El género de aventuras está casi extinto. Hollywood ha intentado recuperarlo, pero bajo la sombra de adaptaciones ultra digitalizadas, entre ellas, las nuevas versiones de Jumanji e inspiraciones oportunistas como Jungle Cruise, idea sacada directamente de las atracciones de Disney. Justamente, aquel estudio ha tratado de potenciar el género de aventuras teniendo como base argumentativa las múltiples derivaciones narrativas de la franquicia de Star Wars. Sin embargo, lo cierto es que el género está bastante muerto. Muy atrás quedaron las epopeyas de Lawrence de Arabia, Lord Jim, Khartoum y 55 Días en Pekin. Eran otros tiempos, más osados y mucho más experimentales. Pero en el año 2016 vimos una pequeña llama que logró recuperar aquel sentido de espectáculo clasicista. No estamos hablando de la introspectiva El Renacido de 2015, sino del filme Z La Ciudad Perdida del cineasta James Gray.
Películas como We Own The Night, The Yards y Ad Astra han posicionado a James Grey como uno de los nuevos autores de Hollywood, siempre con historias que han corrido con una mirada propia, en especial porque Grey escribe sus propios guiones. Sin duda, toda una proeza que aún le permite estrenar una película cada cierto tiempo. El cine de Grey tiene importantes influencias en el Nuevo Hollywood de los años 70, si bien en Z La Ciudad Perdida toma elementos del cine de aventura clásico teniendo al centro de la historia a un hombre que busca gloria, trascendencia y que también está gobernado por sus propias obsesiones.
Z La Ciudad de Perdida se basa en la vida del teniente coronel Percy Fawcett, destacado militar que realiza diversas expediciones a Sudamérica, en particular al Amazonas. Fawcett trabaja para el Imperio Británico durante una época de exploración y conquistas. En uno de sus viajes encuentra evidencia de lo que parece haber sido una antigua civilización, lo que según indígenas corresponde a una ciudad de oro, que bien podría ser el mítico El Dorado. Fawcett cree que haber encontrado vestigios de algo aún más grande, que al final denomina como la ciudad de Z. Lo cierto es que el famoso coronel la buscó sin descanso hasta el punto de casi perder la vida en varias oportunidades. Al final, en su última expedición junto a su hijo Jack en 1925, desapareció. Se lo tragó literalmente la tierra, despertando una serie de conjeturas y mitos sobre su posible paradero. Algunas teorías hablaban de tribus de indígenas caníbales, mientras que otras lo situaban viviendo en la ciudad de sus sueños.
Cuando tenía 13 años coleccionaba en forma ávida la famosa Revista Conozca Más, la que se editó en Chile durante varios años. En uno de sus artículos encontré la historia del malogrado coronel Fawcett, la que me fascinó y que además me permitió comprender el espíritu de aventuras, así como sus riesgos. Lo cierto es que siempre me imaginé la odisea del militar inglés en el cine hasta que por fin llegó a la gran pantalla en 2016, una experiencia que pude disfrutar junto a mi padre.
Z La Ciudad Perdida es casi perfecta en su composición y, sobre todo, por la descomunal interpretación de Charlie Hunnam, actor que nos presenta un Fawcett totalmente humanista. La búsqueda de gloria y fortuna se transforma en la idea de una viaje introspectivo donde ya no se trata sólo de una obsesión, sino más bien de la necesidad de poder descubrir los misterios del mundo por medio de los ojos de indígenas más sabios que la propia sofisticación, esnobismo y ampulosidad del Imperio Británico. Fawcett sacrifica de alguna forma su familia, su mujer e hijos, por algo que no se puede comprender con simples palabras. La ciudad de Z simboliza la trascendencia del ser humano, de nuestra historia, y también la posibilidad de llevar al hombre más allá de sus límites, al igual como sucedió con los astronautas de la carrera espacial de la década del 60. La pasión de Fawcett por una ciudad secreta y desconocida se explica en poder volver a un estado natural, donde los misterios de la humanidad solían ser revelados, comprendidos y respetados.
El filme de Grey habla de esfuerzo, de peligros y de que a veces es imposible dominar nuestras pasiones, aspecto que finalmente ha permitido que el mundo siga girando. La película también mantiene en todo momento un sentido casi trágico, en donde el destino de Fawcett es casi ineludible porque lo que busca con tanta desesperación no desaparecerá nunca, independiente de los riesgos. Al final, se trata de una historia que habla de sacrificios, de un anhelo que va más allá de los convencionalismos. Fawcett es un padre que se reencuentra con su hijo, a la vez que terminan compartiendo el misterio de la vida y también la muerte. James Grey realizó una obra que conecta a los espectadores con sus pasiones, con ese espíritu de búsqueda y superación que en ocasiones es imposible de saciar. Todos tenemos, en cierta medida, los anhelos de Fawcett, pero son pocos quienes realmente se atreven a explorar la selva de nuestras emociones. Fawcett pagó un precio, pero se arriesgó para entrar en el intenso verde de la selva. Es por ello que su historia mereció ser contada de la mano de un director que la retrató con respeto, admiración y, sin duda, con mucho cariño.
Título original: The Lost City Of Z / Director: James Grey / Intérpretes: Charlie Hunnam, Robert Pattinson, Sienna Miller, Tom Holland, Edward Ashley, Angus Macfadyen, Ian McDiarmind y Clive Francis / Año: 2016.