criticar el colonialismo hacia zonas más empobrecidas y con otras costumbres. Es interesante los efectos que produce La Presa Desnuda. Al principio odiamos a los hombres blancos del safari por sus actitudes y desdén hacia los animales y toda la esencia del continente africano. Incluso, hasta Cornel Wilde nos parece apático, pero una vez que éste trata de sobrevivir, humanizándose cada vez más con ciertos encuentros, lo queremos salvar. También llegamos al punto en que despreciamos a sus persecutores. Se produce una dualidad respecto del acto de odiar, del desprecio, que va en ambas direcciones. Es así que nadie es tan santo y nadie tan diablo. Por eso, La Presa Desnuda es una obra visceral, ya que gatilla en los espectadores diversos estados de emocionalidad.
Cornel Wilde profundiza en el filme en torno al salvajismo de la naturaleza humana, vinculando a los hombres tanto con la figura del cazador como de una presa. Observamos la bestialidad natural e inconsciente de leones y otros animales, a la vez que nos situamos ante una fiereza humana que es absolutamente intencionada. Cornel Wilde corre y se debate a duelo con sus persecutores, a la vez que padece constante hambre. Previo a su travesía vimos el salvajismo descarnado de la tribu que lo acosa, sabemos de lo que son capaces. Aquellas imágenes hacen que la persecución sea aún más dramática y trágica. La meta en el filme es sobrevivir en medio del calor y del asedio, si bien Cornel Wilde se reencuentra con su humanidad al toparse con una pequeña niña sudafricana cuyo pueblo es saqueado y ultrajado por otras etnias. La niña simboliza la inocencia, en especial cuando sobrevive a la animadversión y la muerte.
La Presa Desnuda es la esencia del ser humano, totalmente desnudo, sin ropas y convencionalismos sociales. Es cuando nada queda, ni siquiera la dignidad. Cornel Wilde deja de ser un actor interpretando un personaje, ya que su personaje se sustenta en la acción física. Wilde, actor estadounidense de origen húngaro, fue un deportista reconocido en esgrima. Posteriormente, se hizo un nombre en Hollywood, siendo nominado al Oscar como Mejor Actor por el filme A Song to Remember de Charles Vidor, en donde interpretó a Frédéric Chopin. También tuvo roles en destacadas obras como Que el Cielo la Juzgue de John M. Stahl y Edge of Eternity de Don Siegel. A ello se suma la dirección de varias obras, siendo La Presa Desnuda y Beach Red sus mejores trabajos.
Han pasado algunos días desde que vi La Presa Desnuda y sigo pensando en las emociones que me produjo su visionado. Es cierto que la trama se ha visto muchas veces en el cine, en diversos contextos. Ahora bien, La Presa Desnuda, sin duda, fue una película precursora que no sólo fue hermosamente filmada, sino que además está repleta de subtextos que continúan siendo atingentes en torno a la relación entre seres humanos de diferentes raíces e idiosincrasias. Destaco, además, la edición de The Criterion Collection, cuyo transfer es sublime. No hay muchos extras, pero sí una interesante cápsula audiovisual narrada por Paul Giamatti sobre los orígenes de la historia que retrató Cornel Wilde en imágenes. ¡La Presa Desnuda es cine absolutamente necesario! Nadie quedará indiferente con la experiencia sensorial que nos ofrece.
Título original: The Naked Prey (La Presa Desnuda) / Director: Cornel Wilde / Intérpretes: Cornel Wilde, Gert Van den Bergh, Ken Gampu, Bella Randles, Morrison Gampu, Sandy Nkomo, Eric Mcanyana, John Marcus, Richard Mashiya, Franklyn Mdhluli, Fusi Zazayokwe, Joe Dlamini, Jose Sithole y Horace Gilman / Año: 1965.