Cada cierto tiempo la cinematografía hollywoodense profundiza sobre la vanidad del Star-system de Los Ángeles, California, ciudad que siempre ha tenido fama de efímera y plástica. En este lugar nunca hubo palmeras, pero las pusieron sin ninguna dificultad porque ahí todo es artificial, partiendo por los grandes estudios, lugares para la creación de sueños y fantasías en lo que originalmente era un terreno bastante desertico. En Hollywood Boulevard están las estrellas de actrices, actores, directores y una infinidad de famosos, de diversas décadas, pertenecientes al ámbito de las artes y las comunicaciones, principalmente de Estados Unidos. En este lugar se encuentra la estrella de Elizabeth Sparkle (Demi Moore), quien fue una celebridad y hoy apenas subsiste en un programa de ejercicios para la televisión. La elección de su apellido no es casual, ya que Sparkle se traduce como brillar. Sin embargo, lo cierto es que Elizabeth ya no brilla, sino más bien representa la etapa crepuscular de una actriz que antes tuvo mejores tiempos.
La Sustancia es una crítica directa y con mucha insidia a la banalidad de la fama, pero también a la desvalorización de la mujer. Elizabeth Sparkle continúa siendo atractiva, pero las arrugas se notan más, a la vez que su cuerpo ya no puede evitar la fuerza de gravedad. Frente al espejo observa el fantasma de lo que fue una mejor época. Sus ojos se miran a sí mismo con amargura y rabia desde la desesperación más absoluta de quien ya no tiene la atención que anhelaba y necesitaba. La cineasta francesa Coralie Fargeat aborda la superficialidad de la fama, en donde hombres y, sobre todo, mujeres, son desechadas en poco tiempo. El filme retrata la búsqueda de la más linda, la más exitosa y, en definitiva, aquella mujer capaz de brillar, siempre con una gran sonrisa, ante las cámaras.
En La Sustancia hay pocos diálogos, ya que son las miradas las que comunican fervorosamente la necesidad de aceptación. Es el ego del cine y del ser humano que se cultiva en medio de los excesos y en la desconexión con la realidad. Elizabeth Sparkle sabe que está condenada hasta que aparece “la sustancia”, un componente líquido que entrega la posibilidad de crear un yo mucho más joven, atlético y fascinante. A través de algunos procedimientos semi clínicos surge Sue (Margaret Qualley), la mejor versión posible de Elizabeth Sparkle. Ambas son la misma persona hasta que la dualidad, la envidia, el ego y el aplauso del público las separa.
La Sustancia es cine y puesta en escena. Muchos espectadores han reaccionado impresionados en el cine, pero recordemos que mucho antes ya nos había perturbado David Cronneberg con “la nueva carne”, aquella idea inherente a su filmografía sobre la transformación del cuerpo mediante la tecnología. Además, La Sustancia tiene una influencia muy directa que es el filme Society de Brian Yuzna (productor de Re-Animator). En dicha película se profundizaba sobre las diferencias sociales por medio de la fusión física entre personas de la misma estirpe, siendo el segmento de clase alta donde hombres y mujeres podían dejarse llevar por sus más absolutas desviaciones. Se trata de una obra de culto que es una influencia innegable de La Sustancia, así como también la utilización del gore y el hincapié a lo grotesco presente en el filme Basket Case de Frank Henenlotter.
Más allá de las influencias cinematográficas señaladas, La Sustancia tiene sus propios méritos. La visión europea de Coralie Fargeat se mezcla con el cine B para ofrecernos un espectáculo que denuncia el culto al cuerpo y la perfección, cuyo sustento es una sociedad que pareciera ser que se conduce más por la imagen y las sensaciones que por el raciocinio. Demi Moore desarrolla uno de sus mejores roles, cuya elección es tremendamente apropiada. Ella fue una sex symbol de los años 90, apareció desnuda y embarazada en una controvertida portada de la revista Vanity Fair en 1991, se casó con un actor más joven después de su matrimonio con Bruce Willis, se ha sometido a algunas cirugías, en resumen, su carrera fue moldeada a partir de la figura de una femme fatal en películas como Acoso Sexual, Una Propuesta Indecente y el bullado fracaso de Striptease. Trató de posicionarse como una actriz más allá del cuerpo que tenía en la notable G.I. Jane de Ridley Scott, un filme con mensajes feministas que fue lamentablemente poco valorado durante su estreno en 1997. Lo cierto es que Demi se aburrió de cómo la estaban encasillando en Hollywood hasta el punto de aparecer cada vez menos en pantalla. Se podría decir que con La Sustancia retoma su carrera, en especial con un filme en donde expone su cuerpo, además de sus rabias y tristezas.
La Sustancia es una obra con mucha ferocidad en sus mensajes feministas y sociales, a la vez que es un deleite audiovisual en donde también saca aplausos Margaret Qualley y un despreciable Dennis Quaid. Una película imperdible para verla en cine y para pensar en el Hollywood que muchas veces busca deliberadamente que no pensemos.
Título original: The Substance (La Sustancia) / Director: Coralie Fargeat / Intérpretes: Demi Moore, Margaret Qualley y Dennis Quaid / Año: 2024.