La historia cinematográfica de Italia siempre estará asociada al neorralismo italiano, movimiento que se sustentó en aquellas historias de postguerra que mostraban un país en ruina y, principalmente, una nación atestada de miserias sociales. Películas como El Ladrón de Bicicletas, Roma Ciudad Abierta y Umberto D, entre otras, ahondaron y retrataron determinadas injusticias sociales a través de un tratamiento visual directo, sucio y ajeno a la parafernalia hollywoodense. Hoy, 80 años más tarde, se nos presenta el filme Siempre Habrá un Mañana, debut detrás de cámara de la reconocida actriz Paola Cortellesi. Su filme tiene muchas influencias formales del neorrealismo italiano, a la vez que su originalidad descansa en cierto cruce de géneros en torno a la comedia y algunos destellos del género musical.

Siempre Habrá un Mañana es una declaración de principios sobre la mujer, particularmente de un hecho histórico vinculado a la conquista del derecho a voto de las mujeres italianas en 1946. Paola Cortellesi, además de dirigir, interpreta el rol de Delia, una mujer marchita que habita un día a día repleto de maltratos y omisiones. Delia tiene un marido abusador, una hija que podría seguir su mismo camino afectivo, dos hijos inquietos y una infinidad de trabajos cuyos ingresos quedan en manos de su opresor. Es una mujer ingenua, cansada y siempre dispuesta que, como muchas otras, tomó decisiones que la condujeron a ser un testigo mudo de la vida, sin posibilidad de elección. A lo largo del filme nos vamos introduciendo en la idiosincrasia machista de la Italia de los años 40, ámbito aderezado con una serie de costumbres sociales y familiares que impiden cualquier atisbo de individualidad en la mujer.

Se podría decir que los padecimientos de Delia los hemos visto una infinidad de veces en el cine, pero lo interesante de la propuesta de Cortellesi está en cómo retrata la ruindad de la violencia de género. Lo anterior, por medio de coreografías y la utilización de canciones que pueden llegar a ser mucho más dolorosas que la obviedad visual de un golpe, una cachetada o un empujón contra una muralla. Es cierto que en ocasiones el silencio de ésta cansada madre y esposa desespera, a la vez que resulta chocante y abrumador. Sin embargo, sus flagelos son reales y tan atingentes a los que sufren hoy en día otras mujeres que suelen ser silenciadas. Desde otro punto de vista, Delia es todo lo contrario al feminismo progresista de hoy. Esto porque el filme evita caer en discursos moralistas desde un pedestal efímero y vociferante, sino más se sustenta en hechos como la necesidad y derecho a votar por primera vez, al poder capacitarse y a no tener que pedir permiso para realizar cualquier tipo de acciones. Delia, al igual que otras mujeres en el mundo, sólo quieren ser oídas y tratadas con respeto, y también con cariño desde el amor genuino con quien se comparte cama, sueños, hijos y la vida en general.

Siempre Habrá un Mañana podría haber tomado un camino directo, violento y descarnado, es decir, la aproximación de la cámara hacia terrenos comunes a nivel visual e interpretativo. Para beneficio de los espectadores no fue así. En vez de ello, estamos ante una de las películas más genuinas de los últimos años, sin pretensiones y discursos enaltecedores. El sufrimiento de Delia radica en la expresividad de su rostro y en acciones con las que busca sentirse diferente, con opinión y, sobre todo, una mujer en medio de un mundo hipócrita que se estaba abriendo a importantes cambios.

Título original: Siempre Habrá un Mañana (título original: C´é ancora domani) / Director: Paola Cortellesi, Valerio Mastandrea, Romana Maggiora Vergano, Emanuela Faneli, Giorgio Colangeli y Franceso Centorame / Año: 2023.