La filmografía de David O. Russell suele retratar personajes obsesivos, a la vez que lo podríamos definir como un director de actores. Aquello puede parecer extraño, en especial al tener en consideración los malos tratos del director hacia sus intérpretes. George Clooney y Amy Adams han señalado lo difícil que fue trabajar con él, mientras que en Youtube podemos ver un video en donde O. Russell increpa a Lily Tomlin durante la producción de I Heart Huckabees. Desde otra vereda, al cineasta le han caído acusaciones de acoso sexual, teniendo detractores que indican que no debería trabajar en Hollywood.

El caso de O. Russell es parte de la reciente cultura de la cancelación, la que en los últimos años ha destrozado a personajes como Kevin Spacey y Armie Hammer. Volviendo al director, las acusaciones y relatos en su contra son variados. Ahora bien, si tuviéramos que indagar en las formas y modos de muchos cineastas de la historia, tampoco deberían haber prevalecido apellidos como Hitchcock, Hawks, Preminger, Kubrick, Stevens y un largo etcétera. De alguna forma, sus obsesiones, estilos y tratos en el set fueron elementos que hicieron posible sus creaciones cinematográficas. Es importante que no me mal interpreten en este comentario, ya que las acciones de O. Russell ciertamente son justificadas, pero su cine, sus resultados en pantalla, están estrechamente ligados a la personalidad del director. Es así, que en ningún caso tenemos el derecho a demonizar sus películas. Obra y director están de alguna forma unidas, y aquello es lo que finalmente las convierten en momentos importantes y significativos para las audiencias.

David O. Russell tiene obras interesantes, desde la pequeña Flirting With Disaster hasta sus relatos de otras épocas como American Hustle y la reciente Amsterdam. En esta oportunidad quiero abordar El Lado Bueno de las Cosas, una obra que vi en su momento en el cine y que me es imposible olvidar por diversos factores. Tenemos de protagonista a Bradley Cooper, quien interpreta a Pat Solitano, un profesor cuya vida mundana se vino abajo producto de la infidelidad de su esposa. Sus ataques de rabia casi matan a un hombre, obligándolo a permanecer en una institución mental. Al principio del filme es dado de alta y comienzan las obsesiones en medio de la necesidad de retomar el control de su vida. Lo anterior, mediante mucho ejercicio, una actitud positiva y también mediante la contención de sus padres en las figuras de Robert De Niro y Jacki Weaver. La vida de Pat toma un giro inesperado cuando conoce a Tiffany Maxwell, una mujer con problemas emocionales a partir del fallecimiento de su marido. Maxwell es interpretada por Jennifer Lawrence en el que es, probablemente, el rol de su vida, lo que la llevó a ganar el Oscar a Mejor Actriz.

El Lado Bueno de las Cosas es una comedia romántica poco convencional, con varias influencias del cine de los años 70 y de otras obras como Harold and Maude de Hal Ashby. La pareja que se establece entre Pat Solitano y Tiffany Maxwell corresponde a dos almas perdidas en medio de sus obsesiones, miedos, frustraciones y, en particular, en relación con sus soledades. Son personalidades, en cierta forma, adictivas para las audiencias. Queremos escuchar sus pensamientos políticamente incorrectos y también ser parte de sus dinámicas, a la vez que entre sus excentricidades se produce el romanticismo, aspecto que se acrecienta durante sus ensayos de baile. Casi todos los personajes de El Lado Bueno de las Cosas tienen sus defectos, pero son estos los que los hacen tremendamente humanos. Es imposible no encariñarse con ellos, lo que se adereza con cierto costumbrismo que es propio de la idiosincrasia estadounidense, y también que prevalece en la vida de los suburbios.

Es muy probable que la personalidad de David O. Russell esté presente en los arranques de ira y en la bipolaridad de Pat Solitano y de su padre Pat Sr. Además, sin la influencia de O. Russell El Lado Bueno de las Cosas no sería lo que es. De las comedias románticas siempre he considerado un clásico contemporáneo a Cuando Harry Conoció a Sally de Rob Reiner, filme que me ha acompañado toda mi vida. Imposible no enamorarse del carácter de Sally (Meg Ryan), así como es imposible no identificarse con el sentido fatalista de Harry (Billy Crystal). Cuando vi El Lado Bueno de las Cosas, a más de una década de su estreno, puedo decir que experimenté algo parecido a la obra de Reiner. Son pocas las comedias románticas que me han dejado pensando tanto en sus personajes, y el Lado Bueno de las Cosas es una de ellas.

Otro a punto a favor del filme es su soundtrack, con canciones que retratan la vida de la familia Solitano, así como el score de Danny Elfman, uno que se aleja de las tonadas góticas y oscuras de los filmes de Tim Burton. El Lado Bueno de las Cosas es una película cuyo encanto se percibe cada vez que la veo. Si la están pasando por televisión, en forma automática me quedo pegado a la pantalla. Esto porque es una historia sobre dos personajes que se reencuentran y se aceptan en sus peculiaridades. Es la idea del amor, el que no sólo está reservado para caballeros y princesas, sino también para aquellos que somos, de alguna forma, algo outsiders.

Título original: Silver Linings Playbook (El Lado Bueno de las Cosas) / Director: David O. Russell / Intérpretes: Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Robert De Niro, Jacki Weaver, Chris Tucker, Anupam Kher, John Ortiz, Shea Whigham, Julia Stiles, Paul Herman y Dash Mihok / Año: 2012.